Crisol Internacional: “Fashion lost… en el Desierto de Atacama, Chile”
Cuando de moda se trata, hoy lo llamado e identificado por muchos como “fashion”, siempre se puede cambiar, romper y reconstruir acorde a diversos gustos, géneros y estilos y definitivamente el nuevo milenio inicio con un exorbitante crecimiento en el consumo de prendas de vestir y accesorios de moda con toda clase y amplia variedad, pero sobre todo rediseñando para todos los tamaños de bolsillo y economías. Este hecho, entonces ha favorecido a muchos jóvenes “fashionistas” el poder cambiar y muy a menudo desechar las prendas para seguir a la moda o “trendy”. Considerando además que para las nuevas generaciones es sumamente importante estar “in” o en sintonía con lo último de las pasarelas internacionales, para aparentemente brindarles y proporcionarles una mayor seguridad, autoestima, confianza y pertenencia a un determinado círculo social; sin tener que profundizar más en el tema de “vestimenta y trato social“ que lamentablemente se sigue rigiendo por las superficialidades, estereotipos, prejuicios y etiquetas, dejándose confundir y guiar por las apariencias actuales…
Ahora bien sin caer en contradicciones, está bien vestir a la moda, seguir la tendencia, vestir bien y cada quien a su gusto y acorde a su economía….PERO también cabe la reflexión sobre la adquisición desmesurada y desordenada de vestimentas y accesorios, pero sobre todo el desecho acelerado en ciertas zonas del mundo, causando y contribuyendo negativamente con montañas de basura y contaminación. Para evitar o aminorar este problema podemos empezar a arreglar y ordenar con un “cara a cara” con nuestro ropero, closet y cajones o para algunos las “cajas mágicas” llenas de prendas, accesorios y otros pequeños tesoros, que fueron una vez portados y al parecer guardados para una eternidad o “por si acaso”, y tal vez ceder, donando, regalando u ofreciendo a precios accesibles algo de lo que realmente ya NO nos queda o guste y minimizar así para vivir más ligeros y menos preocupados por tanta ropa y tantas cosas materiales. O mejor expresado a través del pensamiento del escritor naturalista estadounidense Henry David Thoreau “No te preocupes demasiado por conseguir cosas nuevas, ya sea ropa o amigos. Las cosas no cambian nosotros cambiamos. Vende tu ropa y mantén tus pensamientos abiertos y positivos…”
Actualmente como es bien sabido el mundo enfrenta el creciente reto de la contaminación por diversos materiales y uno de los más graves que ya se ha venido multiplicado durante las últimas décadas es el causado por desechos de ropa y accesorios; ya que el consumo excesivo impulsado por astutas campañas de marketing de las cadenas de moda multinacionales, han creado diversas temporadas con nueva ropa cada año y han hecho crecer de manera exponencial los desechos de textiles en el mundo. Así, estudios recientes informan que “cada segundo, el equivalente a un camión lleno de ropa es enviado a un vertedero. Ahí se acumulan en toneladas y tardan unos 200 años en desintegrarse….”
Precisamente en el gran desierto de Atacama ubicado al Norte de Chile y que cuenta con una extensión d105 000 km², hay un impactante “cementerio textil” que ya ha causado mucha polémica, preocupación e indignación mundial. Se estima que aproximadamente 39.000 toneladas de ropa usada o y de apenas temporadas pasadas acaban como basura en este lugar con frecuencia, una zona franca del Puerto de Iquique, localizado a 1,800 kms de Santiago. Lo sorprendente es que llega no solo de Chile sino de todas partes del mundo, desde China y Bangladesh hasta prendas hechas en Europa yen los Estados Unidos. Esto es debido a que Chile es el primer importador de ropa usada en América Latina. Desde hace 4 décadas entran al país toneladas de ropa para abastecer las tiendas y justo estas prendas provienen de los Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia y terminan al Norte de Chile en el Desierto de Atacama, en una zona de importadores e impuestos preferenciales. Los comerciantes del resto del país seleccionan ahí las prendas para sus tiendas pero el excedente ya no puede salir por la aduana, así que se queda ahí, acumulándose año tras año, porque es considerada como una zona franca. Esta ropa no la aceptan en vertederos municipales porque tiene muchos químicos y no es biodegradable, creándose un verdadero problema medioambiental y un paisaje bizarro, casi apocalíptico tristemente formado con botas de esquiar, suéteres navideños, disfraces y ropa de gala dispersa en pleno desierto…siendo sus residuos tan tóxicos como el plástico…
Existen estimaciones al respecto que afirman que: “Aproximadamente 20,000 prendas se revenden entre emprendedores locales o las toman inmigrantes con poca capacidad adquisitiva.” Según testimonios de los mismos visitantes a esta zona sobre los llamados “recicladores” se dice que “tristemente se ha vuelto común verlos en el desierto de Atacama a altas horas de la noche sumergidos en montañas de ropa, seleccionando lo mejor que encuentren para venderla o quedársela.” Y así se inicia un proceso de reciclaje efectivo debido a la necesidad, aminorando mínimamente el problema como si cayeran gotas sobre este gran desierto…
Ahora bien según los informes correspondientes de los organismos descentralizados de las Naciones Unidas: “La producción mundial de ropa se duplicó entre 2000 y 2014. Actualmente compramos un 60% más de ropa que hace 15 años, pero la utilizamos la mitad de tiempo que antes.” Sin lugar a dudas este consumo frenético de ropa ya le está pasando factura al Planeta Tierra y según algunas organizaciones medioambientalistas internacionales: “La industria textil es responsable del 20% del total del desperdicio de agua a nivel mundial, es la segunda industria más contaminante del Planeta” Asimismo se calcula que aproximadamente el 73% de los materiales que entran en esta industria terminan en vertederos o incinerados.” Todo esto provoca un fuerte impacto medioambiental y un gran gasto en la gestión de residuos. Además, solo un 15% de todo lo que se produce en la industria textil termina siendo reciclado de alguna u otra manera. Un 12% se reutiliza para confeccionar otros productos como relleno de almohadas o colchones, paños de limpieza o alfombras. Y apenas un 2% se pierde durante la recogida o el procesado y solo un 1% se convierte en nuevas prendas.
Así se va manifestando el alto costo de la moda rápida o “fast fashion”,resultado de una la industria que está constantemente expuesta a denuncias de trabajadores sub-pagados, para no decir explotados, donde adicionalmente existe trabajo y maltrato infantil, además de condiciones deplorables para producir masivamente, hechos que adicionalmente amerita otra y más profunda reflexión sobre el “Fashion lost…o la moda tristemente perdida en el gran desierto de Atacama en Chile” y también alrededor del mundo…
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60130419El enorme basurero en el desierto de Atacama