Crisol Internacional: "Madres... Colombia"
Bien dice una canción popular “Madre sólo hay una…”, pero si reflexionamos sobre este tema con más profundidad vamos a hallar respuestas que comprueban que con el tiempo el “ideal” de la madre ha estado evolucionando y que lejos de los estereotipos y clichés de la imagen de “la madre abnegada”, ahora podemos encontrar en este nuevo siglo un rol cambiante, modificado y definitivamente renovado de la imagen materna. No obstante, es innegable que la genética de las mujeres y está casi “aura sagrada que rodea al cuerpo femenino”, invocando generalmente los aspectos maternos, tanto como protectoras y defensoras de sus hijos desde el momento de la concepción hasta su muerte; madres dispuestas a dar o sacrificar TODO por ellos. Así, cada año el “Día de la Madre” se ha convertido en un homenaje lleno de expresiones y acciones de reconocimiento hacia ellas que han sido muy respaldados y promocionados con mucha anticipación por astutas cadenas de comercios y cadenas de restaurantes, almacenes, compañías de telecomunicaciones entre muchos otros establecimientos y negocios que celebran este día en distintas fechas en todas partes del mundo; por ello se gastan millones en flores, chocolates, perfumes, ropa, comidas y todo tipo de regalo y detalles especiales….que ojalá y preferentemente se estuvieran distribuyendo en pequeñas y grandes acciones TODOS los días para realmente honrar, respetar y ayudar a las madres y de esta manera reconocer su valor y trascendencia social y económica a través del tiempo y desde luego, su contundencia e incuestionable rol y papel biológico para la humanidad..., en vez de otorgar “sùper regalos en un solo día”
Ahora bien, pronunciar la palabra “mamá” significa tiempo compartido, tiempo de calidad, de cariño, paciencia y comprensión, así como también momentos de emociones y frustraciones e incluso de disgustos temporales. Bien afirman los psicólogos que “la relación madre –hijo/a es una relación singular de complicidad de una vida juntos y de una certeza de amor que nos dio ese adulto especial en nuestra vida…” Por ello difícilmente se puede separar el concepto de la maternidad del momento histórico y del contexto social, donde la cultura, el Estado y las instituciones han jugado un rol crucial y hay ejemplos de madres que han luchado para triunfar y combinar la vida personal con la profesional, dejando claro que son “Madres por opción, no por obligación.”
El siglo XX trajo muchas batallas sociales y una de las más sobresalientes fue la lucha de las mujeres por sus derechos incluyendo el replanteamiento de los procesos de socialización y educación, que invita a los hombres a “paternar”, cooperando y colaborando activamente en las tareas del hogar y la crianza compartida de los hijos.., y ojalá que esta nueva visión, más equitativa tuviera también la posibilidad de imponerse a modelos y patrones arcaicos y obsoletos para fomentar un desarrollo más armonioso y equitativo de las familias y con ello de la sociedad. Sin embargo, hay casos y contextos políticos y sociales que han obstaculizado e incluso llevado al extremo la posición y el rol de las madres como fue la situación conflictiva en Colombia a principios del siglo cuando surgieron mujeres y madres en los grupos paramilitares, convirtiéndose en combatientes historias que sin duda merecen ser recordadas y contadas.
Según los trabajos de investigación sobre estos hechos: “La mayoría de ellas tenía en común ser jefas de hogar sin compañero, madres solteras, víctimas de la violencia estructural, violencia intrafamiliar y la violencia conyugal, cuando tenían compañero, con muy bajos niveles educativos; sin trabajo; habitantes de cabeceras urbanas y zonas rurales de municipios pequeños ubicados en la periferia de departamentos ubicados en el sur, norte o centro del país donde la presencia del Estado es escasa y frágil.” Fueron ellas las que con pocas oportunidades y acceso a las escuelas, que vivían su maternidad a temprana edad en los medios rurales, marcadas desde su temprana infancia por la pobreza y violencia de los grupos armados, que según los testimonios justifican el porqué de “su vinculación a los paramilitares por la falta de un empleo que les permita mantener a sus hijos/as, es decir, para cumplir con la función materna de mantenerles del lado de la vida,” o en otras palabras “alejar a sus hijos de la muerte…lo que en su contexto específico puede significar “desolación, carencia, vulnerabilidad, peligro, agresión, sufrimiento, enfermedad e imposibilidad de sobrevivir…”
Indudablemente el capítulo de esta historia colombiana es tan crudo y oscuro como real, y ojalá NO se olvide por sus herederos y el mundo, dándonos lecciones y aprendizajes sobre la maternidad en condiciones extremas, orilladas a doblegarse para sobrevivir y sobre todo cuidar y proteger lo más valioso para ellas: sus hijos. Bien caben algunas reflexiones finales sobre el caso, el que muy probablemente aún tiene y réplicas alrededor del mundo y antes de juzgar a las madres combatientes o madres que van a la guerra para alejar a su hijos e hijas de la muerte, no pueden, ni deben ser señaladas ni por el Estado, ni por la Iglesia, ni por la sociedad civil como “malas madres” … Mas bien debemos preguntarnos como sociedad, como Estado y como Iglesia ¿qué hemos hecho o qué hemos dejado de hacer para que esto ocurra y se repita una y otra vez…? Cabe, por último la reflexión del poeta y escritor colombiano Gabriel García Márquez cuando decía que: “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez…”
P.S.: https://sentiido.com/madre-solo-hay-una/
https://journals.openedition.org/polis/1232