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Crisol Internacional: ¿Qué nos cuesta? o “ El Granito de arena”…

Escrito por Andrea König Fleischer en Lunes, 29 Junio 2015. Publicado en Cultura, Derecho, Sociedad

 

No todos estamos familiarizados con la  Declaración  Universal de los Derechos Humanos, proclamada en  Paris en 1948 por la Organización de las Naciones Unidas  (ONU) que resguarda la libertad, la justicia y la paz en el mundo, reconociendo la dignidad  humana y la igualdad de todos los seres humanos, sean hombres o mujeres, así como también promueve el  respeto a la  libre expresión y libre creencia de cada individuo. Asimismo, esa Carta Magna impulsa el desarrollo de las relaciones amistosas entre las 192 naciones actuales que conforman la ONU, organismo que se ha comprometido en asegurar el pleno cumplimiento de esos  compromisos. Así se estableció un “estándar común a ser alcanzado por todos los pueblos y naciones”, que a principios de la Guerra Fría representó también un hecho trascendental en la evolución y el desarrollo social de la humanidad. Más allá del concepto mismo, los derechos humanos han sido expresados y definidos en textos legales, los cuales buscan garantizar la igualdad y dignidad de los seres humanos y hacerla una realidad. Sin embargo, y sin importar el espacio geográfico específico, nación,  región o zona, tristemente persisten las transgresiones, violaciones y abusos de la citada Declaración  en muchas zonas del mundo…

La lista de conflictos, crisis, revueltas sociales e injusticias sobre la Tierra, parece a través de la historia y los tiempos actuales interminable y es justo aquí donde cabe una nueva reflexión sobre el tema, es decir “todos hablan de Derechos”, pero ¿quién realmente habla de los Deberes u Obligaciones  que también TODOS tenemos, los ciudadanos de la aldea global que constituye nuestro planeta?  Es  aún muy común escuchar a las madres o padres y en ocasiones hasta a los abuelos diciéndole al niño o joven “¡Por favor… has esto, o haz aquello!”… O también,  el caso de  los maestros en las escuelas de todos los niveles que mandan un atento recordatorio de algún compromiso cívico hacia sus alumnos, así como también advirtiendo que las materias de “Civismo” y “Ética” que no son de “puro relleno”…. ¿Pero qué pasa día tras día con TODOS NOSOTROS, el resto de los ciudadanos maduros y emancipados? Es decir, “¿Qué nos cuesta?” hacer un poco más por y para  el resto de la comunidad ¡En realidad no nos cuesta nada hacerlo! Es solo la voluntad.  A lo que me refiero es esa pequeña pero muy significativa acción o simple  gesto, ese “Granito de arena”  a lo largo de un día que puede y debe provocar un gran cambio…

Pongamos algunos  ejemplos y preguntas para ilustrar la situación tratando de ser propositivos: todos preferimos la “comodidad” y a la vez el riesgo indebido al estacionar el auto en la doble o triple fila o preferimos el ejercicio físico, aire fresco y la  vitamina D gratuita que nos otorga del sol, por unos cuantos pasos más al dejar el auto en un sitio adecuado y quizás también tomar la oportunidad de hablar con nuestros hijos un par de palabras más al despedirlos  al ir a la escuela? Preguntémonos ¿Realmente nos agrada vivir con la basura? o podemos forzarnos levemente y  levantar este pequeño papel, bolsa o botella que alguien arrojo sin pensar y que el viento se  llevó, quién sabe desde dónde para finalmente integrarlo a un nuevo paisaje moldeado con desechos? A caso anteponemos nuestras prisas en el automóvil pasándonos los altos y cruces peatonales cuando vemos un vendedor ambulante empujando su puesto sobre ruedas con toda su fuerza para evitar ser atropellado, en vez de ser saludado con una franca sonrisa después de haberle dado considerado y amablemente el paso? ¿De verdad nos es necesario ocupar  ese asiento en el transporte público, cuando vemos que una madre se sube con sus tres hijos pequeños, cansada de una jornada laboral de más de 8 horas que aún personal y cotidianamente no ha acabado, o una persona de la tercera edad o una mujer embarazada? ¿Qué nos cuesta ceder ese asiento, estirarse, disfrutar entonces de haber actuado con respeto e ir parado, cambiar  la perspectiva y a la mera hora,  escuchar el susurro dulce de un franco y sincero “ ¡Muchas Gracias!” La  historia se repite en todas partes del mundo y en una infinidad de circunstancias y formas distintas: ser un poquito más educado y respetuoso hacia las personas y el ambiente que nos rodea y compartimos. Realmente, NO, NOS CUESTA NADA, por lo contrario, puede traer momentos de gran satisfacción y alegría personal y a la vez, mejorar las relaciones interpersonales, crear beneficios para el  bienestar común y aliviar sobretodo, muchas tensiones cotidianas.

Bien nos enseñaron cuando éramos niños ciertos modales y ciertos límites y particularmente “lo que se podía hacer y lo que no se debía”, lo que es correcto y lo que no… y ¿después, entonces…que nos ha pasado? Porque entonces somos capaces de cambiar nuestra conducta cuando cruzamos una frontera y viajamos a otro país, como por ejemplo los Estados Unidos? Sólo porque “allá” las leyes y su observancia es más estricta y rigurosa y por ende las multas y sanciones son más  fuertes y por eso cumplimos y nos conducimos educada y hasta cortésmente?  ¿O a caso sean los enormes letreros que nos advierten de los límites y de las multas que nos intimidan? El lector tendrá sus propias respuestas para esos cambios y  experiencias acerca del tema, pero indudablemente un buen ciudadano aquí, seguramente será un buen ciudadano en cualquier lugar y un buen profesionista, esposo/a, papá/mamá y vecino/a en cualquier parte del mundo; siendo una persona que respeta las leyes, que conoce sus derechos y que NO LES CUESTA NADA el cumplir con sus obligaciones y sus deberes sociales.

Pensemos solamente en los miles de refugiados que se mueven actualmente día tras día de las zonas en África de conflicto o riesgo actual, o del Medio Oriente y de algunas zonas de América Latina hacia otros países más seguros o bien,  simplemente  recordemos la vida posterior de los damnificados por algunas catástrofes  naturales  y cómo la ayuda humanitaria, basada en la BUENA VOLUNTAD y SOLIDARIDAD  ha marcado  la diferencia en sus vidas; consideremos también a  los programas  de salud y  educación que ofrecen los organismos internacionales, fundaciones y asociaciones civiles para aliviar las carencias y que la base de ello no es sólo el recurso monetario, sino el espíritu  altruista de miles de personas alrededor del mundo que aún creen que se puedan  mejorar  las condiciones de vida de  una gran parte de la población necesitada. Son finalmente las buenas personas y ciudadanos que  nunca cuestionan el “¿QUÉ NOS CUESTA?”, sino que  ponen con gusto, satisfacción y alegría personal su “Granito de Arena”, actuando con humildad y desinterés, estando siempre dispuestos a cuidar y respetar lo ajeno, lo comunal y lo diferente, rechazando la violencia y alzando la voz ante las injusticias y los crímenes que lamentablemente siguen ocurriendo mientras leemos estas líneas…

P.S. La Declaración Universal de los Derechos Humanos http://www.un.org/es/documents/udhr/

Decálogo del buen ciudadano https://promexico.wordpress.com/2010/09/13/buen-ciudadano-en-10-pasos/

http://www.educando.edu.do/docentes/un-ciudadano-ejemplar/dec-logo-para-ser-un-buen-ciudadano/

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