Crisol Internacional:“La segunda vuelta al mundo-¿un choque de culturas?”
Dicen por ahí, que ¡“los viajes ilustran”! Vaya que sí, pero también a veces fatigan, tensionan e implican ciertos sacrificios y riesgos, tanto personales como económicos. Sin embargo, a fin de cuentas, los recuerdos son dividendos de la vida, ya que las experiencias y anécdotas adquiridas durante alguna travesía, no solamente se cuentan y comparten con un cierto orgullo, sino que al recordarlos, producen una felicidad incomparable, y por ello, se atesoran como los souvenirs que felizmente traemos a casa. Para los lectores experimentados, así como también para los pioneros que han seguido semana a semana el Crisol Internacional, se darán cuenta que con estas reflexiones ya le hemos dado una segunda vuelta al mundo. Durante este recorrido primeramente tuvimos la oportunidad de saborear del Gran Desierto del Sahara en compañía de los Tuareg, pueblo nómada que aún habita en esas grandes regiones de África del Norte y que siguen teniendo un rol importante en las actividades comerciales en esa remota parte del mundo donde aún se preservan muchas costumbres y tradiciones ancestrales. Posteriormente cruzamos con nuestra lectura y mente el Océano Índico para asomarnos brevemente a la vida moderna y acelerada del pequeño Estado de Macao, al Sur de China, que no solamente es el lugar más poblado del mundo, sino también, cuenta con una hiperactividad económica basada en juegos y apuestas en casinos ultramodernos e impresionantes que generan exorbitantes ganancias. De esas luces y una aparente opulencia nos dirigimos posteriormente hacia una zona menos lejana de México, pero casi olvidada, la isla de Haití, la que apenas hace tres años fue azotada por unos de los temblores más intensos que se han presentado en la historia moderna de América Central. Este terremoto dejó como resultado miles de muertos, damnificados, devastación y peores condiciones de vida y necesidades extremas de salud. Así, ese país sigue sufriendo en la actualidad y depende casi por completo de la ayuda y solidaridad internacional para poder recuperarse de la destrucción física y moral. De esta zona y sus heridas salimos a navegar por el Atlántico y el Mar Mediterráneo, hacia Europa, en la búsqueda de un puerto seguro, encontrándonos entonces con las contradicciones del desarrollo socioeconómico en un país Ex̶ socialista: Albania, en el corazón de los Balcanes. Para concluir nuestra segunda vuelta al mundo viajamos casi hasta el fin de la tierra, a la muy remota y exótica isla de Tasmania, descubriendo llagas dolorosas en su pasado y tesoros naturales en su presente. Durante todos estos recorridos acariciamos el mar, incluso durante las visita con los Tuareg al cruzar junto con ellos el Gran Desierto llegamos a la costas del Norte de África. Así, a través del Crisol Internacional y sus recorridos pudimos aprender y contrastar cinco naciones tan distintas: dos isleñas -Haití y Tasmania-, una península-Macao-, un país costero- Albania- y otra zona geográfica inmensa – Subsahara-. Estas travesías semanales nos permitieron, escuchar lenguas, acentos extranjeros y dialectos muy poco conocidos como por ejemplo el “Tamahac” y el albanés; asimismo diferenciamos sus culturas y costumbres, haciendo conciencia sobre hechos históricos y contemporáneos, algunos muy violentos, otros trágicos como en Tasmania y Haití respectivamente. Recorrer el mundo por segunda vez también implicó transitar con la mente abierta al enterarnos de costumbres, tradiciones y realidades en el que el rol de género es diferente a la concepción que tenemos en la mayor parte de México y aún es muy distante de una equidad de género y emancipación de las mujeres. No obstante, después de estos viajes nos quedamos con varias impresiones sobre algunas semejanzas históricas y culturales, como por ejemplo: tanto en Tasmania como en Baja California Sur habitaron tribus nómadas que sobrevivían de la caza, pesca y recolección de frutos. Una más es que aún en estos días de absoluta modernidad y tecnología, el Sahara aún alberga pueblos nómadas; o bien que así como en La Paz hay aficionados a las apuestas y el juego y que no les importa ningún desvelo, hasta las altas horas de la noche para probar su suerte en un casino, igual ocurre en Macao en el Sudeste asiático, recordando de paso que el famoso “Casino Royal” de James Bond tomó lugar a corta distancia de Albania. Tampoco debemos olvidar que en Tasmania como en Baja California Sur, se protege la fauna y flora existente a través de Parques Naturales de una forma análoga a la normatividad oficial. En ambos sitios tan remotos uno del otro, existe una creciente conciencia ecológica, cuidando las islas, las sierras, la especies, estableciendo por ejemplo la Biósfera del Vizcaíno o el Parque Acuático de Loreto, y aunque aquí no tenemos el “Diablito de Tasmania”, contamos y conservamos una gran diversidad de especies marinas y terrestres: ballenas, delfines, lobos marinos, tortugas, berrendos y borregos cimarrones. Además, así como los Tuareg son buenos mercaderes lo son algunos habilidosos comerciantes locales, trayendo curiosamente muchas importaciones chinas por rutas comerciales aún más lejanas que los que emprenden mismos Tuareg. En otras palabras, existen e indudablemente persisten diferencias culturales entre los pueblos que conforman al mundo, pero resulta más interesante dentro del Crisol Internacional, examinar las semejanzas culturales, buscar la óptica multicultural, encontrando y valorando los rasgos y elementos comunes de la humanidad en una sociedad cada vez más interconectada y global. Asimismo, se puede plantear si durante estos viajes ocurren choques culturales y cómo se manifiestan. El fenómeno del choque cultural se ha definido por expertos en la materia como: “Las tensiones y sentimientos de malestar que resultan de tener que satisfacer las necesidades cotidianas, como son alimentarse, cuidar la salud y mantener las relaciones interpersonales en formas a las que no se está acostumbrado”. * Si partimos entonces de la premisa que al cruzar una frontera geopolítica, “TODO PUEDE SER DIFERENTE A LO CONOCIDO”: desde la lengua que se habla, la comida que se ingiere, la vestimenta que se usa, el clima que nos rodea, los paisajes naturales, los días festivos que se celebran, el chiste que se aplaude, los regalos que se hacen, la música que se escucha, la divinidad que se venera, los abrazos y besos que se dan y por supuesto los valores que se comparten. Entonces, lo mejor que podemos hacer para enfrentar los momentos de “choques culturales” es relajarnos, mantener la mente, el corazón y espíritu abiertos y reflexionar sobre nuestro propio entorno para disfrutar lo desconocido, lo misterioso, lo intrigante y lo nuevo. De esta manera se puede amortiguar el estrés, la ansiedad y la frustración; tal vez evitemos una experiencia amarga y en lugar de sufrir de un choque cultural, experimentamos un momento de deleite multicultural, encanto, felicidad reconquistada y seguramente muchos recuerdos inmemorables.
P.S.* Interesantes y breves aportaciones sobre el tema del choque cultural http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/ http://www.worldwide.edu/travel_planner/culture_shock.htmlelchoquecultural.htm