Crisol Internacional: “Déjame ser NIÑO…los niños migrantes de África”
SER NIÑO en cualquier parte del mundo debería significar el acceso a una serie de derechos universales básicos que están bien definidos y fundamentados en la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y también décadas antes en 1924, cuando la entonces llamada Sociedad de las Naciones aprobó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño siendo cimentados y expresados como“ el derecho de los niños a contar con los medios necesarios para su desarrollo, a recibir ayuda especial en épocas de necesidad, a tener prioridad en las actividades de socorro, a gozar de libertad económica y protección contra la explotación, y a acceder a una educación que infunda conciencia social y sentido del deber…”
Sin embargo, cabe mencionar también que tristemente desde hace ya varios siglos se ha dado en muchas formas y matices la explotación infantil, lo que también impulso un movimiento muy activo para proteger a la niñez y su desarrollo integral, mismo que fue promulgando en 1959 durante la Asamblea General de las Naciones Unidas con la denominada Declaración de los Derechos del Niño, que reconoce ”el derecho del niño a la educación, el juego, la atención a la salud, y a un entorno que lo apoye…”; creándose al término de la Segunda Guerra Mundial en 1946 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ( UNICEF ) para que se vigile, cuide y proteja su buen cumplimiento. Indudablemente, y según los mismos reportes de la UNICEF, las normas internacionales sobre los derechos del niño avanzaron notablemente durante el siglo pasado; sin embargo, persisten problemas para que esos ideales lleguen a ser una realidad para todos los niños, sin importar la geografía, el estatus social y mucho menos el color de su piel…
A través del tiempo la UNICEF ha tenido que reformular y reestructurar las metas, planes y proyectos de apoyo para la niñez, prestando durante las últimas dos décadas mayor atención hacia los niños refugiados y los niños migrantes por diversos motivos, tanto sociales, como políticos, y así elaborar un nuevo programa enfocado hacia la protección contra la explotación y la violencia de todo tipo; además procurar la no detención de los niños que solicitan refugio y mantener y fortalecer unidas a las familias y dotarlos de un estatus legal, así como también el poder brindar acceso a los servicios de salud de calidad, y promover medidas contra la xenofobia, la discriminación y el racismo.
En este contexto se ha tenido que prestar especial atención y desarrollar acciones inmediatas de protección continua durante la ruta de los niños migrantes desde el Norte de África hacia el Mediterráneo Central lo que según informes recientes de la UNICEF ha implicado “Una travesía mortal para los niños”, por los riesgos extremos que enfrentan los infantes en su trayecto desde la África subsahariana hasta Libia, tratando de cruzar hacia Malta e Italia. Testimonios de los mismos niños sobrevivientes hablan de “de violencia, hostigamiento o agresión a manos de adultos en algún momento del trayecto.” Además, casi la mitad de las mujeres y los niños entrevistados denunciaron “haber sido víctimas de abuso sexual durante la migración, a menudo múltiples veces y en múltiples lugares….”
Escuchar las cifras elevadas de muertes infantiles, abusos y agresiones contra los infantes en cualquier rincón del mundo y especialmente en las regiones menos favorecidas, NO nos puede y debe dejar indiferentes, sino motivar a crear una conciencia colectiva y la voluntad de iniciar desde nuestra casa con un buen y justo trato hacia los pequeños, respetando su autonomía y sus derechos en todo momento y tener el valor de denunciar cualquier transgresión de ellos.
Ahora bien, y retornando hacia el aún y para la muchos el misterioso continente africano, podemos preguntarnos porque la ruta migratoria desde la África subsahariana hacia el Mediterráneo implica tantos riesgos y peligros y las respuestas se hallan en las mismas palabras de los niños:”Esta ruta está bajo el control de los malos… contrabandistas, traficantes y personas que tratan de atraparnos….” Asimismo también hay reportes de que “en los centros de detención libios –administrados tanto por ese Gobierno como por las milicias armadas– vivían hacinados en duras condiciones, sin alimentos nutritivos ni refugio adecuado”, en otras palabras NO hay paso seguro y mucho menos para los niños que por diversos motivos deciden huir de la miseria, del hambre, de la violencia y de las inclemencias del tiempo en sus tierras natales.
Antes de que iniciara la pandemia había cifras aproximadas para poder cubrir las necesidades de casi 200 mil niños refugiados y migrantes buscando apoyos al Sur de Europa, especialmente en Italia y Grecia. Hoy las estadísticas sobre el número de los niños refugiados y migrantes desde África y por ende de las necesidades reales a cubrir aún NO son muy claros; simplemente ha quedado claro que los campos de refugiados tanto en el Norte de África como en varios puntos de Europa están constantemente al límite de sus capacidades y las organizaciones civiles dedicadas a la protección de los infantes están siendo rebasadas… El dato reciente de que 9 de cada 10 niños NO están acompañados en su riesgosa travesía por el Mediterráneo lo que deriva y abre muchas interrogantes y particularmente la de qué ¿en que momento se perdió esta prometedora esperanza del futuro de “Déjame ser NIÑO….”…déjame en el lugar donde nací para poder reír, jugar, hacer y deshacer, déjame comer un par de dulces y también escuchar un cuento de las “buenas noches”, sintiendo la caricia de una mano que me cuida, que me protege y que me guíe mientras soy pequeño…?”
P.S.: https://www.unicef.org/es/convencion-derechos-nino/historia
https://www.unicef.org/lac/comunicados-prensa/una-traves%C3%ADa-mortal-para-los-ni%C3%B1os-la-ruta-de-la-migraci%C3%B3n-desde-%C3%A1frica-del
