Crisol Internacional: “De Venganzas y Vergüenzas…”
Podemos caminar bajo la luz de la luna llena, pasar un día entero en alguna de las playas más bellas de Baja California Sur, contemplando los paisajes que nos rodean y no solamente los naturales, sino también los humanos, disfrutando y así valorar lo mucho o poco que tenemos, o también podemos pasar días enteros sin hacer gran cosa, dedicarnos a nuestras rutinas cotidianas, despertar, bostezar, quizás hacer un poco de ejercicio, desayunar, llevar a los hijos a la escuela o si ya no nos toca este ritual, pasar cerca de sus escuelas con miradas nostálgicas… trabajar mucho o poco, saludar o no saludar a los compañeros, tomar café, té, agua o lo que más nos guste, darle la vuelta al banco y revisar nuestras pequeñas fortunas o grandes deudas, dentro o fuera de las horas de oficina y también podemos emprender pequeños o grandes asuntos, socializar un rato, o tal vez ya sea la hora de la comida, de la novela… del partido de futbol o simplemente del “relax”, antiguamente conocida como la “siesta”. Durante todos estos instantes estamos escribiendo nuestra propia biografía o historia personal y este hecho lo compartimos TODOS los ciudadanos de la aldea global. Sin lugar a dudas, no habrá escapatoria alguna de nosotros mismos durante estos momentos: podemos viajar muy, muy lejos y visitar los lugares más exóticos de la Tierra, aventurándonos como lo hemos hecho durante el último año con las reflexiones culturales del Crisol Internacional, pero el viaje con nuestro YO de cada día es de las pocas cosas infalibles y confiables en nuestra existencia, por lo tanto se plantea la interrogante de ¿cómo quisiéramos pasarla con nosotros mismos? Ante este planteamiento casi existencialista, nos pueden invadir muchas dudas, temores y pensamientos encontrados, pero ojalá también afloren una u otra alegría, mucha motivación y sobre todo esperanza. El tema o más bien dicho “el viaje con nuestro YO” es indudablemente bastante íntimo y por ende muy subjetivo…
Seguramente habrá lectores que afirmarían a la primera que ellos simplemente la quisieran pasar “muy bien”, o “chido” como dicen los jóvenes actualmente, y probablemente podría haber un relativo consenso mundial acerca del tema: “ESTAR BIEN, TODOS LOS PUEBLOS Y NACIONES”. ¿Entonces, porqué muchos, y me refiero a más allá de la mitad de la población mundial, la pasa muy mal por muchas razones? Sin querer abordar ahora una vez más el discurso sobre pobreza, miseria, catástrofes, violencia incesante y violación de derechos humanos por todos los horizontes cabe la pregunta ¿qué es lo que ocurre realmente fuera de las noticias, reportajes e imágenes dramáticas con las que nos saturan a diario…qué pasa con las relaciones humanas? Basta citar uno de los encabezados de las noticias recientes que afirma que “Investiga Israel acto de venganza tras el asesinato de joven palestino”, que fue encontrado en una zona boscosa de Jerusalén, tras haber sido secuestrado, y que podría ser una posible venganza por la muerte de tres jóvenes judíos en Cisjordania…hecho como este ocurren lamentablemente en muchas partes del mundo, dejando nuevas víctimas inocentes y familias en duelo. ¿Será acaso que muy tristemente la VENGANZA, tan antigua como la humanidad misma, se haya convertido en una acción rutinaria tan poderosa que obstruye no solamente un camino hacia la libertad, sino también hacia la felicidad y la paz de los pueblos y que además, los actos vengativos o “ajustes de cuentas” se han apoderado del mundo en que vivimos y que compartimos TODOS?
