Crisol Internacional: “Chiapas, México- en el alma de la naturaleza”
En la vida podemos emprender diferentes tipos de viajes tanto a destinos exóticos o muy lejanos, como también viajes imaginarios, virtuales o los llamados “tours” con todo incluido, pero podemos optar por recorridos mochileros o en total contraste por viajes “nice” con considerable confort y opulento consentimiento, pero no hay como los viajes de aventuras, cuando experimentamos cada mañana una nueva hazaña y los eventos cotidianos nos toman por sorpresa y literalmente tenemos que dejarnos fluir y apoyarnos en la experiencia. A su vez, podemos tener la suerte y fortuna de habernos convertido en auténticos trotamundos y conocer grandes urbes como por ejemplo: Nueva York, Londres, Paris, Roma, Berlín, El Cairo y la gran Ciudad de México, o haber tenido el privilegio de disfrutar de paisajes naturales como las legendarias regiones montañosas de Escocia, los bosques de encanto de Europa Central, las pintorescas costas del Mediterráneo, las infinitas estepas del Este de África, pero sinceramente, no hay como hacer un viaje hacia “ lo tuyo” o “casi tuyo” , cuando lo has adoptado con cariño, es decir reconquistar la “madre patria” de Norte a Sur.
Quizás a algunos de nosotros se nos inculcó el deseo de conocer desde nuestra tierna infancia, primero un sitio como el Parque de Chapultepec en la Ciudad de México o bien el Hongo de Balandra, monumento natural situado a media hora de La Paz, B.C.S., o en el caso personal, los enigmáticos bosques del Harz en Alemania, donde los Hermanos Grimm, se inspiraban para crear sus cuentos de hadas, con enanos y ogros, antes de visitar Disneylandia o a las metrópolis internacionales. Si éste fuese el caso ¡qué afortunados!, que desde pequeños se nos educó hacia el aprecio por lo nuestro y aprender a valorar los recursos naturales, los monumentos históricos y de alguna forma nuestro propio origen, del cual, por más lejos que nos movamos en el espacio y tiempo, jamás nos podremos desprender por completo en nuestras mentes y mucho menos en nuestro corazón. También hay viajes, cuyo propósito es algo espiritual y por ende de profusa reflexión y nos resulta por ello fascinante, profundo, de larga introspección y sobre todo, de muchas y variadas aventuras. Efectivamente como dice el dicho, “Como México no hay dos”, y yo agregaría “Como Chiapas tampoco”… esa es una tierra mágica y misteriosa en todos los sentidos de la percepción. Además, pocos saben que Chiapas provee el 28% de las reservas de agua del país, 47% de la energía hidroeléctrica y 30% de la vegetación de México, datos que merecen nuestra consideración y respeto por la significativa aportación de ese estado a la economía y a la biodiversidad de nuestro país.
Después de los conflictos armados de los años noventa en esta zona, existía un clima de incertidumbre, luego vislumbramos un nuevo proceso de re estabilización social y del cese de todas las trifulcas y contradicciones diseminadas por los medios masivos de comunicación que sembraron el escepticismo, duda y quizás hasta aprensión en la opinión pública, tanto nacional como internacional, para no arriesgarse y visitar aquellas verdes tierras del jaguar, de la grandeza y del esplendor del Imperio Maya, de las aguas azules cristalinas, indudablemente del exquisito café y sobre todo, del gran corazón y espíritu de su pueblo. Ante estas realidades no hay más que arriesgarse, ya que no hay peor cosa que arrepentirse por no haber hecho algo así en la vida. Entonces, iniciando en Tuxtla Gutiérrez, donde las sonrisas francas de su gente y el gran sentido hospitalario al son de una Marimba. Hay que explorar las aguas e historias misteriosas que nos cuenta el caudaloso río Grijalva y ver en el Cañón del Sumidero, asombrándonos con sus monumentales cañadas, siendo a veces acompañados de cocodrilos y llegar a ver el altar de piedra a la Virgen de Guadalupe, lo que permite crear entonces una armonía entre naturaleza y espiritualidad. San Cristóbal de las Casas, una joya eternamente colonial, con un clima fresco y placentero que nos ofrece y comparte un descanso cultural, ideal para todo viajero por sus pintorescos y coloridos callejones, andadores y mercados casi inigualables en folklor y sabor y la presencia de sus iglesias y templos que invitan al visitante a renovar su fe, cualquiera que esta sea y especialmente fortalecer su espíritu de aventura. Y si de sabores se trata, Chiapas es un paraíso culinario con bebidas tradicionales como el Pozol, chocolates calientes y reconfortantes y sabrosísimos cafés.
