Crisol Internacional: “Ser o no ser… el teatro por siempre”
No a todos les atrae el espectáculo del teatro, prefiriendo muchos los conciertos, el cine o los llamados “antros” o discotecas…las fiestas con carne asada, la playa, las excursiones y otras formas de esparcimiento; no obstante el teatro en sus diversas variantes como por ejemplo la tragicomedia, la farsa, el melodrama y el drama realista, guarda y proyecta una magia especial y es una de las diversiones más antiguas del mundo. Al mismo tiempo, se emplea el término “teatro” como “un sinónimo común de la dramaturgia, esto es, la escritura de obras pensadas para ser representadas en un teatro, o sea, la composición de obras teatrales. ”En ese caso se refiere a un género literario, heredero de los antiguas variedades y géneros de la tragedia y la comedia.”
En Europa, particularmente, acudir al teatro reviste una tradición milenaria que ha evolucionado y se ha mantenido desde los foros de la polis griega y que según los historiadores se inició durante la temprana Edad Media donde se tomo como un ritual cristiano, ya que la iglesia comenzó a escenificar pasajes de la Pasión y también narraciones del Antiguo Testamento con la intención de que las ideas que se pretendían transmitir impactaran más profundamente en la población, la que en su mayoría era iletrada. Al principio, estas escenificaciones se hacían en latín dentro de la iglesia durante los servicios religiosos y en ellas aparecían ya los elementos dramáticos básicos: color, movimiento, indumentaria especial e insinuaciones verbales con las que se buscaba la conexión con y la implicación del público.
Posteriormente, durante el Siglo XII el teatro dejó de representarse dentro de la iglesia y las escenificaciones se hacían en el atrio, a la vez se sustituyó el latín por diversas lenguas comunes. Los escenarios fueron cambiando y poco a poco era más común encontrar este tipo de espectáculos en las plazas públicas, siendo tal vez por alguna de estas razones: porque las dramatizaciones se hicieron más elaboradas, o bien porque se fueron introduciendo elementos profanos, cómicos y tal vez poco decorosas siendo cada vez más picaras. Sin embargo, los espectáculos seguían siendo esencialmente religiosos, pero la organización ya no estaba en manos de la iglesia, sino que tanto la puesta en escena, como la interpretación estaban a cargo de los gremios es decir; de las asociaciones de artesanos profesionales y gremios que muchas veces representaban pasajes bíblicos acordes con su profesión. Así, por ejemplo, al Norte de Inglaterra, en York, los armadores de barcos eligieron obras basadas en “El arca de Noé”, mientras que los panaderos representaban frecuentemente “La última cena.” Estos espectáculos en sus comienzos, se representaban sobre tablados elevados e incluso sobre carromatos o carretas que se podían mover y trasladar a distintas partes de la ciudad y de ahí a otros poblados.
En estos escenarios medievales también participan conjuntamente juglares, danzantes y mimos para entretener al público que se amontaba para no perderse el espectáculo o los “shows” de entonces, que giraba alrededor de los misterios y las actuaciones representando milagros como el muy conocido del “Milagro de Teófilo” del escritor francés del siglo XIII Rutebeuf. Este milagro que gira en torno a un hombre que vende su alma al diablo, uno de los argumentos más fecundos de la literatura universal, basado también en la historia del Beato de Liébana (776 D.C.), retomado posteriormente por Dante en la Divina Comedia, Goethe en el Fausto y hasta nuestros tiempos modernos por ejemplo en la obra de Gabriel García Márquez “Un señor muy viejo con unas alas enormes (1955)…
A la vez se fueron popularizando las farsas de carácter profano y no religioso y cuyo objetivo ya no era adoctrinar sino entretener. Así surgieron pequeñas piezas cómicas y satíricas de asuntos similares a los fabliaux franceses, breves poemas narrativos de apenas 300 a 400 versos con contenido erótico o humorístico de carácter popular, escritos en francés durante los siglos XII al XIV. También nacieron piezas conocidas como “Las Danzas de la Muerte” que aunque no pertenecen al género teatral, hay indicios de que pudieron ser representadas en diversos escenarios. Eran poemas que surgieron en Europa en el siglo XIV justo en las adversidades derivadas de la Peste Negra que se extendía por gran parte del continente europeo. En ellos, la Muerte, que aparece personificada como un esqueleto implacable y cruel, invita a diversos personajes, pertenecientes a las diferentes clases sociales, a abandonar este mundo para danzar con ella. El tema central de todas estas danzas era el poder igualatorio de la muerte, que no distingue al poderoso del humilde o al joven del anciano…..actos teatrales que indudablemente nos recuerdan a los coloridos Festivales del Día de los Muertos en México que se celebra a principios de Noviembre recordando y honrando a los difuntos.
El teatro así poco a poco iba evolucionando y con la llegada del Renacimiento se favorecío la recuperación y el estudio de la cultura clásica greco–latina y con ello, el rescate de las grandes obras teatrales de la antigua Roma y Grecia. Además de representarse obras clásicas de dramaturgos como Plauto o Terencio, así como de muchos otros escritores que escribían y estrenaban tragedias, y sobre todo comedias, basados y a imitación de las obras clásicas, especialmente del gran William Shakespeare. No obstante, el auge y la recuperación del teatro se dio, en primer lugar, en Italia entre los finales del siglo XV y principios del siglo XVI. A partir de aquel entonces se puede ya hablar del “nuevo teatro” surgido en Italia que se representaba en los palacios y estaba destinado a una elite formada por los nobles e intelectuales humanistas.
A su vez en contraste y también en Italia, apareció un tipo de teatro cómico destinado al gran público: la llamada Comedia dell’ arte, o en otras palabras, del oficio, se maduró ya a hacer una profesión creando el teatro de profesionales, creándose así un nuevo tipo de teatro sin diálogos escritos con un guión a partir del cual los actores improvisaban….y ponían notas sarcásticas y humorísticas interactuando directamente con el público. En estas obras aparecieron nuevos personajes que surgieron y que generalmente eran fijos como el Arlequín, un criado pícaro, vestido con un traje de rombos y cubierto con una máscara de cuero negro provista de bigote; también Polichinela, personaje melancólico que lleva una careta con una gran nariz aguileña y Colombina, la criada siempre dispuesta a burlarse de su señor entre muchos otros caracteres.
En la Comedia dell’arte italiano tuvo gran importancia la mímica, y la expresión corporal, ya que este teatro popular llevaría a los cómicos profesionales a recorrer diversas ciudades representando sus obras en las plazas, las posadas, o en lugares específicos para la representación teatral, como lo fueron también los corrales o circos de comedias y justo ellos tuvieron una influencia decisiva en el teatro moderno. Además hay que recordar que a pesar de la importancia de Italia en la creación del teatro moderno, las grandes obras surgieron entre el siglo XVI y el XVII en Inglaterra, con el llamado “teatro isabelino” cuyo máximo representante fue Shakespeare y en España, con la “Comedia Nueva”, con dramaturgos de la talla de Lope de Vega o Calderón de la Barca, entre otros que no dudaron de “SER y ESTAR….en el teatro por siempre.”
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