Crisol Internacional: “La casita de cristal…y la de hierro…”
Habrá días en nuestras vidas cuando el cielo esté nublado en los que nuestro ánimo se torne de color gris obscuro y nosotros andemos melancólicos y tal vez hasta algo sonámbulos, tratando de sobrellevar el peso del trabajo y de las tareas cotidianas, y habrá también otros donde el sol estará radiante, sintiéndonos como el ave fénix recién levantada de sus cenizas, llenos de energía y buenas vibraciones y sintiendo que nada, ni nadie nos puede “tumbar” o quitar esa fortaleza que viene desde nuestro YO más profundo. Sin embargo, si nos detenemos para reflexionar un instante sobre estos “alti-bajos” físicos y emocionales, preguntándonos los porqués, podremos encontrar varias respuestas en las que cada una definitivamente conlleva algo de subjetividad; siendo la más evidente de ellas que SOMOS HUMANOS….
Así, cuando nos ponemos la tarea de analizar este tema nos podemos dar cuenta de que SER HUMANO, nos solamente significa caminar erguido sobre dos piernas, sino “de poseer la capacidad de inventiva y de inteligencia”;que nos permite pensar, razonar y comunicamos, ya que hemos desarrollado un lenguaje articulado en todas los idiomas y las versiones posibles alrededor del mundo y con eso también modelar un raciocinio abstracto y muy complejo para explorar y transformar el medio que nos rodea, buscando la resolución de problemas y conflictos y tomando cientos de decisiones buenas o erróneas a lo largo de nuestra vida, donde creamos y también rompimos, volviendo a empezar de nuevo las veces que fuera y sea necesario…y así existimos, sobrevivimos, esforzándonos para vivir plenamente.. y durante ese proceso muchas veces nos damos cuenta también de nuestra propia vulnerabilidad…
Pero qué significa vulnerabilidad? Según los psicólogos “la vulnerabilidad es la incapacidad de resistencia cuando se presenta un fenómeno amenazante, o la incapacidad para reponerse después de que ha ocurrido un desastre”. Habiendo abundantes ejemplos de situaciones y contextos concretos que lo ilustran, como por ejemplo, las personas que viven en tierras bajas y planas lo que los hace más vulnerables ante las inundaciones que los que viven en lugares más altos. No obstante y según la opinión de los especialistas:” la vulnerabilidad depende de diferentes factores, tales como la edad y la salud de la persona, las condiciones higiénicas y ambientales así como la calidad y condiciones de las construcciones y su ubicación en relación con las amenazas.” Otro ejemplo claro lo constituyen las familias de pocos recursos económicos, que por esas condiciones muchas veces ocupan zonas de alto riesgo alrededor de las ciudades, porque no tienen suficiente opciones de elegir lugares más seguros (y más caros), lo que causa una vulnerabilidad tanto económica como social. Así, una casa de madera es obviamente más vulnerable y menos resistente que una de ladrillos o cemento ante un evento o incendio o un huracán, generando una vulnerabilidad física latente.
Comúnmente “ser vulnerable” es considerado casi como sinónimo de debilidad en la mayoría de las sociedades contemporáneas y por ello en lo general procuramos NO mostrarnos frágiles o decaídos… porque así nos educaron y seguramente porque recordamos algunas frases como “No llores…, los niños no lloran, No seas tímido, No tengas miedo…, No seas collón…” Así, resguardados en “nuestra propia casita de cristal”… con nuestros temores, ansias y miedos aprendimos a ponernos máscaras de “aparente fortaleza y valentía”, disimulando como si nada, ni nadie nos afectara… evitando sentir la herida, incapacidad o el error y ocultando y camuflando nuestros propios sentimientos para agradar a los demás…
Sin embargo, hoy día también ha sido estudiado y comprobado por muchos psicoanalistas que al ocultar nuestros verdaderos sentimientos, “ menos probabilidades tenemos de entrar en contacto con experiencias humanas satisfactorias y significativas, porque no sólo implica el poder expresar nuestra vulnerabilidad, sino en escuchar y acoger las experiencias dolorosas de los demás, reproduciendo el mecanismo de evitación y rechazo que repetimos con nosotros mismos, también con los demás, afectando así nuestras relaciones y vínculos más íntimos.”… Así, vale la pena reflexionar sobre el tema de la vulnerabilidad para ir quitándonos esas máscaras y vivir más honestamente con uno mismo y con los demás, empezando a construir nuestra propia “casita de hierro”, más robusta y resistente a base del autoconocimiento de nuestras emociones y limitaciones. Siempre puede haber un momento de introspección y “mirarnos en el espejo”, es decir practicar la introspección, identificar nuestro rol en la familia, pareja, trabajo y en nuestra comunidad, tratando de expresar primero a nosotros mismos y después a las personas de nuestra confianza esos miedos o temores que nos achacan, ofuscan y que NO nos dejan dormir ni actuar con prudencia, sinceridad y templanza…
Algunos psicólogos incluso recomiendan “poder narrar en una libreta nuestros pensamientos y centrarnos en lo que pensamos y hacemos cuando nos sentimos así.” Asimismo, aprender a “decir las cosas cómo uno las piensa, ayuda a entender y fortalecer una conducta que permite tomar mejores decisiones en las relaciones, y experimentar una aceptación y consuelo de nuestra propia vulnerabilidad”, esto puede resultar en un consejo valiosísimo para una vida más tranquila, sincera y plena. En todo este laberinto de emociones personales, tenemos que tomar consciencia de que no vivimos en una isla desierta, sino con otras personas, a veces bajo el mismo techo, compartiendo la oficina, la calle, el gimnasio o el parque y por ende entender que cada uno de nosotros trae su propia “casita, a veces de cristal… y a veces de hierro”… recordando que somos seres interdependientes, y cada uno de nosotros tiene necesidades, deseos, sueños y fantasías diferentes…y como decía la poeta norteamericana Emily Dickinson: “Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie…”
P.S.: https://concepto.de/ser-humano/#ixzz7rFNsp38g
https://www.unisdr.org/2004/campaign/booklet-spa/page8-spa.pdf
https://cenitpsicologos.com/cuando-nuestras-vulnerabilidades-pueden-ser-puntos-de-conexion/