COMETAS III
Escrito por Martha Guadalupe Gutiérrez Sánchez en Martes, 18 Febrero 2014. Publicado en Ciencia, Tecnología
CHICXULUB
En el año de 1980 con el lanzamiento a los ámbitos científicos y de investigación de la "Hipótesis de Álvarez", se alza un nuevo ciclo en la suposición de teorías acerca de la extinción de los dinosaurios, calculada hace aproximadamente 65 millones de años, que de acuerdo a lo que sostiene esta hipótesis, tuvo lugar una catástrofe de origen cósmico provocada por el impacto de un meteorito.
La base que sirve de sustento, es el hallazgo en Gubbio Italia de una capa de material entre el triásico y el cretácico que sugiere la existencia de dinosaurios, intercalada esta, en la parte superior por otra capa de un material extraño con alto contenido de iridio y superpuesta esta por otra capa en donde ya no se detecta ninguna presencia de los citados dinosaurios y si en cambio restos de una fauna muy diferente.
Sin embargo, Luis Álvarez premio Nobel de Física y su hijo Walter Álvarez, autores de la hipótesis, aún no contaban con indicios del sitio en donde podría haberse producido el impacto del citado meteorito y por algunos años su teoría quedó flotando e incluso se fue olvidando.
Ellos no tenían conocimiento que desde un año antes, en 1979 la paraestatal de Petróleos Mexicanos mediante una campaña de aplicación de métodos aeromagnéticos para determinar profundidad y espesor del basamento en zonas aledañas a la Península de Yucatán, costa afuera, habían detectado una extensa anomalía gravimétrica, que bien podría ser la zona de impacto del meteoro que necesitaban Los Álvarez para dar objetividad a sus suposiciones.
Sin embargo no sería sino hasta 1982, en que a través de unos cuadernos de divulgación científica y un acercamiento entre profesionistas de Pemex y los Álvarez, se pondría de manifiesto que la anomalía gravimétrica corresponde al impacto de un meteorito que de acuerdo a las estimaciones se relaciona en tiempo a la época en que desaparecieron los dinosaurios de la faz de la tierra, hace cerca de 65 millones de años.
El cráter de Chicxulub como es ahora conocido, fue formado por el impacto de un cuerpo celeste de entre 10 y 14 kilómetros, creando una morfología caracterizada por varios anillos en un padrón concéntrico, que dan origen a un cráter de cerca de 200 kilómetros de diámetro que choco con una fuerza mil millones de veces mayor a la bomba atómica de Hiroshima y provoco la extinción del 50 por ciento de las especies terrestres y el 70 por ciento de las marinas.
Las perforaciones que en 1994 llevó a efecto la UNAM, arrojaron como resultado grandes concentraciones de iridio, que han permitido de 1999 a la fecha México encabece una investigación multidisciplinaria internacional.
Cabe destacar, que no todos los investigadores y científicos aceptaron el hecho de la extinción de los dinosaurios a consecuencia del impacto de un meteorito, pues se contraponía a la evolución de las especies de Darwin, provocando gran polémica, además de que se habló de otra teoría en disputa que proponía la desaparición de las citadas especies con base a una serie de evidencias del registro, de erupciones volcánicas gigantescas en la India con edad comparable a la calculada para el impacto.
Sobre las evidencias de las grandes erupciones en la India, el científico mexicano Arcadio Poveda, presentó como hipótesis alternativa para fortalecer la teoría de Chicxulub, la suposición de que estas gigantescas erupciones son únicamente el resultado de la antípoda de impacto , ello es, las ondas sísmicas que se propagan sobre la superficie de la tierra que después de un choque se separan para converger precisamente en la antípoda del impacto el cual ciertamente es comparable a la edad del origen del cráter de Chicxulub.
NIBIRU
La repentina aparición del Ison, apareja una serie de versiones y expectación al correr rumores de que los telescopios más potentes han logrado detectar que tras del cometa se acercan otros objetos cual acompañantes del viajero celeste que recientemente se fundió al sol. Los reportes son controversiales, pero de manera general se menciona una esfera con dos acompañantes cilíndricos orbitando alrededor, de ser un cometa este es sumamente anómalo pues presenta fluctuaciones de velocidad y ajustes orbitales de carácter inexplicable.
