Y seguimos pidiendo la palabra: MAÑANA NUNCA EXISTIMOS
Estoy en el silencio oportuno de tus labios
como una roja sangre que no cesa
de correr al mediodía
ingrato que me forja
una pared de espinas en el pecho.
Puedo ver tu espalda y los puños de tus manos
y tu cabellera frase de todos los pájaros
desatado calor entre mis manos
que reconocen lo incierto del presente:
ahora todo no fue, ayer todo lo era,
mañana nunca existimos
mientras tus brazos y los míos
abrazan el fantasma de nuestros cuerpos anudados.