Amores tóxicos ¿Cómo identificarlos?
El enamoramiento es quizás el estado emocional más intenso que un ser humano puede experimentar, el coctel de neurotransmisores en el sistema nervioso como la dopamina y la serotonina provocan que el enamorado sienta la necesidad de fundirse con su pareja; en esta etapa la pasión y el deseo son los protagonistas de la relación, se engrandece al ser amado y el efecto de “los lentes rosas” hace que la visón objetiva se nuble y desaparezcan todos los defectos, el éxtasis y la euforia embriagan al cuerpo: la energía emocional es incontenible; sin embargo, en ocasiones hasta el idilio más dulce se puede convertir en un amor enfermizo y peligroso que incluso puede llegar a poner en riesgo la integridad física y psicológica de los involucrados. Este tipo de relaciones se nombran tóxicas o patológicas.
¿Cuáles son las características de este tipo de relaciones?
El dolor y la insatisfacción se vuelven constantes, y la necesidad del uno por el otro así como las exigencias se convierten en el núcleo de la relación.
Para una persona que vive atada en un vínculo tóxico amar significa sufrir, por lo que existe un intenso malestar emocional de forma recurrente en distintos aspectos de la relación.
Asimismo al interactuar con la pareja se experimentan estados de ansiedad, cambios drásticos en el estado de ánimo, constantes sentimientos de culpa, ira, rencor y tristeza. La convivencia se vuelve hostil y la pareja mantiene una actitud defensiva, hay poco autocontrol en ambas partes, las discusiones son habituales y generalmente ya han rebasado los límites del respeto, por lo que son usuales las agresiones verbales e incluso físicas de forma mutua. Los celos patológicos y el hostigamiento son otros elementos que suelen estar presentes en este tipo de relaciones.
También pueden existir casos en donde alguna de las personas involucradas sea más pasiva emocionalmente, por lo que se sienta manipulada, humillada y profundamente lastimada.
No obstante, a quienes experimentan esta clase de vínculos les resulta extremadamente difícil ponerle fin a la relación. Esto se debe principalmente al temor a la soledad, una baja autoestima, a un patrón de relaciones interpersonales disfuncionales y sobre todo al apego generado hacia la pareja, el cual se define como “un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida”. Cuando existe un vínculo de este tipo hay una incapacidad para aceptar la perdida.
En normal que en una relación de pareja existan diferencias, situaciones de estrés y momentos difíciles, pero la responsabilidad sobre las propias emociones, el respeto, una comunicación eficiente y el aprendizaje que surge con las experiencias hace que la relación se enriquezca y no se convierta en una patología; el amor no tiene que ser sinónimo de sufrimiento.