Crisol Internacional: “Siendo una isla…Tokelau, Nueva Zelanda...”
Seguramente en estos tiempos de confinamiento, confusión e incertidumbre a algunos de nosotros ya se les ha ocurrido el poder crear sus propios refugios y remansos de paz al interior de sus casas o departamentos. Tal parece como si de repente viviéramos en nuestra propia isla, cueva o nido. Sobran los símiles con la naturaleza para ponerle nombre a esta condición que todos sentimos y la que universalmente anhelamos sea TEMPORAL. Mientras tanto, las lecciones de la pandemia por el COVID-19 han sido desafiantes para toda la humanidad: ¿nuevos estilos de vida, trabajo, gobernanza, revisión de las agendas y prioridades de las políticas públicas emergentes, especialmente de aquellas ligadas con la salud y la ciencia, pero también con la educación y la reactivación económica? Habitamos además en un planeta frágil, dónde hoy más que nunca se requiere prestar mayor atención a los espacios verdes, la alimentación saludable y sustentable y hacia una consciencia colectiva que nos guíe hacia un futuro más equilibrado en lo social y económico y sobre todo con un rostro más humano que con franqueza exprese…:”Me importa”.
Bien decía hace ya hace un tiempo el teólogo y poeta americano Thomas Merton en su libro titulado “Los hombres no son islas” en el que describe nuestras profundas, invisibles y fecundas vinculaciones con las personas que nos rodean y más allá, con todo el género humano por más que intentemos alejarnos, aislarnos o desvincularnos de los demás. Así el libro “NO SOMOS ISLAS” claramente enuncia que, “formamos parte de una sociedad, y aunque no lo sospechemos, aunque no lo queramos, e incluso aunque tratemos de evitarlo, nuestros actos, de cualquier tipo, tienen una repercusión directa o indirecta sobre los demás y sobre nuestro entorno.”En donde como una piedra arrojada al estanque, nuestros actos, como ondas imperceptibles se extienden y alcanzan a quienes nos rodean, e inversamente esas mismas personas, nuestro ambiente social y las noticias que nos llegan de los lugares más lejanos, afectan de una manera u otra tanto a nuestros pensamientos, lo que sentimos y cómo actuamos.” Los ecos y resonancias de tantas partes del mundo ante la actual crisis sanitaria forman claros ejemplos que sirven para preguntarnos: ¿en qué medida algo lejano como un “pequeño bichito” que surgió hace más de un año en la lejana provincia de Wuhan, China ha influido y sigue influyendo en nosotros y en nuestro futuro…?
Ahora bien, hablando de islas como refugios tanto mentales como temporales, que nos reflejan imágenes paradisiacas que nos devuelvan paz y tranquilidad emocional, definitivamente podemos evocar al continente más pequeño del mundo: Oceanía que en conjunto apenas cuenta con 9 millones de kms² y de los cuales 7,6 millones pertenecen a Australia. Geográficamente son tierras emergidas y distribuidas por casi toda la extensión de los 179,7 millones de kms² del Océano Pacífico. En este conjunto insular se distinguen así cinco grandes grupos: Australia, Nueva Zelanda, Melanesia, Micronesia y Polinesia, regiones que históricamente ha ejercido además de una gran fascinación tanto a sus primeros exploradores como a los viajeros actuales y entre ellas y hasta la fecha muy poco conocidas las Islas Tokelau, donde se encuentran, tres grupos de atolones y aproximadamente 125 islotes de origen coralino que están situadas en el Océano Pacífico Sur, aproximadamente a la mitad de la distancia existente entre Hawái y Nueva Zelanda, justo en el ”cinturón de tifones del Pacífico”. Distintivamente ninguna de las Islas de Tokelau tiene puerto, sin embargo su ciudad capital llamada Fakaofo, concentra la tercera parte de sus casi 1,500 habitantes que hablan tres idiomas: inglés, tokelauano y samoano. Los tres atolones son Atafu previamente conocido como el Grupo del Duque de York, Nukunonu, y la Isla Fakaofo o Bowditch que a partir de 1869 constituyó un protectorado británico convirtiéndose medio siglo después en territorios administrados actualmente por Nueva Zelanda. Los atolones se localizan entre las latitudes 171° y 173° al Oeste, y entre 8° y 10° al Sur. La suma conjunta de sus áreas territoriales es de sólo 10.8 kms². Existe también una cuarta isla que pertenece geográficamente a la cadena de las Islas Tokelau y cuyo nombre es la Isla Swains, que desde 1935 forma parte de Samoa Americana. Ubicadas en la Polinesia, en el Pacífico Sur, al este de Tuvalu, el archipiélago tiene relieve plano, con suelos delgados y poco fértiles. Las lluvias son erráticas y suele haber sequías y donde la pesca constituye una actividad tradicional y de subsistencia.
Bandera de Tokelau
En la actualidad Tokelau ha cumplido el sueño político de muchos territorios al haber desarrollado instituciones autónomas de gobierno con una constitución propia y además convertirse en el primer territorio del mundo que ha concluido su transición energética, al obtener toda la electricidad que requieren sus habitantes totalmente de la energía solar. Concretamente los casi 1,500 habitantes de las islas, los tres atolones y más de 120 islotes, utilizan un total de 4,000 paneles solares para abastecerse, siendo sin lugar a dudas un extraordinario y un ejemplo para muchas regiones alrededor del mundo por su desarrollo con fuentes de energía alternativas. Sin embargo y a pesar de estas realidades y de las exhortaciones y sugerencias de las instituciones y agencias especializadas en el estudio del cambio climático que opinan que, según un informe reciente de la ONU acerca de las consecuencias del “efecto invernadero”, las Islas de Tokelau podrían desaparecer bajo el mar en el siglo XXI, dada su condición de encontrarse apenas a 2mts sobre el nivel del mar. Al respecto cabe destacar que a la fecha la fuerza de las tempestades naturales como aconteció en fechas recientes con el ciclón Percy que azotó a estas islas en el año 2005, causando fuertes erosiones de sus suelos y daños materiales, pero que afortunadamente no acabó con ellas. Es más hace ya una década en 2011, como si fueran vigiladas y protegidas Tokelau declaró un santuario de tiburones abarcando un área circundante a las islas de 319 kms². A pesar de su tamaño relativamente pequeño en extensión territorial y su escasa población, paradójicamente hay un frenesí cibernético de aproximadamente 20 mil páginas web registradas por cada habitante debido a una iniciativa de facilitación digital en la adquisición prácticamente gratuita de los llamados dominios.tk, es decir originarios de Tokelau. Todo esto nos muestra indudablemente la gran resistencia y fortaleza que “Siendo una isla…” puede representar al resto del mundo y donde la resiliencia y la perseverancia se han vuelto cualidades inmensas para evitar el naufragio…
P.S.: https://www.nature.org/es-us/que-hacemos/nuestra-vision/perspectivas/covid19/
https://serghiomantilla.wixsite.com/noesis/no-somos-islas
https://dondeviajar.republica.com/paises/islas-de-oceania-sus-nombres.html
http://lasislasdelmundo.blogspot.com/2018/11/tokelau.html,
https://www.lavanguardia.com/medio-ambiente/20121108/54354959216/islas-tokelau-energia-solar.html