Crisol Internacional: “Lecciones de un huracán… Antigua Barbuda”
Escrito por Andrea König Fleischer en Viernes, 13 Septiembre 2019. Publicado en Andrea König Fleischer, Columnistas BCS , Crisol Internacional, Cultura, Sociedad
Durante la temporada de lluvias en las diversas zonas geográficas del mundo muchas personas ven con ansias las nubes en el cielo, otras prefieren consultar los sitios especializados en la red como el Weather Channel, National Huricane Center o los pronósticos de clima en algún buscador o bien, a través de los canales de televisión. Sobre esto nuestros antepasados sabían casi a la perfección cuando se avecinaba un buen chubasco, simplemente observando la naturaleza y también a ciertos animales, utilizando plantas como la pimpinela escarlata, insectos, anélidos como las sanguijuelas y también otros fenómenos naturales como el movimiento de los astros, que sorprendentemente y a menudo resultaban fiables. Sin lugar a dudas, tanto los prodigiosos “storm glass” o “cristales de tormenta” como los antiguos barómetros inventados hace casi cuatro siglos, han sido instrumentos confiables para medir las variaciones de la presión atmosférica y también han sido especialmente relevantes en expediciones como la del legendario Charles Darwin; es por eso que guardan un lugar y un valor especial en la predicción de las tormentas, siendo incluso y todavía muy útiles a la fecha para los navegantes.
Ahora bien, la mayoría de nosotros hemos pasado y sobrellevado alguna tempestad climática y desde pequeños nos fuimos acostumbrando, aprendiendo y adaptándonos en nuestra forma de vivir, construir y asegurar nuestras casas y patrimonio, asunto que no resulta nada fácil en las islas donde por sus condiciones sus habitantes quedan expuestos a los caprichos del clima y han tenido que desarrollar una verdadera cultura de prevención. Históricamente la zona del Mar Caribe ha sido el centro de los huracanes más poderosos que han devastado poblados y ciudades, islas y las costas circundantes ya que están directamente expuestas a ellas. La misma interacción entre los vientos de las ondas tropicales y las aguas calientes del mar desatan una gran energía que origina el proceso de formación de un ciclón tropical. Desde 1780 existen registros de poderosos y destructores huracanes en el Mar Caribe sobre las Islas de Martinica, Barbados, Santa Lucia, Puerto Rico, así como también en la costa Este de los Estados de las Unión Americana como Florida, Texas y Luisiana donde a su paso causaron muerte y severos daños que tomaron mucho tiempo en poder ser reparados y especialmente superados emocionalmente en el recuerdo de aquellos que los vivieron y sufrieron.
En este contexto las Islas de Antigua y Barbuda con una superficie menor a los 500 km² es uno de los trece países que conforman la América Insular, Antillas o Islas del Mar Caribe estando ubicada al Norte de las Antillas Menores, limitando al Sur con la Isla Guadalupe, al Suroeste con Montserrat, al Oeste con San Cristóbal y Nieves y al Noroeste con San Martín. Su nombre español fue otorgado originalmente por Cristóbal Colón en 1493, en honor de la Virgen de la Antigua y el nombre de Barbuda, se refiere a las ”barbas” de líquenes que colgaban de sus palmeras y que le daban ese aspecto. Estas islas fueron marcadas tanto por sus conquistadores españoles y también franceses a los que sucedieron ingleses en 1667, quienes explotaron durante casi tres siglos las plantaciones de azúcar con la mano de obra esclava que oficialmente ya había sido abolida por el Parlamento inglés en 1838, siendo un año después, hasta que en 1939 que intervinieron los sindicatos para ponerle un fin y fue hasta 1981 que Antigua Barbuda obtuvo el estatus de miembro independiente de la Mancomunidad de Naciones.
Justo en esta zona de bellas islas tropicales es donde los huracanes del Caribe han pegado con más furia, como hace apenas dos años cuando el poderoso ciclón Irma destruyó el 97% de la Isla Barbuda. Irma fue el huracán más potente jamás registrado en el Atlántico que dejó muchas víctimas y más de 1,600 refugiados que por razones climáticas que fueron evacuados a la vecina Isla Antigua. Con el 90% de las infraestructuras de las islas destrozadas, árboles y postes de luz caídos y playas vírgenes dañadas, el gobierno de Antigua y Barbuda estimo que reconstruir la isla costaría entre 200 y 250 millones de dólares, un dinero del que no dispone, por lo que ha apelado a la ayuda de la comunidad internacional. La isla por sus daños quedó casi desierta y a pesar de que ya hayan transcurrido dos años existe la amenaza de que se use la reconstrucción como pretexto para comercializar tierras comunales que hasta la llegada del huracán habían pasado de generación en generación. El fantasma de la tragedia sigue sonámbulo no solamente en la Antigua Barbuda, sino muchas otras zonas como Bangladesh, Indonesia, Haití, Puerto Rico y más reciente Bahamas y la costa Este de los Estados Unidos y Canadá y de esos trágicos ejemplos bien quedan algunas lecciones por asimilar y aprender. La fuerza de la naturaleza es sin duda alguna capaz de infundir miedo y angustia y eso definitivamente sigue siendo un hecho tangible y a pesar de la existencia y el impacto de las nuevas tecnologías, el temor latente no ha cambiado. Si vivimos o viajamos a una zona de riesgos de tormentas hay que aprender de las lecciones del pasado, hacer caso a las indicaciones y recomendaciones de las autoridades de Protección Civil o en el caso extremo de los militares y grupos de rescate, tener claro los puntos alternos de salida de las casas, la ubicación de los albergues más cercanos, tener los documentos y cosas valiosas listos y compactos, pero sobre todo, “no jugar al valiente” sino valerse por la familia, los amigos, vecinos y no olvidar a las mascotas. Una buena cultura de prevención debe ir de la mano con civismo y la civilidad y la obligación moral en esas emergencias de apoyar y cuidar de los demás, no quedarse con los brazos cruzados o esperar que el gobierno en turno tome las riendas de nuestras vidas.
También y principalmente después de un desastre cada uno de nosotros tiene una oportunidad real para SER MEJOR, pero porque esperar que esto ocurra, si bien nos podríamos inspirar con ejemplos como de uno de los sobrevivientes del huracán Irma en Antigua Barbuda, donde Freeston Thomas, un hombre de 67 años refugiado por razones del clima, que en sus ratos libres dibuja escenas de cómo se imagina el futuro cuando vuelva a su tierra. Él expresa: “Quiero cambiar un poco las cosas a mi alrededor para que sean más resistentes a futuros huracanes”, señalando las páginas de su cuaderno, donde ha diseñado cómo quiere reconstruir su casa después de que los vientos de Irma volaran el techo de zinc y arrasaran con el interior. “No tengo los recursos materiales, pero sí que tengo los recursos mentales”, explica el hombre de cuerpo espigado y cabello y barba blanca. Resulta notable escuchar que en Antigua Barbuda existe el lema de “Cada uno esforzándose, todos logrando”, enseñanza forjada en la tragedia y el dolor que todo el mundo entero debería tomar, porque esta como otras son algunas de las “Lecciones de un huracán” que nos ayudan a cambiar para bien…
P.S.: https://www.neoteo.com/como-se-realizaban-los-primeros-pronosticos-del/