Crisol Internacional: “Podía haber sido Yo…”
Al salir de nuestra casa nos podemos exponer a riesgos, adversidades, desafíos y a veces también, a aventuras inesperadas; lo que no quiere decir que no las podemos tener o sufrir dentro de nuestras cuatro paredes. Pero innegablemente las experiencias que acumulamos fuera y sobre todo lejos del hogar y lo cotidiano, son diferentes y más aún cuando cruzamos las fronteras hacia otras naciones. Al concretar hoy la treintava edición del Crisol Internacional y haber así concluido ya con sus narraciones cinco vueltas al mundo, recorriendo algunas de sus bellezas, señalando contrastes, recordando hazañas y crisis, resaltando minorías y compartiendo siempre un inigualable mosaico cultural, es preciso ahora crear un momento especial de reflexión sobre las dimensiones de la conciencia humana, es decir, qué pasaría si en algún momento “Podía haber sido yo…” o bien, que hubiera ocurrido si hubiera tomado este camino y no el otro en mi vida. Nadie es dueño de la razón absoluta y tampoco del entendimiento total de las cosas, ni siquiera el mismo Emanuel Kant… ¿Qué tan capaces somos realmente de desarrollar lo que se llama en alemán “Einfühlungsvermögen”, un sentimiento de empatía, construyendo la capacidad cognitiva y percibiendo lo que otro individuo pueda sentir, o en términos más llanos, “ponerse en los zapatos del otro”, mostrando un auténtico interés en la persona que se encuentra en circunstancias o condiciones adversas o diferentes?¿ Tenemos realmente esa disponibilidad y la sensibilidad suficiente para comprender las condiciones, pensamientos y sentimientos de otra persona que vive a miles de kilómetros de nosotros?, o que por ejemplo, se haya creado en un kibbuz en Israel o en medio del desierto en una comunidad nómada de tradición musulmana ortodoxa? Cuando desarrollamos semejante empatía, tolerancia y respeto a las diferencias, utilizando como base las experiencias personales y el deseo de aprendizaje, empezamos a entender más sobre lo demás y también sobre nosotros mismos y en ese sentido nos enriquecemos cultural y personalmente.
Ahora bien si pensamos…¿que hubiera sido si YO, hubiera estado a bordo de aquel vuelo fatal de Malasyan Airlines o si hubiera visitado las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York el 11 de Septiembre 2001, o si mi oficio fuera corresponsal internacional y me hubieran enviado a cubrir las noticias del Medio Oriente, que un grupo de rebeldes me secuestraran de repente para utilizarme de blanco y como medio de chantaje, exhibiendo frente a las cámaras, mi familia y la opinión pública mi ejecución? Las respuestas parecen siempre demasiado simples al ocurrir la trágica muerte de alguna persona desconocida o tal vez poco conocida. Todos tenemos una historia que contar y su desenlace no siempre es tan feliz o agradable, en muchos puede haber no solamente una gran simpatía por el fallecido, como ahora por un muy reconocido actor Robin Williams, o siguiendo el rastro de tristeza en el recuerdo, como ocurrió con otros ídolos del espectáculo, llámese John Lennon o Michael Jackson, James Dean o Steve McQueen o más reciente Phillip Seymore Hoffman. En estos días las malas noticias han dado un giro inesperado con el continuo bombardeo y el tono alarmante de las notas sobre Medio Oriente, del eterno conflicto en la Franja de Gaza, o bien, del movimiento musulmán extremista de ISIS ( Islamic State of Iraq and Greater Syria) y el inconcluso tema de Ucrania, hacia un pueblo tan recóndito en el Estado de Missouri en los Estados Unidos, llamado Ferguson, dónde un oficial de policía le disparo a un joven afroamericano, Michael Brown, por supuesta sospecha de robo en una tienda de conveniencia, causándole la muerte, hecho que ha provocado incesables marchas de protesta en los Estados Unidos e indignación en muchos países, reviviendo escenarios de discriminación, racismo, marginación y tal vez justicia ciega…En otras palabras ¿ estamos todos expuestos dentro y fuera de casa y en un instante nos podríamos convertir en Michael Brown? y trazando un símil, sería tan simple como entrar a una tienda de las dos O´s y una X en La Paz, levantar sospechas ante algún policía y morir por un disparo en la cabeza…
Nuestro mundo indudablemente está cada vez más conectado e informado gracias a todos los avances tecnológicas en las telecomunicaciones y de esta forma nos enteramos en un abrir y cerrar de ojos de los hechos que ocurren a grandes distancias geográficas, lejos al parecer, y cotidianamente nos inyectan con tanta información sobre muertes, desastres y abusos, que sin darnos cuenta nos vuelven lenta pero inexorablemente, menos sensibles y nos acostumbran a pensar que esas tragedias ocurren pero….están lejos, creando así una falsa esperanza de que a mí no me ocurrirá; escondiendo además que la posibilidad real existe. Pero en este momento podemos preguntarnos si realmente nos damos cuenta, literalmente que esas noticias caen sobre nosotros como un relámpago estremecedor y evaluar si realmente reaccionamos con un trueno de ira, enojo o indignación, o si solamente y de forma pasiva, volteamos la página del periódico, cambiamos el canal de la televisión o el sitio web.
