Crisol Internacional: “Mi tribu, mi pueblo, los Masái Mara…”
Bien dice el refrán popular que “Tener un amigo, es tener un tesoro”, como también es importante a cualquier edad la pertenencia a un grupo, y especialmente durante la adolescencia, que es una etapa de vida muy relevante para nuestros procesos de socialización y desarrollo personal. Por ello y con el paso del tiempo bien recordamos a “la pandilla de amigos” de nuestra infancia y juventud y cómo ese grupo jugó un papel clave en nuestra vida y también para bien o mal en la toma de algunas decisiones en esa época. Asimismo, con el paso de los años comprendemos más sobre el “concepto de la amistad, de los “cuates y de las buenas o malas compañías”, que obviamente nos llevaron a acciones que en esos tiempos tuvieron tanto beneficios como riesgos…
Formar parte de una “tribu” o un grupo con características afines y similares nos da invariablemente un sentido de pertenencia e identidad cultural porque nos permite compartir tanto costumbres y tradiciones. Ahora bien, según las definiciones antropológicas “la tribu, en el sentido tradicional, surge a partir de la asociación de varias familias que habitan un determinado territorio. Generalmente, el grupo social queda bajo el liderazgo de un jefe o patriarca, que suele ser una persona mayor y respetada por el resto de los integrantes.” Al respecto se sabe que las primeras tribus aparecieron en el período neolítico, es decir 6000-4000 A.C., cuando distintos grupos de hombres comenzaron a establecer alianzas y a fusionarse entre sí desarrollándose así y paulatinamente las primeras civilizaciones. Sin lugar a dudas, varias de las culturas de África cuentan con cientos de años de tradición, ya que sabemos que la cuna de la humanidad se ubica en ese continente que actualmente alberga a herederos de sociedades antiquísimas. Al respecto y en la actualidad aún existen y subsisten alrededor de 370 millones de personas indígenas en el mundo que están repartidos en más de cinco mil agrupaciones que por sus características se podrían considerar “tribus” y una de las más destacadas y ancestrales son sin duda los Masáis Mara de Kenia y Tanzania, asentados al Este de África.
Se estima que los Masáis integran actualmente aproximadamente 880 mil personas, que hablan el Maa, una lengua nilótica oriental, aunque muchos de ellos se pueden comunicar también en suajili e inglés, que son las lenguas oficiales de estos dos países. Interesantemente la mayoría de los Masáis mantienen su religión tradicional y son considerados monoteístas, aunque en los últimos años y con el paso de la modernidad, algunos se han convertido al Cristianismo y otras religiones. Históricamente cabe comentar que antes de la colonización por los ingleses durante el siglo XIX, los Masáis se dedicaban a la caza de animales salvajes y a la recolección de frutos y que con el tiempo se volvieron pastores semi- nómadas, principalmente de bovinos, (vacas, ovejas y cabras), alrededor de los cuales gira actualmente su riqueza económica y el porvenir de sus clanes, que indudablemente han sido a pesar del paso del tiempo y la modernidad, briosos y valientes.
Los Masái viven en asentamientos llamados "boma” o “manyatas”, que constituyen construcciones circulares de cabañas hechas de ramas y rodeadas de paja o que también les sirven como corrales para custodiar los rebaños del ganado vacuno o bovino. Los “bomas” están cercados por un cierre de acacia lleno de espinas para evitar el ataque de los leones y otros predadores salvajes, protegiendo también tanto a sus familias como a la vez a su ganado. Tal vez es sorprendente para muchos a diferencia de otras tribus, la “vida cultural” y ceremonial de los Masái está llena de celebraciones y rituales ancestrales que empiezan con el nacimiento de un nuevo miembro de su comunidad y sus integrantes dividen los grupos de edad en: niñez, posteriormente guerrero menor o “moran”, convirtiéndose después en guerrero mayor, adulto menor y finalmente adulto mayor. Cada generación de hombres constituye un grupo separado que pasa sucesivamente por esas etapas de su vida como cazador y guerrero. La tribu tradicionalmente práctica el ritual de la circuncisión de los chicos que ocurre a los 16 años cuando entonces llegan a la categoría de hombres y a guerreros menores. Antiguamente, para convertirse en adulto, tenían también que pasar una prueba de valor que parece tomada de una épica novela africana al estilo de Hemingway y que consistía en cazar un león. Sin embargo, hoy se ha perdido y abolido esa tradición porque los leones son considerados especie icónica y protegida en los Parques y Reservas Naturales del Oeste de África, como por ejemplo el Serengueti y también, Tsavo, Masai Mara entre otros. El antiguo ritual de la iniciación se ha transformando también con el paso del tiempo en una celebración simulada, es más, muchos guerreros Masais se están convirtiendo en guardianes y protectores de los leones gracias a iniciativas de la protección y conservación de especies como “Lion Guardians”.
El sistema de “político” de la tribu de los Masái se puede considerar como “descentralizado”, ya que se convoca al consejo de ancianos y donde se desarrollan las discusiones públicas para decidir sobre los asuntos más generales. Aún prevalece la importancia que tiene para ellos tanto el rebaño, como su religión y su fe que se centra alrededor de creencias místicas referentes al rebaño y a Dios. Las vacas son sagradas para ellos como también lo es su tierra y todos los elementos que se relacionan con sus animales, porque el rebaño provee todas las necesidades a los Masáis: leche, sangre y carne para la dieta, cuero y pieles para su ropa y desde luego es parte fundamental para el dote de los matrimonios…”cuantas más cabezas de ganado tienes, más importante eres, y en consecuencia más vales.”
En casi todas las culturas ancestrales y la Masái no son la excepción, se valora mucho la cautela y la prudencia, valores derivados en un principio para el hombre primitivo porque casi todo era desconocido, sorprendente y virtualmente amenazante. Por eso varios de los proverbios africanos más antiguos hablan de prudencia, como por ejemplo: “Un hombre no vaga lejos de donde se está asando su maíz”, es decir que siempre actuará con cautela y precaución cuando se aleja de su aldea y de su gente. El poder convivir con los Masái como invitado es y sería un auténtico honor que a pocos visitantes les es concedido porque son tradicionalmente reservados. Sin embargo, su vida cultural está llena de celebraciones y poseen gran cantidad de danzas rituales y cánticos. Una característica inconfundible de los Masái es la formación de enormes dilataciones en las orejas que acostumbran a adornar con maderas y cuentas de colores. En estos rincones tan recónditos del continente africano también dominan los colores vivos y los Masái acostumbran a vestir con una túnica de vivos colores, formada por una tela anudada sobre los hombros, generalmente sobre otras piezas de ropa predominando el color rojo y con diseños geométricos que son distintivos tanto de “Su tribu, su pueblo, Masái Mara”, como de estos sin duda valientes y memorables guerreros del Este de África…
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