Terremoto del 85.
Un día 19 de septiembre como hoy, pero del año de 1985 un terremoto afectó en la zona centro, sur y occidente de México, este sismo marcó la historia de nuestro país.
El Distrito Federal, la capital del país, fue la que resultó más afectada. Cabe remarcar que la réplica del viernes 20 de septiembre de 1985 también tuvo gran repercusión para la Ciudad de México.
Este fenómeno sismológico se suscitó a las 7:19 am. Tiempo del Centro con una magnitud de 8.1 cuya duración aproximada fue de poco más de dos minutos.
Quizá hoy en día hemos escuchado mucho acerca de este terrible suceso, pero creo que imaginar, en estos casos no es suficiente para reconocer lo significativo de aquél suceso y la mella que seguro dejó en las personas que le sobrevivieron.
En ese tiempo el gobierno reportó el fallecimiento de entre 6,000 y 7,000 personas. Sin embargo, años después al abrirse varias fuentes gubernamentales, el registro aproximado se calculó en 10,000 muertos.
Imagínense que el estadio de béisbol del Seguro Social usado para acomodar y reconocer cadáveres.
Las personas rescatadas con vida, fueron aproximadamente más de 4,000. Hubo gente que fue rescatada viva entre los escombros hasta diez días después de ocurrido el primer sismo.
Muchas historias se contarán de aquella mañana; en la memoria de los espectadores incalculables serán los gritos, los rostros aterrorizados, los infaustos olores, todo quedaría grabado.
Ante tal clase de eventos, quizá sólo queda la educación, se llevan a cabo simulacros, en las oficinas de gobierno, en las escuelas, tareas para rememorar el día ¿qué más puede hacerse? ¿Cómo luchamos contra la naturaleza y su furia?
Queda nutrirnos de aquello que quedó, de los significados que han sido explorados, reflexionados, es por eso que en este día me gustaría compartir con ustedes fragmentos de un poema que brotó de entre los escombros, de los cuerpos sin vida, de aquellas actitudes gubernamentales erradas y sorprendidas, de una mente brillante, del hombre.
“Las Ruinas de México (Elegía del Retorno)” por el poeta José Emilio Pacheco.
Pacheco explora el significado de la vida, la grandeza de la naturaleza contra la civilización, y la corrupción de la política como resultó de su experiencia del terremoto.
“Absurda es la materia que se desploma,
La penetrada de vacío, la hueca.
No: la materia no se destruye
La forma que le damos se pulveriza
Nuestras obras se hacen añicos.
La tierra gira sostenida en el fuego
Duerme en un polvorín
Trae en su interior una hoguera,
Un infierno sólido
Que de repente se convierte en abismo.
La piedra de lo profundo late en su sima
Al despetrificarse rompe su pacto
Con la inmovilidad y se transforma
En el ariete de la muerte
De adentro viene el golpe
La cabalgata sombría
La estampida de la invisible explosión
Y bulle siempre
Se alza el infierno para hundir la tierra
El Vesubio estalla por dentro.
La bomba asciende en vez de caer.
Brota el rayo en un pozo en tinieblas.
Sube del fondo el viento de la muerte.
El mundo se estremece en fragor de muerte.
La tierra sale de sus goznes de muerte.
Como secreto humo avanza la muerte.
De su jaula profunda escapa la muerte.
De lo más hondo y turbio surge la muerte….”