Crisol Internacional. “La petite France, Isla Martinica”
Cuando las temperaturas bajan y el ambiente se vuelve más frío, la mayoría de nosotros anhelamos el calor de los rayos del sol y este deseo casi siempre motiva a nuestra mente e imaginación hacia los paraísos tropicales isleños que el mundo aún encierra y especialmente aquellos ubicados en el Mar del Caribe. Justo ahí se encuentran bañados por aguas turquesas 13 Estados sobreaños y 17 territorios dependientes, esparcidos en una vasta zona oceánica de 2,763 800 de km². Pensar en estas paradisiacas islas es mentalmente tomarse unas vacaciones, soñando con visitar esos lugares exóticos de paisajes prístinos, aguas cristalinas y llenos de aventuras y emociones como si estuviéramos dibujando una acuarela impresionista, donde los diferentes tonos azules y verdes hacen magia al perderse en la noche estrellada. Si esto fuera poco, en algunos de estos edenes podemos evocar también la nostalgia francesa de la “vie en rose”, ya que algunos recrean una especie de “Petite France en medio del mar que en esta ocasión nos llevará a la Isla Martinica, que fue descubierta por Cristóbal Colón en 1502 para posteriormente formar a principios del siglo XVII y desde 1946 oficialmente parte de las Antillas francesas y hoy un territorio considerado como un Departamento en Ultramar de Francia (DOM).
La Martinica cumple con todas las expectativas que tienen sus visitantes, ya que es un lugar, donde habita gente tranquila y muy hospitalaria que lleva un ritmo de vida relajado y alegre todo enmarcado en un clima tropical. La superficie de la isla cubre sólo sesenta kilómetros de largo y veinte de ancho o sea un poco más pequeña que la Isla Ángel de la Guarda, ubicada en la porción Norte del Golfo de California; su terreno es muy montañoso, lo que genera y lleva al viajero a una verdadera aventura al querer explorarla, ya que sus estrechas carreteras y caminos son generalmente sinuosos, llenos de empinadas cuestas, colinas y acantilados, sin faltar los clásicos baches después de las copiosas lluvias temporales. Algunos zonas en esta paradisiaca isla son verdaderos sets para películas de acción como “Rápidos y furiosos” por ello, siempre se aconseja la precaución al manejar en esos caminos desconocidos así como también, prepararse ante posible atascos en las brechas o bien, demoras en la zona centro, debido a la gran cantidad de ciclistas que durante los fines de semana salen también a pedalear por las montañas. Como en casi todas las Antillas, la gastronomía de la Martinica se basaen productos marinos, pescado y mariscos, complementando así una cocina rica en proteínas y vitaminas con los múltiples atributos nutricionales del plátano, los cocos y otras frutas tropicales que le dan a cualquier platillo local un sabor exquisito y fresco y prueba de ello son los deliciosos entremeses, conocidos como los accras, que son una especie de buñuelo con pescado y fruta o igualmente el suculento guacamole antillano, los cangrejos al coco y las típicas nieves tropicales y no menos importante el omnipresente plátano, ya sea de delicioso postre, solo o servido flambeado con ron caribeño, o bien en mermelada, pastel, tarta, helado, macedonia, batido, frito, asado, o hervido como hojuela o chip para la botana fruta que siempre garantiza y una experiencia culinaria caribeña inolvidable…
A su vez el antillano se caracteriza por su buen humor y su innata alegría, espíritu familiar y amistoso enfocado a las comidas en grande y multitudinarias para celebrar cualquier ocasión o evento y que marcadamente forman parte inseparable de su cultura. Un viajero siempre se sentirá bienvenido y bien acogido por y las risas y sonrisas que en Martinica son contagiosas. Al igual que otras partes del mundo y especialmente en las regiones isleñas donde se mezclan las lenguas, religiones y los legados culturales resulta importante “seguir la corriente” al ser un invitado a sus casas. La lengua oficial en la isla es el francés, así como también el criollo, una mezcla del francés e inglés con influencias de la cultura africana que se escucha popularmente y se habla especialmente por las personas mayores en las calles y ayuda sin duda el poder aprender un par de vocablos locales que permitan siempre “romper el hielo” con los lugareños y que mágicamente crea una puente de comunicación y amistad…
Recorriendo esta “Petite France” del Mar Caribe, al igual que en la bella Francia algunos artículos o servicios tienen precios exclusivos y esto es válido tanto para el alquiler de una habitación como una comida en un restaurant lujoso, pero a su vez la Martinica siempre ofrece opciones para cada bolsillo y su increíble y exuberante paisaje verde, parecido a la selva amazónica y el Congo Central y especialmente las arenas blancas de sus playas compensan al viajero en cada instante. En términos económicos la isla, como muchas otras en la región depende fuertemente de los ingresos provenientes de la exportación de sus productos primarios, especialmente del plátano que representa alrededor del 75% de todas sus exportaciones y cada semana zarpa de la zona un buque cargado con 5 mil toneladas de guineos hacia Europa, siendo esta parte fundamental de la economía de la isla vulnerable ante los riesgos climáticos que pueden arruinar sus cosechas por los huracanes. El sector bananero es tan intenso en la creación de empleos, que uno de cada veinte habitantes trabaja en ella y esta industria se ocupa también de las nuevas generaciones, procurando mejores posibilidades educativas y prestaciones y con ello una mejor vida. Asimismo, la visión de sus dirigentes y empresarios gira en torno de cuestiones ambientales, la modernidad informática y la competencia internacional.
Por todo esto siempre valdrá la pena visitar y recorrer la Isla Martinica para descubrir sus encantos naturales, su cultura y su peculiar estilo gastronómico; explorar a la vez sus alrededores y sus jardines exuberantes llenos de árboles frondosos donde vuelan colibrís juguetones, así como también poder a la vez admirar sus monumentos históricos como la fortaleza de Fort Saint Luis y caminar por sus senderos a lo largo del Monte Pelee, un antiguo volcán, sin olvidar la visita obligada a sus mercados de artesanías al final del Malecón que es un agradable paseo costero o bien, gozar de sus bellas playas como la muy exclusiva del Diamante o también es posible darse una vuelta por las lujosas Galerías parisinas Lafaeytte para disfrutar del auténtico estilo y sabor de esta “Petite France” en el Mar de Caribe..
P.S.: https://www.caribbeanislands.com/es/
https://www.france-voyage.com/francia-gastronomia/martinique-departement.htm
https://viajealaesencia.com/isla-de-martinica-10-cosas/
https://www.exotictasteofeurope.eu/wp-content/uploads/2017/06/03-Bananas-de-Matinica.pdf
https://www.minube.com/que_ver/martinica