Ante estas cuestiones cabe una breve reflexión. Los psicólogos opinan que “la venganza es la búsqueda de una satisfacción por el daño o agravio recibido”, o sea lo opuesto al perdón, con la gran diferencia que la venganza altera, trastorna y a la larga enferma, mientras que el perdón tiende a curar las heridas tarde o temprano. Abundan los ejemplos tanto históricos como contemporáneos acerca de los actos vengativos o “desquites”, tanto en el ambiente internacional, nacional, local y lamentablemente también personal, donde la violencia ha adquirido muchos nuevos rostros. Si únicamente nos podemos a pensar sobre el largo y complicado historial de los conflictos políticos, religiosos, económicos- especialmente por el petróleo- entre naciones, al parecer la humanidad ha sido capaz de construir una nueva Torre de Babel para jamás ponerse de acuerdo, entenderse y querer vivir en paz.
Dentro del ambiente internacional de las más de 240 naciones independientes y territorios dependientes que conforman a la Tierra, tampoco se han logrado cambios sustanciales cuando se trata de venganzas, así ocurren desgraciadamente en todos los niveles, estratos sociales y zonas geográficas: entre gobernantes y gobernados, líderes de opinión y público, empresarios y competidores, vecinos y aún más tristemente, en las escuelas entre “compañeros” bajo un nuevo término, llamado “bullying”, que ni siquiera termina en el espacio físico de un país, sino se extiende como una gigantesca serpiente venenosa por el ciberespacio sin fronteras y por lo mismo, dentro de todas las redes sociales que en este momento dejan de ser “sociales” y se vuelven sitios potencialmente hostiles y casi tenebrosos para el usuario; peor aún y pintando el cuadro completo, también y desafortunadamente afectando al ámbito familiar que se ha vuelto más frágil ante los escenarios externos más violentos, más veloces y rapaces si no prestamos suficiente atención y más vacios en cuanto a las relaciones humanas…
Ahora bien, ante este escenario también se requiere de la atención y del interés de TODOS y es donde cabe el sentimiento de la VERGÜENZA, un sentimiento muchas veces tachado como “tradicional o moralista”, sin embargo, la vergüenza “surge de una evaluación negativa del YO y brota cuando hemos cometido una acción que trasgrede nuestros principios éticos y por lo tanto sirve para corregir nuestras conductas y mejorar como personas”. Interesantemente las culturas orientales, especialmente la japonesa defiende el honor como una de sus máximas morales y cualquier acto que atenta en su contra es considerado vergonzosa u ofensiva para el orgullo y la dignidad de un pueblo. Mientras que en Occidente, las culturas se guían más por principios de culpabilidad y en el caso de algún atropello, delito o falta grave a las normas sociales convenidas, habrá sanciones o amonestaciones respectivas.*
Como sea, el sentimiento de vergüenza se puede considerar como un mecanismo de defensa y en la medida que tomemos control sobre esta emoción o mejor, la prevenimos, actuando con más conciencia, prudencia y tolerancia, será más fácil evitar un conflicto o resolver un problema. En otras palabras, no resulta tan negativo que nos de vergüenza después de haber cometido un error o una “metida de pata”, por más que pueda bajar nuestra autoestima como individuo, comunidad o pueblo, nos enseña una lección y nos pueda hacer más reflexivos y responsables. Así que, la vergüenza nos puede brindar una segunda oportunidad para reparar un daño causado, impulsarnos para reflexionar sobre nuestros errores pequeños o grandes y ayudarnos a cambiar nuestra actitud y también amplia nuestra perspectiva para ser: menos cobardes, más sensibles y tolerantes para poder prescindir “De Venganzas y Vergüenzas”…
P.S.: http://filosofia.laguia2000.com/filosofia-y-psicologia/la-venganza
http://psicologosenmadrid.eu/verguenza-definicion/
*Interesante estudio antropológico de Ruth Benedict: Chrysantheme und Schwert. Formen der japanischen Kultur. Suhrkamp, Frankfurt am Main 2006
Vea también Salman Rushdie “Vergüenza”, polémica novela acerca de la convulsión política de Pakistán.