Y seguimos pidiendo la palabra: CANGREJO
(Apuntes para un bestiario)
Durante la destrucción de Damsoo los bacabs, esos seres del aire y la lluvia que neciamente piensas extintos, no supieron qué hacer para protegerse y se refugiaron en las rojas flores de una bugambilia, pero les valió de nada; el volcán cubrió igualmente la ciudad entera y aún se petrifico el refugio.
Muchos, muchísimos años después, su desesperación y sus gritos horadaron la piedra de lava fría y pudieron salir otra vez al sol. Pero de tanto estar encerrados en las flores éstas eran ya sus cuerpos. Unos cuerpos nuevos, con seis pies y dos grandes brazos, anaranjados y relativamente rígidos pero tan ligeros como una cota de malla, encerraban ahora las almas de los seres más sensibles que hubo nunca. Y buscaron el mar por ver si en su vaivén olvidaban.
Muchos, muchísimos más años han pasado desde entonces. Su alma sigue suave pero la coraza es más dura porque aún hoy temen. No siempre les bastan el mar y su espuma de luna para estar tranquilos, y el temor engendró enfermedades: cuando alguien absorbe el miedo de un bacab que huye o recuerda Damsoo destruida, haciendo honor triste a su forma actual, se dice de ese alguien que tiene cáncer y por eso sus células crecen en desorden como a ellos les salieron más pies para fugarse más pronto. Es sólo Miedo, que no los deja volver al monte. Es sólo su alma oculta en la flor de piedra fruto del volcán. Es sólo que a veces, noche sin luna, te les pareces.