Los conflictos y tensiones internacionales son parecidos a las tormentas eléctricas, similares a las que han pasado últimamente durante este tan caluroso verano del 2014 sobre el cielo sudcaliforniano y requieren suficiente humedad del aire caliente que se eleva en una atmósfera inestable, en otras palabras existen accidentes, incidentes y crímenes y para que estos puedan ocurrir, debe haber un entorno favorable o propicio que los genere. En cuanto a los accidentes, hay personas que opinan que poco se puede hacer y otros más que debería haber una cultura, es decir un conocimiento de prevención, como por ejemplo, ponerse el cinturón en el automóvil y darle a este su servicio rutinario de mantenimiento, para evitar accidentes y claro, resguardarse cuando hay mal tiempo. Debemos estar bien informados, atentos y no arriesgarse durante viajes a lugares desconocidos. En el caso de los incidentes o acontecimientos inesperados que cambian el devenir de alguna vida, es más complejo, ya que nos toman por sorpresa y no se puedan dar simples consejos para evitarlos. Si bien es cierto que el sexto sentido o sentido común nos pueda ayudar de aminorar o tal vez evitar o resolver un problema más rápido, a veces estos desafortunadamente no se puedan evitar y mucho menos cuando ocurren fuera de nuestro ambiente familiar y cultural; más sin embargo, podemos reducir sus efectos negativos al tratar de mantener la calma ante la tempestad, escuchar con paciencia las indicaciones y mostrar siempre una actitud positiva, tratando de aprender y compartir las experiencias que puedan ser reconfortantes y útiles. Ahora bien ¿qué pasa con los delitos y actos criminales? La mayoría de nosotros no somos expertos en asuntos legales y acudimos por ello a la autoridad competente o a los conocedores en la materia cuando suceda alguna transgresión o perjuicio a nuestra persona, familia o nuestro patrimonio. En otras circunstancias adversas, y con todo respeto a las creencias religiosas algunos rezan para que nos vaya bien y que salgamos de esta mala racha lo menos lesionados posibles. Hay personas que creen en el destino, otros en la suerte, pero algunos más anteponen su sentido crítico y evalúan las probabilidades estadísticas; sin embargo, tanto nuestra vida como nuestro conocimiento se ha vuelto cada vez de menor asombro, ya que la cantidad de información que captamos cotidianamente en esta era cibernética es verdaderamente infinita en comparación con el pasado menos tecnificado y realmente nadie es ya capaz de asimilar tantos hechos y acontecimientos mundiales. Lo que se ha logrado es aparentemente estar al día, pero perdiendo poco a poco la compasión humana. Entonces ocurre un proceso de selección de datos e información de interés personal, creando un mundo propio, aislado y ajeno en cada individuo. Desafortunadamente vivimos en un mundo más egocéntrico que a veces es nutrido por muchas banalidades, modas, invenciones o chismes, creando fronteras y límites invisibles pero reales, de intolerancia e indiferencia dónde a pesar de muchos viajes, estudios y conocimientos, pocas veces cabe la reflexión “Podía haber sido YO”… No obstante y a pesar de lo expresado, afortunadamente aún hay personas que les interesan e importan los demás y luchan contra la desigualdad, el abuso y las múltiples caras de la criminalidad e injusticia, y que en una forma mágica transforman el mundo cotidianamente, envueltos en un sentimiento de empatía que nos abarca a todos.
P.S. Pueden recorrer el mundo de nuevo echándole un vistazo a los Crisoles 1 al 29…
Comentarios (1)
Sra. María Elena Rodríguez
He viajado con cada uno de sus artículos y me encantaría seguirla leyendo, ojalá y nos lleve a rincones más lejanos.
Saludos