Crisol Internacional: “Bajo las sombras del Pacífico, Islas Pitcairn”
Si de experiencias femeninas se trata y especialmente la de SER MAMÁ, existen un sinnúmero de historias y costumbres que compartir que son como gotas de lluvia que harían florecer la campiña y el desierto. “SER MAMÁ” en cualquier región geográfica significa estar dispuesta a hacer compromisos y tomar acuerdos conciliatorios entre las múltiples actividades, trabajos y responsabilidades que llevamos sobre nuestros hombros y en nuestros corazones las mujeres y SER MAMÁ a principios de un nuevo siglo conlleva muchas nociones de cambio, ajustes por la evolución del rol de género en todo el mundo.
Tal como lo afirman los especialistas y las conocedoras en la materia, “SER MAMÁ" nos cambia la vida definitivamente ya que fomenta nuestro crecimiento personal. Además en un mundo cada vez más tecnificado y competitivo surge el reto para las madres profesionistas de poder gestionar o atender varios asuntos a la vez, volverse más prácticas y también más críticas y perseverantes pero a la vez pacientes y capaces de resolver problemas, pero sobretodo administrar y optimizar el tiempo. Así las noches de desvelo de las MADRES OCUPADAS son comunes, ya sea para cuidar un hijo enfermo, ayudar a terminar alguna tarea escolar o bien doméstica o concluir algún trabajo que “¿malamente? nos trajimos a casa y que urge para el día siguiente o peor aún, si en algún momento nos volvimos nuestras propias jefas o líderes del equipo de trabajo y por ello deberíamos dar el ejemplo a los demás como “LA MADRE MODERNA PERFECTA”, cuando en el fondo nos achacan sentimientos de culpa de haber descuidado a alguien o algo, especialmente a la familia. Por todo ello es el momento ideal para una vez más reflexionar sobre nuestro potencial como mujeres, madres y profesionistas y reconocer nuestra oportunidad histórica de poder integrar nuestro talento y nuestras capacidades a un mundo moderno, lleno de desafíos que requiere de nuestras voces para defender lo justo y aportar nuevas fuerzas e ideas frescas que quizás tengan la base en legados ancestrales rescatados y refinados… valorando en toda su dimensión la esencia del ser femenino.
Curiosamente y relacionado con el pasado y futuro de las madres, justo inmerso en el laberinto marino de las miles de islas dispersas en el Océanos Pacífico se encuentra la última colonia británica de nombre Pitcairn, poseedora de una historia apasionante desarrollada sobre una superficie que mide apenas 47 km². Las cuatro Islas que la conforman fueron descubiertas por los españoles en el Siglo XVII y pobladas cien años después en 1834 por los ingleses y que hoy representan un territorio aún pendiente de un proceso de descolonización según los ordenamientos y disposiciones de las Naciones Unidas y de esta manera poder convertirse en un Estado libre e independiente. Pitcairn fue poblado por marineros ingleses alrededor de 1790, algunos de ellos amotinados del célebre barco Bounty que debía regresar de Tahití a Inglaterra y que desobedeciendo las órdenes a la Corona británica y encantados por la belleza singular de las mujeres polinesias, los marineros optaron por quedarse y esconderse en Pitcairn para vivir una nueva aventura y procrear una nueva familia y vida. De hecho fueron aquellas mujeres decididas hace ya más de dos siglos que también se amotinaron, defendiendo sus derechos y sus libertades para dar el paso trascendental que dio origen a la fundación de las Islas Pitcairn.
A la fecha las mujeres y especialmente las MADRES de esta sociedad isleña han jugado un rol importante para el mundo ya que fue el primer y el más pequeño territorio en cuanto a población en el mundo en lo que se refiere de aprobar el sufragio universal femenino con las mismas condiciones y características que el masculino, un hito feminista que se remonta a 1838 y que integró políticamente la democracia más pequeña del mundo. Igualmente cabe desatacar que a pesar de su tamaño las cuatro islas están llenas de sorpresas y significado histórico que ha sido redescubierto por la industria cinematográfica, especialmente para recrear entre otras el famoso “Motín del Bounty”.
Hoy la sobrevivencia de un par de docenas de familias pitcainenses se da gracias al turismo, particularmente por el arribo de 10 cruceros al año que aportan el 80% de su sustento económico. La fabricación de souvenirs hechos a mano por diestras y ocupadas artesanas, así como la producción de miel y el cultivo de frutas tropicales también proporciona ingresos a sus habitantes. La vida de estos isleños es cada vez es más dura y las amenazas del cambio climático podrían orillarlos a emigrar a zonas más seguras y quizá a un mejor porvenir. Para algunos Pitcairn podría representar el edén y para otros el fin del mundo, obvio es señalar que queda su fragilidad en lograr conservar su gran legado histórico y patrimonial, sus lenguas criollas únicas, pero más aún, cuidar y vigilar que en un lugar tan apartado del resto del mundo NO se cometan delitos graves como lo fueron los delitos sexuales cometidos contra menores. Una vez más la voz de las mujeres y particularmente de las MADRES, en su mayoría muy jóvenes, se alzó para ser escuchadas más allá de la inmensidad del Océano Pacífico ante los tribunales internacionales, denunciando hace un par de años los hechos de crímenes que sacudieron el mundo y que ameritaban castigos ejemplares. Hoy para muchos resulta difícil comprender que la tolerancia sexual y con ella la práctica de la endogamia había sido una costumbre ancestral de los pueblos polinesios en defensa de sus tribus y su sobrevivencia y que aún persiste poniendo un gran sombra no solamente sobre este paraíso terrenal del Pacífico sino también sobre muchos rincones ocultos del Planeta, encubriendo delitos que la consciencia de una MADRE difícilmente olvidará y que con todas su energía y fuerza aliviará…
P.S.: https://www.piensaprofuturo.com/articulo/ser-madre-en-el-siglo-xxi-183
https://josueferrer.com/2017/09/05/pitcairn/
https://fronterasblog.com/2011/10/17/pitcairn-la-isla-de-la-endogamia/
Imagen: https://www.imagenesmy.com/ Mujeres de la Isla Pitcairn