Y seguimos pidiendo la palabra: LA CORRUPCIÓN SE ENSEÑA A TODOS LOS MEXICANOS EN LAS ESCUELAS
¡Déjame ponértelo ante tus ojos
para que no lo puedas ver!
Jan Iladnil.
Una explicación estudiada de lo que ya casi todos saben pero no quieren ver.
Existe una confusión generalizada que pretende equiparar la educación con la escuela, como si se tratara de sinónimos, de cosas iguales. Los mismos maestros, desde su formación en las escuelas normales (urbanas y rurales) o en las universidades pedagógicas, la estudian, la conocen, la critican y se adaptan a ella por el afán de conservar un puesto, un salario o un reconocimiento.
Sin embargo, la vida es movimiento y el único movimiento atribuible al verdadero maestro es el de la búsqueda incesante de los nuevos caminos, sin importar cuantas veces se detenga, se tropiece y en ocasiones se tenga que retroceder. El espíritu del maestro debe ser indoblegable ante la tarea de la humanidad de descubrir nuestras razones esenciales.
No debería de importar que un niño o joven no logre aprender algo en cierto tiempo, ni de responder con exactitud (algunas veces como fotocopiadora y grabadora) tal como lo pretenden los exámenes escolares. Si se persevera y se enseña a tener una actitud reflexiva, en algún momento de algún día se podrá profundizar en lo aprendido. La rapidez con que se aprende es distinta para cada individuo.
A todos los mexicanos en las escuelas públicas y privadas nos han enseñado, bajo amenaza generalizada, a obedecer sin reflexionar, a contestar de inmediato al profesor, a competir individualmente por unos conocimientos rápidos y de memoria, a huir de la práctica e imaginar la realidad a partir de dibujos en un pizarrón y la voz del profesor, y finalmente nos han sometido a exámenes que hacen una separación entre aprobados y reprobados.
La amenaza se cumple: si se reprueba el camino es quedarse fuera de la escuela (y le dicen al reprobado que se quedó sin educación), de ahí sigue que en un futuro próximo se quede sin posibilidades de trabajo o con un trabajo casi descalificado. De esta manera la única actitud inteligente de un niño o joven estudiante es la de tratar de obtener la calificación de aprobado, y bajo el riesgo de ser despellejado, pensar que no le debe importar el medio para hacerlo.
Copiar, elaborar acordeones, consultar a un compañero o a un libro, son actividades catalogadas en las escuelas como crímenes que deben ser castigados con la reprobación y con la expulsión de las escuelas.
Sin embargo, los investigadores en todo el mundo se dedican a: copiar, elaborar notas (acordeones), consultar a compañeros y a libros, y finalmente son elogiados por los resultados de sus estudios. A nadie se le ocurre que se les pueda calificar de engañar o hacer fraude.
Son verdaderamente inútiles todas las campañas en contra de la corrupción en México si no se ataca el problema desde la raíz, es decir desde la enseñanza de la corrupción en las escuelas. Se ha educado a los maestros para que sin saberlo se dediquen a fomentar la corrupción. Esto también ya se sabe, es muy conocido, e incluso tiene un nombre específico en los estudios de pedagogía, se le llama: curriculum oculto.
Mientras existan los exámenes escolares será imposible acabar con la corrupción en México.
Existe la necesidad actual de otorgar a la educación un carácter integral en cuya tarea se puedan combinar los sistemas escolarizados con los sistemas abiertos.
Por otro lado conviene pensar acerca del aparente equilibrio entre los conocimientos teóricos y los conocimientos prácticos que nunca están separados y pueden enriquecer y estimular la investigación educativa.
Si se logra hacer a un lado la práctica de la enseñanza de la corrupción en las escuelas, ya no habrá problemas contradictorios para la utilización idónea de la tecnología más avanzada combinada con la mejor tecnología tradicional, para lograr que la educación sea de calidad, democrática y con carácter nacionalista y vinculada con las necesidades reales de la comunidad y de sus modos de producir.
En tales circunstancias nos encontramos actualmente. Es verdaderamente deseable que en Baja California Sur se pongan en marcha los proyectos alternativos que sí resuelvan el problema educativo que todos conocemos (no voy a hacer una larga lista de ejemplos, basta ver con claridad lo que nos pasa con el tecnológico y la universidad oficial).
Conclusión: la educación (sin corrupción) se puede realizar en medio de una cultura pensada, construida y no sólo los edificios serán llamados “escuela”. Tanto niñas, niños, jovencitos y jovencitas, maestras y maestros, papás y mamás, unidos y en pleno uso de su inteligencia, lo podrán lograr tras abolir los exámenes que sólo destruyen y aniquilan la imaginación.
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sergio urcadiz