Familias sudcalifornias: ESPIRITUALIDAD EN LA NIÑEZ
Cuando nos convertimos en padres tenemos que tomar decisiones importantes sobre la vida de nuestros hijos. Una de ellas es el tema de la espiritualidad, sin importar la religión, ésta se convertirá en la guía ética y la conducta personal durante todo el trayecto de vida; sabemos que este es un tema polémico, ya que muchas veces los padres han abandonado el camino espiritual o no cuentan con uno propio. Sin embargo, enseñarles a nuestros hijos a ser espirituales los convertirá en seres más empáticos con el mundo que les rodea, ayudará a mejorar sus emociones, cuidar lo que piensan y serán agradecidos por todo lo que tienen.
Una de las formas más sencillas para enseñar a nuestros hijos a ser más espirituales es inculcar el hábito de ser agradecidos, y aunque suene difícil, es más fácil de lo que parece. Los niños adoptan fácilmente los hábitos de los padres y éste podría convertirse en uno de los mejores hábitos que se puedan transmitir de generación en generación.
Dar gracias al despertar por tener otro día para realizar las cosas que nos gustan, para abrazar a las personas que queremos, para comer lo que nos gusta, para ver colores, para hablar, etc. forma a un niño que aprecia lo esencial y sabe que lo que tiene es una bendición.
Meditar es otra forma de espiritualidad, no debe durar mucho tiempo, lograr que los niños cierren los ojos y piensen en algo bonito que les cause alegría, transformara los pensamientos de ellos. Y desarrollará a niños positivos y optimistas. También podemos enseñarlos a poner atención en su respiración, provocar en ellos esa necesidad de momentos de relajación contribuirá mucho en su espiritualidad.
La tercera y la más importante de todas es honrar sus emociones. Los niños están conectados sin tantas barreras con su lado emocional, ellos pueden identificar con facilidad los sentimientos que provocan ciertas acciones, hábitos o actividades. Es necesario tener una comunicación sana con ellos y escucharlos, y no obligarlos a hacer algo que dañe sus emociones. Esto creará un lazo de seguridad y a la larga las emociones serán una guía y no un obstáculo para la toma de decisiones.
Un niño espiritual es la semilla de una persona íntegra, y eso es lo que el mundo necesita.