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Mitos, cuentos y leyendas de sudcalifornia: EL TESORO DE SAN BRUNO, LORETO

Escrito por Abuelo Choyero en Miércoles, 25 Septiembre 2024. Publicado en Cultura sudcalifornia, Cultura y Tradiciones Sudcalifornias, Historia de los sudcalifornios, Historias Sudcalifornias, Mitos, Cuentos y Leyendas sudcalifornias.

Festung Königstein • Dresden | Service-Reise.de

A unos veinte kilómetros de Loreto, por la carretera al norte, se aparta un camino que llega a la costa donde, en lo alto de un pequeño cerro, se localizan los antiguos restos de la Misión de San Bruno, fundada ¡en 1683! Por órdenes del conocido padre Jesuita Eusebio Francisco Kino y el almirante Isidro de Atondo y Antillón, pero ¿qué secretos alberga este cerro?

APUNTES HISTÓRICOS DE SONORA


La voz popular nos cuenta que supuestamente, en las alrededores de San Bruno, se encuentra un valioso tesoro dejado por los españoles en el año de 1865… un tesoro que quedó olvidado cuando ellos abandonaron el lugar repentinamente. Muchas personas, tanto choyeros como cazarrecompensas extranjeros, se han dedicado a buscarlo,
La leyenda del tesoro nos remonta al rancho de San Juan Londó, cuyo dueño era Estanislao de la Toba, un rico hombre y un visionario que para mediados del siglo XIX ya contaba con miles de cabezas de ganado que comercializaba en medio de la aridez de nuestro estado.


En aquel entonces, como es obvio, no existían instituciones bancarias que guardaran el dinero, por lo que cada quien ocultaba sus monedas de oro como más podía. La táctica de don Estanislao consistía en apilar sus monedas en una mesa que conservaba en la habitación donde dormía, haciendo pilas de diez en diez hasta que llenaba toda la superficie de la madera, y se veía en la necesidad de cambiarlas de lugar para repetir la operación, hasta que un día, fuera de la vista de todos, les encontrara otro escondite.


En una ocasión, el ranchero le ordenó a uno de sus chalanes que fuera a Loreto a buscar al mejor carpintero que le construyera dos barriles con duelas de mezquite, más o menos del tamaño de los tambos de 200 litros que hoy utilizamos para la gasolina, con cinchos y tapas de gruesa madera, con el pretexto de que los usaría para almacenar agua.
Esta leyenda inicia cuando un buen día los barriles desaparecieron de la vista de todos. Se rumoraba que una oscura noche sin luna, don Estanislao y sus hombres de más confianza, llevaron los barriles cargados de oro a las orillas del arroyo de San Juan que pasaba ceca del rancho, y entre ramas y plantas lo enterraron. Los años pasaron y tanto como el dueño del tesoro como sus compañeros murieron casi al mismo tiempo, llevándose el secreto a la tumba, secreto que ni sus propios hijos pudieron revelar.


En una ocasión, dos vecinos de Loreto se animaron a buscar el dinero escondido y, armados de aparatos para rastrear metales, picos y palas, se dirigieron al arroyo. Luego de un rato de exploraciones, la máquina finalmente registró señales magnéticas que los llevó a excavar un hoyo de más de metro y medio de profundidad, que guardaba ¡un par de barriles gigantes! Los amigos se volvieron locos de alegría y profirieron gritos de victoria, hasta que se llevaron una desagradable sorpresa.

Visita de San Bruno (1683) | ISC


En los tambos no había ningún pedazo de oro. Sólo piedras y arena para simular su preso. Aún se conservan trozos del hallazgo, como recuerdo de la inteligencia del ranchero que supo engañar a la gente y desaparecer exitosamente sus ganancias antes de despedirse del mundo. 

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