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El día que decidí no utilizar el corazón

Escrito por Amaya en Jueves, 19 Enero 2017. Publicado en Anécdota, Cuento

En los últimos días mi vida se había convertido en un parque de diversiones y yo me encontraba sobre una terrible montaña rusa: días buenos, días malos y algunos terribles, estos son los peores te hacen desear bajar y no volver a subirte en ese recorrido llamado vida.

Después de un fatídico día, entre sueños y llantos, decidí darme un respiro. No utilizar mi corazón. Adiós a los miedos, las inseguridades, a ese terrible dolor de sentir que nada de lo que haces vale la pena, en especial a esa sensación de querer seguir en el ruedo por más que duela.

Fue así como el día comenzó:

Desperté temprano, mirando los números rojos del viejo reloj despertador, faltaban cinco minutos para que sonará la alarma. Ahora que lo pienso, antes eso hubiera causado gran insatisfacción, sin embargo me levante. No tenía sueño y tampoco me sentía descansado, simplemente estaba ahí mirando hacia la nada.

Al tomar la ducha me percaté del tiempo que gastaba en el pasado, cantando y buscando la temperatura ideal, ahora simplemente usé un poco de ese oloroso shampoo, ese que había escogido por dulces recuerdos de la infancia, ahora era un líquido más cumpliendo su función. Tallé mi cuerpo sin demora.  

Ocho y cuarto, sentado en la cocina comiendo un pedazo de pan. El desayuno era una importante decisión de cada mañana, tenía que ser algo fresco y lleno de sabor, el cual me acompañaría hasta medio día. El pan no sabe mal pero tampoco me roba el aliento.

Nueve de la mañana, el tráfico no había cambiado pero ya no me causaba preocupación pisar el acelerador o sintonizar una “buena” estación de radio. Miro hacia el retrovisor y veo a un hombre, como mi antiguo yo, golpeando el volante.

Nueve veintidós, al entrar a la oficina algunos compañeros alzaron la cabeza. Pequeños escritorios para mentes pequeñas, decía mi predecesor. En mi escritorio había pequeños artículos, ninguno era igual a otro, una ensalada de estilos o una muestra de indecisiones

Estar en el trabajo era igual que estar en casa, trabajar al mismo ritmo, haciendo lo mismo, sin motivos o motivación. Si tuviera mi corazón podría motivarme con la rutina de siempre, café-reportes-toper de comida-más reportes-hora de salir.

Pude darme cuenta que sin emociones trabajaba de manera más eficiente, no temía a correr riesgos, podía organizarme mejor y no dudaba de equivocarme en alguna actividad. Simplemente, hacer o no hacer. 

No me molestó cuando rechazaron mi propuesta para mejorar el proyecto "Madison", volví al escritorio en silencio. Podría hacerlo mejor, solo necesitaba cambiar de punto de vista. De pronto, la jornada terminó.

Una vez en casa, tomé un vaso de agua y me senté frente al televisor ¿Qué sentido tenía verla? Miré hacia el horizonte mientras avanzaba el reloj. Un mundo sin sabor, actividades sin sentido, pensamientos sin inspiración. ¿Y si la montaña rusa es solo el inicio del recorrido? ¿Vale la pena renunciar a todo lo demás? ¿El dolor pesa más que los pequeños momentos? Cerré los ojos.

Escuché el despertador hacer su trabajo, el día había comenzado. Me estiré disfrutando la sensación de libertad que traía consigo, por un momento intenté recordar la noche anterior pero solo me quedaba un mal sabor de boca.

Me levante de un salto, el desayuno de hoy tenía tocino impreso en toda la palabra, la boca se me hizo agua mientras abría la ducha. Comencé a cantar. Hoy será un día lleno de emoción. 

 

-Amaya- 

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