No es tan fácil detectar y observar un cometa, es algo parecido a tratar de localizar un pedazo de carbón en un terciopelo negro, sin embargo algunos científicos Chinos, aseguran que cerca de la órbita de Júpiter una tenue mancha de luz se mueve a través de la oscuridad, pero es necesario esperar que la luz se acerque para tener mejor condiciones para identificarla.
Las anteriores consideraciones parecen convertirse en el cuadro perfecto que augura la aparición después de 3 mil 600 años del Décimo planeta: El Nibiru, el planeta de los dioses Anunakis, que vieron al Nibiru en los albores de la civilización Sumeria, una de las primeras culturas de la humanidad que evolucionaron entre los 5 mil 300 y los 2 mil años en los actuales territorios de Irak y Kuwait. A ellos se les atribuye entre otros grandes descubrimientos e inventos; la escritura cuneiforme, la rueda, las matemáticas, la geometría, la astronomía, la música, la escala musical de siete notas, la agricultura, el pentagrama y más de una veintena de instrumentos musicales.
Los Sumerios se consideraban a sí mismos como los mensajeros del tiempo y trascendieron a través de él, que el Nibiru en su paso por nuestro sistema solar es responsable de efectos catastróficos en donde la furia de la naturaleza se manifiesta incontrolable, por lo que señalan las profecías la existencia de un mecanismo planeado y ejecutado por los Sumerios para protegerse del malévolo Nibiru.
Se cuenta que la clave para activar esta protección se encuentra en la Gran Pirámide de Egipto más precisamente en la Meseta de Ghize a una distancia de 700 metros de esta y a cerca de 30 metros de la superficie, sitio que una vez localizado debe de coincidir con el hallazgo de la tumba del Faraón Keops , ya que ambos factores son determinantes para "encender" el sistema de seguridad para protección de la tierra contra el cataclismo que representa el Nibiru.
Cuenta la leyenda que al colocar la momia del Faraón en el aposento real, un gigantesco campo de energía protectora va a envolver la tierra y la pirámide generara una fuerza que la preservara de erupciones electromagnéticas del sol, peligrosos efectos gravitatorios causados por el décimo planeta y evitara la incursión de asteroides y meteoritos.
Otra excéntrica teoría de destrucción es sustentada por Michael Rampino de la Universidad de Nueva York, quien sostiene la Hipótesis de Shiva, que cree que la tierra esta sometida a un ataque cósmico como el que contribuyo a su creación cada 30 millones de años por lo que cada aluvión presagia un ciclo de muerte y vida. Esta Hipótesis adopto la designación de Shiva por el emblemático dios Hindú de la destrucción y creación.
Advierte Rampino que el próximo ciclo de destrucción empezara dentro de 5 millones de años, cuando un nuevo bombardeo provoque que una catástrofe global y extinciones masivas. Cabe señalar que esta hipótesis es muy controvertida y la mayoría de los científicos que la han analizado no ven ninguna evidencia sólida en los bombardeos periódicos y mucho menos en la posibilidad de predecirlos, nadie ha podido explicar que los desencadenaría.
Evidencias del poder destructivo de los cometas al impactarse en cualquier superficie son considerables, citando como un ejemplo, la estrella fugaz con la cola en llamas que en el año de 1908 hizo su aparición en Siberia y que con un fuego más brillante que el mismo sol estallo por fricción a cerca de 8 kilómetros de la tierra, no dejo cráter pero arraso con 100 kilómetros y miles de árboles.
Por lo anteriormente expuesto no resulta extraño que los investigadores y científicos dedicados a la astronomía, busquen maneras de prevenir y en su caso evitar la posibilidad de choques de objetos venidos del espacio con la tierra, para lo que hasta ahora se contemplan algunas soluciones entre las que se apuntan: lanzar cohetes contra los meteoros para disminuir su velocidad y cambiar su curso, aunque ello parece ser más difícil de lo que parece pues algunos cometas son porosos y absorberían como esponjas los cohetes.
También utilizar misiles nucleares para modificar la órbita de los cometas se ha considerado como una posible solución, aunque muchos se muestran reacios a ello por los riesgos que presupone el liberar energía solar en el espacio, por lo que optan por proponer también, que se introduzcan explosivos al núcleo y provocar un estallido interno. En fin, las ideas son muchas, están sobre la mesa y van desde las más simples del uso de cohetes, a las más sofisticadas como es la utilización de rayos láser para derretir el hielo de que están compuestos los cometas.