Crisol Internacional: “De una tierra lejana, fría y dormida, Siberia”…
Conforme avanza el invierno en las latitudes del hemisferio Norte se acortan las horas de luz, y con ello se incrementa más el frío por lo que los seres vivos cambian sus hábitos, buscando temprano refugio en sus guaridas tras haber almacenado provisiones para los largos y crudos días invernales. A su vez otros animales especialmente adaptados inician sus largos periodos de invernación. El ser humano no es la excepción de esta conducta observada en el reino animal: primeramente nos abrigamos más para hacerle frente a temperaturas más bajas, cambiamos nuestra dieta por alimentos que nos proporcionan más energía y preferimos las bebidas calientes sobre las frescas y definitivamente nos gusta más estar cómodos y acurrucados en casita que fuera de ella. Realmente es sorprendente que nuestro cuerpo esté preparado para hacer frente a la disminución de temperaturas e incluso para utilizarla como un estímulo. Al evolucionar, los seres vivos incluyendo a los seres humanos, han incorporado en su funcionamiento fisiológico los cambios necesarios que se suceden con asiduidad. El organismo los aprovecha para regular el calor corporal, así como también el sistema nervioso, el hormonal e inmunitario. Para comprender más sobre la adaptación del hombre a climas extremos baste echarle un vistazo a las regiones nórdicas, donde las temperaturas gélidas han afectado no solo a la naturaleza y la biología, sino también desde las primeras civilizaciones y asentamientos el modus vivendi de sus habitantes.
Regiones como Siberia, un vasto territorio que se ubica en la parte asiática de Rusia y que también se denomina ocasionalmente bajo diferentes nombres como: Asia Septentrional, Asia del Norte o el Norte de Asia y corresponde justo a la región que se extiende desde los Montes Urales en el Oeste, hasta el Océano Pacífico en el Este, colindando además al Norte con el Océano Ártico y al Sur con Kazajistán, Mongolia, Corea del Norte y China. Adicionalmente el Río Yeniséi divide a Siberia en dos partes, la occidental y la oriental. Aunque Siberia representa aproximadamente el 76 % del territorio de la Federación Rusa debido a su clima extremadamente frío, es el hogar del solo 28 % de la población rusa con aproximadamente 36 millones de personas y una densidad de población promedio de tres habitantes por km², parecida a la densidad de Australia, convirtiendo por ello a Siberia en una de las regiones más escasamente pobladas de la Tierra.
Existen fuentes históricas y antropológicas que afirman que el nombre Siberia proviene del turco y significa “Tierra dormida”, otra versión dice que procede del nombre tribal se los sibires, nómadas euroasiáticos que llegaron a las zonas boscosas, las taigas, donde predomina un clima sub-ártico muy extremo, con veranos cortos, pocas horas de sol e inviernos largos y crudos. En las zonas más al Norte de Siberia, caracterizada ecológicamente como tundra y con un clima extremadamente frío donde las temperaturas pueden bajar a los -50 ºC y en la en Siberia Oriental, más exactamente en Verjoyansk se han registrado temperaturas inferiores a -68 °C. Hablando del clima extremo y de la naturaleza, amplias zonas siberianas tienen un suelo permanentemente congelado conocido como permafrost principalmente ya en las cercanías del círculo polar ártico, situación que dificulta la construcción y la introducción de redes hidráulicas en los dispersos asentamientos humanos que existen, lo cual convierte la vida cotidiana en un auténtica hazaña para sobrevivir a temperaturas muy extremas. Históricamente, Siberia fue tierra de tribus nómadas y especialmente de comerciantes de pieles, piedras preciosas y especias como los yenets, los nenets, los hunos, uigures, votiacos, komis, yakutos y tuvanos, hasta que fue conquistada por los mongoles en el siglo XIII y donde posteriormente se creó el Kanato Autónomo Siberiano, una entidad administrativa que finalmente se subordinó a los ejércitos militares rusos. Durante la segunda mitad del siglo XIX Siberia se volvió la “tierra prometida” de nuevos inmigrantes rusos, predominantemente campesinos y con la construcción del Ferrocarril Transiberiano (1891-1903) nuevas oleadas de prisioneros de la Rusia europea o de territorios ocupados por Rusia como Polonia, arribaron a esta gélida zona, la que más tarde durante el mandato de Stalin fue utilizada para construir campamentos de prisioneros, conocidos históricamente como Gulag, donde los internos estaban sometidos a trabajos forzosos. Así se forjó también el concepto para “Siberia” como un sinónimo de “exilio y castigo”.
Sin embargo, durante y después de la Segunda Guerra Mundial muchas actividades industriales, mayoritariamente relacionadas con la economía primaria, ya que la región cuenta con los depósitos más grandes del mundo de níquel, oro, plomo, molibdeno, diamantes, zafiros, plata, zinc, además de extensas e inexploradas reservas de petróleo y gas natural, siendo más abundantes en la fría y remota región oriental. Lo que sitúa a Siberia como una zona extraordinariamente rica en minerales, ya que contiene minas de casi todos los metales económicamente valiosos, lo que motivó que conjuntamente se fueran creando nuevos polos de desarrollo que hoy significativamente aportan a la prosperidad de la Federación Rusa. Hablar de Siberia es también imaginar y comprender enormes distancias y la adversidad de condiciones geográficas y climáticas críticas que obstruyen y dificultan la explotación de los recursos y que demuestran que es sin lugar a dudas un entorno muy difícil para la existencia humana. Asimismo y justo por las condiciones tan extremas de sobrevivencia y adaptación del hombre a estas tierras se viven y practican refranes populares como “druz’yá paznayutsa v bidé”, que significa “los amigos se conocen en la desgracia, es decir “un amigo en la adversidad es amigo de verdad”…
Reflexionando sobre las condiciones del climas extremos, no solamente en Siberia, sino también del Ártico y de la Antártida y sobre la misma naturaleza humana y nuestra capacidad infalible de adaptación e integración social, nos puede quedar más claro que en el mundo actual de los “likes” y “favoritos”, la AMISTAD ES UN VALIOSO TESORO, más que cualquier otro recurso y que a pesar de las distancias y el actual distanciamiento social debemos cuidar y cultiva, y no dejar que se “enfrié o congelé”, sino retroalimentarla y estar puestos para apoyar a quien nos necesite en estos momentos, cuando tal vez no nos encontramos en “Una tierra tan lejana, fría y dormida” como lo es Siberia, sino cómodamente en el calor de nuestro hogar….
P.S.: https://www.cuerpomente.com/salud-natural/adaptarnos-frio-salud_5553
https://www.muyinteresante.es/cultura/articulo/siberia-la-conquista-del-lejano-este-491474354526