Recomendación fílmica: LE GENOU DE CLAIRE
Le Genou de Claire (“La Rodilla de Clara” en español) es la quinta película de los Seis Cuentos Morales del magnífico director y crítico francés Eric Rohmer, uno de los padres de la Nueva Ola Francesa, y quizá el más personal de todos.
¿Qué tiene de especial su cine? Quizás eso ya lo haya contestado en los textos que he escrito sobre los otros dos cuentos de los seis que comprende este peculiar grupo de películas. ¿Y qué las hace diferentes al resto de las películas de Rohmer? Eso trataré de explicar en este texto.
La película se desarrolla en los días libres de un diplomático llamado Jerome, un hombre maduro en una comunidad al este de Francia, cerca de Annecy, lugar al que va para vender su propiedad días antes de contraer nupcias con una mujer a la que él dice no amar del todo, pero que es con la única mujer que desea volver. En este lugar se encuentra con una vieja amiga, Aurora, (Aurora Cornu encantadora) que pareciera por momentos en muchos lapsos de la película que esa amistad es o fue algo más en el pasado. Ella es una escritora que está en el lugar al otro lado del lago en una casa con una familia cuya integración es la madre y su hija, una adolescente de nombre Laura (Béatrice Romand, actriz recurrente de Rohmer), chica que le confiesa a Aurora que se ha enamorado de Jerome, él se halaga pero cree que no va para más la cosa, entonces convencido por Aurora para que le sirva de inspiración, este le sigue el juego a Laura, pero nota en la joven que no es como las chicas de la edad que tiene, saber jugar reglas muy sofisticadas del juego que es el amor, al grado de dejar bien en claro que no le interesan los jóvenes de su edad y que no le importaría mancharse las manos con tal de ganar algo de experiencia, al fin de cuentas el más dañado sería Jerome de seguirle el juego pues está a punto de casarse. Justo cuando Jerome está por seguir su juego, un par de cosas ocurren en la trama, o mejor dicho, dos personas aparecen a escena: Vincent (Fabrice Luchini), un amigo de Laura que vuelve al lugar, que hace que ella se ocupe todo el tiempo con él, y que Jerome no sea participe de sus actividades, no por ser excluido por ellos, sino porque él no se ve con chicos de esa edad, y Claire (Laurence de Monaghan), la media hermana de Laura, una chica muy guapa que desata en Jerome una especie de atracción de la forma en que él menos espera, a pesar de saber que tiene novio llamado Gilles (Gerard Falconetti) que no la deja ni a sol ni a sombra, sigue el juego de su amiga escritora, que dirige a la atracción a desenlace de lo más inesperado.
En este cuento está más presente aun la moral definida en cada personaje, los cuales son pocos como nos tiene acostumbrados Rohmer en esta serie, una moral muy distinta, más sin embargo válida y que es definida por su edad, no sólo por sus razones o sin razones, sino por lo que representan. Desde la madre soltera que ha perdido dos matrimonios que prefiere que su hija esté al lado de un buen hombre aunque esté mayor sabiendo que no le hará nada porque está a punto de casarse, la escritora sola que espera sabiendo que aunque ya no es una joven sabe que tiene mucho que dar y que se mantiene casta a pesar de que confiesa que le gustan todos los hombres, una joven que piensa como una mujer mayor pero que sigue sus instintos de joven, una chica atractiva que necesita de la presencia de un hombre a su lado, porque necesita sentirse amada como toda chica de su edad, el joven amigo que sabe que no es partido para su amiga pero que gusta y busca de su compañía, sin querer amor o atracción, el joven enamorado que quiere imponer sus reglas a su amada para mostrar virilidad, y un hombre maduro (que es Jerome, interpretado por Jean-Claude Brialy, el cual por cierto, tiene un parecido muy marcado con Julio Cortázar en más de un aspecto) que pretende seguir un juego para ayudar a mas de una persona y reafirmar su sentir, para al final poder volver por elección propia y no por abandono o por no tener mayor opción con su amada, algo muy parecido con lo que pasa en el final de La Coleccionista. Todos son personajes encantadores, son y conviven con un aspecto campireño, los árboles, el lago y todo en el exterior se siente tan real como los personajes, no hay dramatismo de más, sólo hacen lo que hacen por una razón de ser: están vivos.
La presencia de la segunda chica mientras se busca la primera es algo muy significativo de este grupo de cuentos en la filmografía de Rohmer, (y una singularidad que comparte con el cine de Woody Allen, auqne sus estilos son claramente muy distintos) lo vimos en Pauline en la Playa, de cierta manera lo vimos en La Coleccionista, en esta lo vemos más literal, y cómo una vez se satisface una necesidad, que no siempre es amorosa o sexual, se busca el primer encuentro la efusividad del momento y a la persona que nos brindó este sentimiento.
Una película que aún es más mesurada en el ritmo que las otras dos ya mencionadas, el cómo emplea muy pocas veces movimientos de cámara Rohmer y aún menos acercamientos de esta, pero que son meticulosos, precisos, perfectos y exactos; nos cuenta más de lo que las palabras nos puedan decir. No es tan centrada o intelectual que las mencionadas, pero tienen un discurso que llega y es en cierta medida muy personal. La música acá no engatusa, es más ni siquiera existe, un claro ejemplo de que no se siempre es necesaria cuando se sabe contar una historia, la cual es contada marcando los días.