Crisol Internacional: Haití- borrón y cuenta nueva de una realidad olvidada
Revisando la agenda internacional y tomando conciencia de los actuales conflictos en Siria, Ucrania y Venezuela, para únicamente mencionar los más recientes y candentes, quién realmente se está acordando y preocupando por Haití, los eventos desafortunados que allí ocurrieron hace relativamente poco y de sus días aún muy difíciles por venir? Apenas hace un par de décadas cuando se escuchaba el nombre de la Isla de Haití, era como oír una canción romántica en un destino turístico exótico en las Antillas; tal vez elegido por lunamieleros privilegiados o viajeros aventurados; era la asociación con cultos misteriosos como el Vudú, con sabrosos platillos criollos, ritmos musicales agitados o cadenciosos y paisajes tropicales. Sin embargo, durante la década de los años noventas esta pequeña nación, que colinda en su espacio isleño con la República Dominicana, limitando hacia el Norte con el Océano Atlántico y hacia el Oeste y Sur con el Mar Caribe, a una distancia aproximada de 1300 km de las costas Mexicanas, ha estado constantemente en las noticias por sucesos alarmantes como por ejemplo, sus crecientes índices de violencia en todos los ámbitos, los dramáticos golpes de Estado, la vertiginoso proliferación del VIH/SIDA, poseer el más bajo índice de desarrollo humano y el nivel más alto de pobreza y marginación en la región de América. Estas estadísticas preocupantes han movido a la opinión pública en una dirección no siempre favorable y hacia el limbo de la intolerancia y solidaridad humana. Aunado a lo anterior, según The World Factbook, el 80% de su población o más que 8 millones de habitantes, viven bajo el umbral de pobreza y dos tercios de ella es dependiente del sector agrícola o de la pesca, organizados tradicionalmente en explotaciones pequeñas de subsistencia, fragilizadas por la carencia y empobrecimiento del suelo disponible y de la ayuda e interés exterior. Bajo este lúgubre escenario social y económico, la fuerza de la naturaleza tuvo y añadió además la última palabra con un devastador terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter, causando más que 300 000 personas muertas, es decir el equivalente a las poblaciones de las ciudades de La Paz, Santa Rosalía, Todos Santos juntas y dejando más de 1 Millón de personas sin techo, cobijo y alimentos durante días, que finalmente sumaron meses; entonces nos preguntamos ¿dónde quedan la esperanza, la fe y el espíritu de lucha? ¿Qué tan rápido pueden sanar las heridas físicas y emocionales de un pueblo que ha vivido en constante conflicto interno y con grandes carencias a lo largo de su historia y en los años recientes? Imaginarnos simplemente que la pobreza es muy extrema en la mayoría de la población, tanto que los ingresos no alcanzan para adquirir un poco de arroz u otros alimentos básicos, debiendo alimentarse para subsistir con una especie de galletas hechas de lodo (barro), manteca vegetal y sal, que son vendidas a bajo precio, lo que acarrea secuelas de desnutrición, enfermedades y otros males físicos como es en la actualidad la proliferación del cólera. Hoy, solo la mitad de los niños de Haití están vacunados y solamente el 40% de ellos tienen acceso a la asistencia médica básica. Incluso antes del terremoto del 2010, casi la mitad de las causas de sus muertes eran atribuidas al VIH/SIDA, infecciones respiratorias, meningitis y enfermedades como la diarrea, el cólera y la tifoidea. El 90% de los niños del Haití sufren de enfermedades, deshidratación y de parásitos intestinales. Aproximadamente el 5% de la población adulta sufren del VIH. Los casos de tuberculosis son de diez veces más altos que el promedio del resto de América Latina. La Organización Mundial de Alimentos y Agricultura, FAO estima que la mitad de la población Haitiana se encuentra en una situación de extrema pobreza, con menos de 1 dólar o 13 Pesos al día, lo cual nos debe motivar a reflexionar y quizás aún en los tiempos de recesión global hacer una nueva valoración de nuestra propia situación social, laboral, económica y de vida; es decir, apreciar más el pan o la tortilla de cada día, quejarnos menos de nuestras carencias , así como también respetar más a nuestro entorno familiar, de amigos, vecinos y colegas. Ahora bien, cómo ha superado Haití algunos de sus muy graves problemas? Posterior al temblor de Enero 2010, se estima que más que 200 000 habitantes emigraron al país vecino de República Dominicana, otros más, sin saberse cifras exactas, forman parte de los inmigrantes legales e ilegales hacia los Estados Unidos (Florida, Luisiana, Nueva York, Boston y Washington, D.C.), o de Canadá (Montreal y Quebec), las Islas Bahamas, Cuba, México y Francia, aligerando así temporalmente la presión demográfica sobre el espacio territorial y permitiendo al nuevo gobierno un reordenamiento político, social y económico, tratando de compensar las crecientes necesidades con escasos recursos y limitada ayuda externa. A su vez la fuerza y voluntad del mismo pueblo haitiano es el pilar que de forma solidaria se ha levantado de su dolor y de sus penas para reconstruir sus casas, escuelas, tiendas, carreteras y hospitales, haciendo así eco a la ayuda internacional. En cuando a la poca industria existente en el país, el sector turístico para intentar salir de la crisis busca su reactivación a través de campañas publicitarias como “Haití, vive la experiencia¨, promoviendo el turismo de sol y playa con la naturaleza, la aventura, los paisajes paradisíacos y los lugares históricos y bellos. Otro ejemplo representa la industria del perfume, específicamente el aprovechamiento de la planta Vetvier, abundante y casi única en el mundo de la cual se extrae un costoso aceite para la elaboración de finas fragancias que se exportan a Suiza, Francia y los Estados Unidos a través de la compañía de Carribbean Flavors and Fragances, retribuyendo así el comercio exterior aun de forma modesta y hasta artesanal al desarrollo económico de la isla. Aparte de esta fragancia Haití exporta también algunos productos tropicales como: café, caña de azúcar, cacao, textiles, sisal, que alcanzan mejores ganancias en los mercados internacionales y de lo que se espera un crecimiento económico favorable por encima de los 5% para el presente año. Es este conjunto de aromas y realidades olvidadas por otros acontecimientos, que nos dejan un sabor agridulce, debemos al menos reflexionar sobre el testimonio de una de sus habitantes jóvenes*, quien expresó, que: “Al nivel espiritual, somos un pueblo al que le gusta rezar sin duda, pero hay otros que prefieren la magia. Con eso creen que pueden hacer todo, pero no es así. Si oramos realmente sin hipocresía, sin rencor, sin odio, si nos amamos mutuamente como a nosotros mismos, Haití podría salir de este atolladero...”