El Estado cuenta con gran variedad de platillos preparados con especias y curiosamente menos chile que en otras regiones del país, como son el delicioso Tasajo (carne de res cortada en finas rebanadas, marinada en salsa de achiote), pollo en mole (una salsa preparada a base de chiles, especias y chocolate) y puerco en pipián (salsa con base de semillas de calabaza). Pero basta también con comer un simple elote en un pueblito mágico como Zinacatán para saborear a toda esta región, con su aroma a leña, brillos de ámbar y el inolvidable crisol multicolorido que va más allá de cualquier sueño, a través de los trajes típicos de sus habitantes, sean Chamulas, Tzotziles, Tzeltales, Lacandones o Choles, por mencionar solamente algunas de sus 12 etnias que trabajan arduamente para preservar sus culturas ancestrales. También hay que brindarle un tributo a los sabrosisimos quesos de bola de Ocosingo, que cuentan con una caducidad envidiable por la mayoría de los quesos del mundo y segura y secretamente el deseo oculto de todos los ratones internacionales. Esos quesos ya han conquistado los paladares exigentes de los mercados mundiales. Otros tesoros que encierra Chiapas son indudablemente sus extensas zonas arqueológicas de Toniná, Palenque, Bonampak y Yaxchilán, cuyas ruinas tienen una singular expresión de la historia y del arte que para el privilegiado visitante, puede recrearse e imaginar su propia versión de la historia pre-colonial y apartándose de la modernidad nos permite asombrarnos con el genio arquitectónico de esos antepasados. También es casi obligatorio para el viajero sumergirse en los bellos lagos multicolores, cascadas y ríos que invitan a la aventura pura, al gozo o al “relax” instantáneo, con un gran poder curativo. Chiapas, como muchos Estados de la República Mexicana tiene muchos rostros y ellos están reflejados en sus paisajes naturales y humanos.
Particularmente, las mujeres chiapanecas en sus diversas etnias y son sin duda excelentes artesanas, comerciantes y sobre todo, mujeres que luchan cada día por un mejor mañana y que como sus hermanas de otras regiones y de otros países del mundo, se levantan muy temprano y no descansan hasta haber cumplido con su jornada de trabajo, que puede durar más de 20 horas al día…pero sin perder su amabilidad y una ternura característica y única hacia su familia. Ahora bien, cuando años atrás se lanzó la campaña publicitaria “Ven a Chiapas” y se trato de reivindicar al estado e impulsarlo al mundo, atrayendo más visitas, se pudo muy bien cambiar una imagen deteriorada y despertar así un nuevo interés y una motivación para viajar y visitar este olvidado y paradisiaco rincón de México. Después de más de una década se ha logrado captar muchas miradas y escuchar más voces de esta parte de México, pero aún faltan más apoyos para sus habitantes, sobre todos para sus mujeres y niños para lograr un mejor desarrollo, pero respetando, sus derechos, sus costumbres, su patrimonio natural y cultural y entonces expresar: “Yo Siempre regresaré a Chiapas, por ser el alma de la naturaleza”.
P.S Más que cualquier bibliografía esta vez te recomiendo…” vivir tu propia aventura en Chiapas”, ya que es seguro, bello e inolvidable.