Crisol Internacional: “Andando por los Pirineos… Andorra”
Podemos andar en muchas partes con nuestros pies, nuestra mente, el “mouse” de nuestra computadora, y ni que decir con nuestro corazón, aún así siempre habrá paisajes inolvidables que marcan el recuerdo de un largo viaje ya sea real o imaginario. Justo esto pueda pasar al escalar las cadenas montañosas de Los Pirineos que forman una frontera natural entre España y Francia y que encierran un casi impenetrable laberinto de pasadizos secretos de los perseguidos en el pasado durante la Segunda Guerra Mundial y ahora reflejan las huellas casi imborrables de los trotamundos. En este sitio casi olvidado y enterrado en la geografía terrestre se encuentra uno de los países más pequeños y sublimes del mundo: Andorra.
Andorra es un “Co- Principado”, excepcional por su forma de gobierno, encabezado por un Primer Ministro andurense y es la única nación en todo el mundo que cuenta además con dos poderes extranjeros plenamente representados: el Arzobispo español de Urgel y al mismo tiempo, el Presidente de Francia. Andorra es una nación europea muy antigua que recobró importancia política a partir del siglo VIII. D.C y que atesora mucha historia en sus recónditos senderos. Sus paisajes se caracterizan por extensas zonas boscosas dónde el aire puro de la altura refresca la mente, el cuerpo y el alma del viajero. A pesar de su pequeñez territorial de apenas 468 km², Andorra constituye un moderno estado independiente, integrado por siete parroquias en vez de provincias, que reúnen una población total de menos de 80 mil habitantes y cuyo idioma oficial es el catalán. Interesantemente Andorra no cuenta con un ejército, recayendo esta responsabilidad en caso de ser necesaria sobre sus vecinos y aliados, Francia y España. Sin embargo, al ocurrir alguna emergencia como por ejemplo, las recientes inundaciones, los mismos habitantes y sobre todo, las cabezas de familia se organizan a través de un consejo, el Somatén para socorrer a la población afectada. Curiosamente esta pequeña nación “levantó alas” después de la Segunda Guerra Mundial dedicándose predominantemente a la actividad turística para alcanzar su progreso socio-económico y un relativo bienestar de su población, que empezó a gozar de privilegios fiscales que a su vez han impulsado su economía. Las bellezas turísticas de este peculiar país se ven reflejadas tanto en sus iglesias romanas, como más aun en los escarpados picos montañosos de roca caliza que alcanzan más de 3000 mil metros de altura, formando estrechos valles donde confluyen tres ríos principales: el río Valira del Norte, el río Valira de Oriente y el río Gran Valira; además cuenta con inmensas zonas boscosas de pinos y abedules bendecidos por un clima mediterráneo de alta montaña. Es por eso también que en el año 2004, el Valle de Madriu-Perafita-Claror fue declarado Patrimonio de la Humanidad Unesco.
La gama de excursiones y actividades recreativas en estas altas tierras es amplia y bien segmentada para todos los gustos y bolsillos, siendo ejemplar para muchas naciones que igualmente se dedican o viven y prosperan por el turismo. Las familias y visitantes pueden disfrutar de los parques naturales, encuentros con los osos pardos, explorar el senderismo y andar en caballo por los parajes naturales e históricos de las alturas, gozando de espectaculares vistas panorámicas. Para las parejas y amigos hay muchas alternativas de descanso y diversión, desde baños termales, relajantes partidos de golf, emoción a bordo de un Buggy 4X4 o del Tobotronc, el tobogán alpino más largo del mundo de más de 5 kilómetros de extensión, que se puede recorrer en un trineo biplaza, deslizándose sobre unos rieles de acero a ras del suelo o simplemente, disfrutar de sus bellezas naturales acampando bajo un cielo lleno de estrellas o arrucándose en los refugios en medio de los paisajes de ensueño. Así, podríamos soñar con visitar esta pequeña nación que al parecer tiene todo en cuanto a desarrollo y bienestar; sin embargo, la vida en la montaña no siempre es fácil y cómoda, especialmente cuando se acerca la temporada de invierno y las montañas se cubren de nieve, los accesos se vuelven difíciles y los habitantes tienen que procurar sus provisiones para el largo y en ocasiones crudo invierno de esa región.
Hay quienes consideran a Andorra como “el pequeño Hong Kong de Europa” por su actividad comercial tan bulliciosa, compitiendo con precios y tarifas muy atractivas para el consumidor extranjero pero sin lugar a dudas, el progreso de esta pequeña nación se ha basado principalmente en el comercio de artículos libres de impuestos, servicios ( - el servicio postal dentro del país es completamente gratuito -) y el turismo, ya que reúne las pistas de esquiar más grandes, populares y económicas de todos los Pirineos. La demografía del país muestra un crecimiento exponencial después de la Segunda Guerra Mundial, ya que entonces era un país de apenas 6000 habitantes, predominantemente campesinos; en contraste hoy es una nación moderna, compuesta por andurenses, españoles, franceses, portugueses que comparten costumbres, tradiciones y los colores de una bandera (rojo, amarillo y azul) y que pone el ejemplo de una POSIBLE convivencia pacífica en un reducido territorio montañoso…hecho que nos podría poner a pensar con sentido crítico, si este idilio auténtico de la montaña se puede también trasladar a las planicies, desiertos, selvas y también a las zonas urbanas. Será acaso que NOSOTROS deberíamos esforzarnos más como ciudadanos de la famosa “aldea global” para alcanzar una cultura de paz, tolerancia y convivencia armoniosa, sin importar donde nos encontramos o vivamos y que entonces no fuera necesario buscar refugio espiritual “Andando por los Pirineos”, porque en aquel momento nuestras calles, plazas y parques ya tendrían la PAZ, SEGURIDAD Y TRANQUILIDAD QUE TODOS ANHELEAMOS Y DESEAMOS MUY PRONTO RECUPERAR…
P.S.: Para los viajeros www.visitandorra.com/es/