NO ESTABA MUERTA, ANDABA DE PARRANDA
La perrita Boni reportada como extraviada hace dos semanas apareció vivita y coleando. El citado animal brincó de la caja de una pickup en algún punto del siguiente trayecto en la ciudad y puerto de La Paz: Calle Carabineros (atrás del hospital Salvatierra) hasta calle Pera luego calle Fco. J. Mújica hasta, calle Jalisco y como punto final calle Marcelo Rubio. Es de raza pequeña de orejas grandes, con pelaje café claro en la cara y café oscuro con negro en el cuerpo. Usa un collar mugroso de color rojo. Cuando está hambrienta brinca sobre sus dos patas traseras para congraciarse y lograr su objetivo, que le den algo de comer. Se ofreció en su momento, a través de las redes, una jugosa recompensa a quien la encontrara. La breve historia de su reaparición es la siguiente. Tres días después del extravío cargué gasolina donde habitualmente lo hago (Las Garzas y Jalisco), la joven despachadora -que conoce a mis dos perras-, se acercó y me dijo "¿y la otra perrita?", le contesté "anda perdida desde hace unos días". Entonces repuso, "pues fíjese que la he visto rondar por aquí, se me hizo conocida, la traté de agarrar pero no se dejó, debe andar por aquí cerca. Hoy en la mañana la vi allá enfrente". Corrí a buscarla sin éxito en el estacionamiento de la sección 3 del SNTE. Se organizaron brigadas familiares de rescate en los siguientes días que “peinaron” la zona, tampoco fructificaron. Le di las referencias telefónicas del hogar de la perra a la amable joven despachadora. Varios días después, cuando dábamos por perdida a la cuadrúpeda peluda recibimos la llamada de Litzia (que así se llama la empleada de la gasolinería), la perrita había sido localizada por un vendedor de birria asentado a unos metros de la gasolinería quien a su vez había sido informado por Litzia de la perra extraviada y le reportó "viene a comer desperdicios todos los días, está refugiada en la yarda de autos que está enfrente del puesto de birria". De inmediato nos apersonamos en el lugar chiflándole con el tonito tradicional de llamarla y ella -la perra- apareció desde el fondo de un carro yonqueado brincando y chillando. El rescate había concluido. La joven Litzia fue recompensada por su invaluable ayuda y la perra fue bañada por los nietos Rut y César dado su insoportable olor (de la perra, no de los nietos). Boni no estaba muerta, andaba de parranda birriera. Se teme que haya adquirido la birriadicción, enfermedad que afecta a cientos o quizás miles de ciudadanos paceños. Una de las hipótesis sobre su desaparición fue que al pasar por el citado puesto de tacos de ese platillo tradicional fue atrapada por sus aromas y se lanzó al vacío para satisfacer su irrefrenable antojo no importándole arriesgar su vida, ni perder su hogar. Ahora se encuentra en un programa de rehabilitación a base caldo pollo, de pellejos de res, croquetas y alimento de lata.