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Crisol Internacional: La Caricia de Mamá

Escrito por Andrea König Fleischer en Martes, 19 Mayo 2015. Publicado en Amor, Cultura, Sociedad

 

A lo largo de la historia de la humanidad y  tanto antes como después de la creación  del  lenguaje hablado y de la palabra impresa, se ha dicho y escrito tanto sobre las mamás, que realmente resulta muy desafiante añadir  nuevas reflexiones sobre el complicado y  maravilloso arte de ser MADRE. A pesar de ello es más que justificable y relevante dedicar un Crisol Internacional a la titánica labor de las madres de todo el mundo, ya que de manera igual,  y empero de las diversas y distintas diferencias en razas, lugares, y tiempos, a todas las horas, todos los días  de sus vidas, con la misma y única convicción de hacer  una  entrega total: las madres de todo el mundo brindan su amor y  sus cuidados de diferentes maneras. Bien dice el dicho “Madre solo hay una “…  y considerando  esta sabiduría popular y observando a “la madre Naturaleza o la fuerza Superior” y sobre todo el ejemplo de nuestras propias madres,  la vida nos ha dotado con una serie de habilidades, fortalezas y  talentos que por instantes parecen sobrenaturales, que nosotras mismas ni siquiera sabíamos que teníamos,  poderes increíbles que nos surgen y acompañan a la hora de enfrentar y apoyarnos en las múltiples desafíos que emprendemos dese el primer momento mágico en que nos convertirnos en Madres.

Cabe resaltar, que no es la intención de la autora el glorificar o sobredimensionar el rol de la madre en una sociedad, porque al fin y al cabo, todas somos humanas con defectos, errores   pero sobre todo, con un  carácter y atributo  muy peculiar que nos ayuda a enfrentar momentos de crisis familiares y en especial con los hijos.  Así se presentan constantes retos  de tener que actuar como educadoras, psicólogas, administradoras, veterinarias (porque también nos  convertimos en “la mamá de nuestras mascotas”) plomeras, jardineras, cocineras y casi siempre asesoras personales y confidentes de TODOS en la familia. Ante esta escenario tan poco aburrido  y muy alborotado, se nos ha dotado  de un don especial  que  a su vez es  polémico, el del “Instinto Materno”, que significa  asumir sacrificios y responsabilidad, que va  acompañado del instinto natural de sobrevivencia de nuestra especie, disparado por el profundo y misterioso deseo de: cuidar, luchar, amar y proteger a los que se encuentran a nuestro alrededor y a los que necesitan de nuestro apoyo.

A diferencia de los demás mamíferos, nosotras por lo general podemos elegir ser madres, amamantar y criar a nuestros bebés. Es más, según los expertos en psicoanálisis, el deseo de tener un hijo no responde a una necesidad vital de las mujeres, sino de la necesidad particular de cada mujer, dependiendo mucho de su contexto social y geográfico, así como de su manera de entender la vida. Interesantemente es justo este “Instinto Materno” que ha marcado la diferencia en el mundo y lo que ha cobijado y que sigue cobijando  como una gigantesca  y milenaria manta a incontables niños tanto en el bienestar social, como en  la pobreza o  circunstancias de miseria y no sólo  durante y después de las guerras, en los campos de refugiados en África y otras partes del mundo, o recientemente entre las ruinas de Nepal, tras los devastadores terremotos, sino también en el comedor de alguna asociación altruista organizado por mamás que cuidan de  los niños desamparados o  de la calle. Es  justo por  el  “Instinto Materno” que siempre nos abrigo  y nos  estrechó  una mano protectora en algún momento de nuestras vidas, dándonos  fe y  ánimo de seguir adelante, de creer en nosotros y de vivir hacia un nuevo ideal de vida, mejor que el que dejamos atrás y  que la humanidad sigue su desarrollo en forma diferente a aquello que tenían nuestras mamás y abuelas, las que sin perder su misión  tenían que vivir  con  menos oportunidades de desarrollo, de igualdad y de justicia.

El “Instinto Materno” según  el consenso entre los psicólogos, sociólogos y antropólogos,  surge  en el momento mismo del nacimiento, no antes y  consiste en  el deseo profundamente interno de proteger y cuidar al recién nacido y pruebas de ello existen en  todas partes  y sociedades del mundo. Podemos recorrer la Tierra de Norte a Sur y de Este a Oeste y vamos a encontrar  de manera  extraordinaria,  sorprendentes y maravillosos ejemplos de lo que se conoce como el “Instinto Materno”, brindando amor, apoyo, seguridad, protección y el cobijo que marca la diferencia en el futuro desarrollo infantil y juvenil.Ahora bien, no hay certeza de que exista un reloj biológico donde aparezca instintivamente el deseo de ser madre y en la mayoría de los estudios serios se decantan más hacia el lado racional, donde cada mujer lo decide por diferentes motivos, que por razones netamente biológicas. Sea como sea,  valorando el  innegable rol que la madre ha jugado siempre en la sociedad,  cada una debería ser dueña de su vida y tomar la decisión que motive su mayor felicidad y escoger lo que más le convenga en una situación personal, dejando a un lado las opiniones y presiones sociales. Así, ser madre y convertirse en una mujer más responsable, a pesar de todos los “sacrificios” que pueda implicar, se compensa simplemente con una sonrisa sincera, un abrazo, un beso y un GRACIAS MAMÁ, cada día que la tenemos cerca, basta para mantener a la mayoría de nosotras felices, con ánimo de levantar a las 2 de la mañana para  dar una medicina, correr  como una ambulancia  para llegar a tiempo a la escuela, cargando una maqueta olvidada, consolar las penas cuando los hijos adolescentes “adolecen” de todo y de nada, limpiar desde pañales,   salpicadas  en las primeras  obras de arte,  las de las  imberbes cocinas experimentales,  o los campos de batalla a la hora de las tarea, sin olvidar  las huellas de una fiesta inolvidables en casa.

Efectivamente las MAMÁS de todo el mundo merecen más que la celebración de un día al año, ya sea en Mayo o en otra fecha y si  los esposos se pusieran a hacer cuentas por sus acciones cotidianas, estarían tremendamente endeudados durante varias  décadas con ellas. Sin embargo, tampoco  se trata de hacer meramente un frío cálculo, sino una reflexión y sobre todo un recordatorio cariñoso  que trascienda al día dedicado a su celebración y que ayude a crear un mejor equilibrio entre las parejas y sus aportaciones. La  mayoría de  los PAPÁS  aportan  mucho no sólo monetariamente, sino trabajando, cuidando y cada vez más dispuestos a cambiar de rol y desempeñar tareas que tradicionalmente estaban consideradas como solo femeninas o netamente “ maternas”; así  el “ Instinto Materno”, trae en nuestra época un nuevo rostro que no necesariamente tiene que ser el de una mujer, sino de los PADRES RESPONSABLES , UNIDOS Y FELICES, que sin lugar a dudas siempre valoraran y responderán a la  “La caricia de Mamá” …

P.S.: Dedicado a la memoria de mi  Mamá, Erika König y su  extraordinario ejemplo de vida y lucha.  

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