Amores prohibidos
Estamos ya en plena primavera, la estación del amor, según todos los poetas y los biólogos conocedores de la naturaleza y mientras que para Gaetano Savio, Paolo Amerigo Cassella y Loretta Goggi es la Maledetta Primavera de su sueño erótico, para Antonio Vivaldi, el inmenso músico italiano tan admirador de México y autor de las Quattro Stagioni (1725) la primavera es la estación fundamental para el inicio de su bucólica obra inmortal que mezcló sabiamente con sus sonetos: “Giunt’è la primavera e festosetti, La salutan gl’ Augei con lieto canto, E i fonti allo spirar de’ Zeffiretti, Con dolce mormorio scorrono intanto:… “Di pastoral Zampogna al suon festante, danzan Ninfe e Pastor nel tetto amato, Di primavera all’ apparir brillante.” “Llegó la primavera y de contento, las aves la saludan con su canto, y las fuentes al son del blanco viento, con dulce murmurar fluyen en tanto… De pastoral Zampoña al son chispeante, danzan ninfa y pastor bajo el techado, de primavera al irrumpir brillante.”
Pero esta estación de los amorosos como diría Sabines, hoy que de amores ya no tengo tiempo según Renato Leduc, nos hace recordar a todas esas pasiones tremendas como la de Salomé para Juan el Bautista, la de Eduardo VIII el rey de Inglaterra, que abdicó para irse con su amada la divorciada gringa Wallis Simpson o el prohibido amor del Rey David con Betzabé que le hace mandar matar al marido de ella o a los famosos Romeo y Julieta, Sansón y Dalila o Tristán e Isolda y Abelardo y Eloísa, muchos parte de la literatura universal, pero otros de la vida real como los de Cleopatra que casada con su propio hermano se enreda con Julio César y Marco Antonio o Hernán Cortez y la Malinche o el Rey de España Juan Carlos de Borbón y Marta Gayá, Barbara Rey y la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein con la que andaba en la repugnante cacería de África del 14 de abril de hace cinco años, cuando sufrió una caída matando elefantes.
También las relaciones de Federico Chopin y George Sand se han recordado en estos días primaverales o las de Salvador Dalí y Gala, la mujer de Paul Eluard uno de los Poetas Malditos, o tal vez la pasión de José Vasconcelos el ex Ministro de educación con Antonieta Rivas Mercado que la lleva a suicidarse en París descerrajándose un tiro dentro de la iglesia de Notre Dame con la propia pistola del ilustre oaxaqueño y ex rector de la UNAM, o tal vez recordemos a Frida Kahlo y su romance con León Trotsky o a Piotr Ilich Tchaikovsky quien se ve obligado a suicidarse por el amor a un jovencito, lo que estaba muy mal visto en la sociedad del siglo XIX y lo mismo le pasó a Oscar Wilde que se enamora del joven Lord Alfred Bruce Douglas lo que le costó ir a la cárcel por la demanda del influyente padre del joven aristócrata por lo que había ocurrido en el bello e interesante hotel Cadogan de Londres.
En fin, quien sepa de amores que calle y comprenda, como escribió el gran Rubén Fuentes Gassón el de Ciudad Guzmán, Jalisco, en Luz y Sombra, no olvidemos a John F. Kennedy con Marilyn Monroe o a Clinton y Mónica Lewinsky o al corrupto Vargas Llosa con Isabel Preysler o a Hitler con Eva Brown, Salomón y la Reina de Saba o Spencer Tracy y Katherine Hepburn o el rey de Inglaterra Enrique VIII y Ana Bolena y muchos más, que usted sabe mejor que yo porque vive cerca de ellos, así que esta primavera esté usted atenta bella durmiente o usted abotagado amigo, porque cuando el amor llega así, llega así de esta manera, según la canción del venezolano Simón Díaz, Caballo Viejo, si no me cree, investigue, lea, estudie, cheque su mail.
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