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Crisol Internacional: “Un regalo de Navidad…Noruega y los Premios Nobel de la Paz”

Escrito por Andrea König Fleischer en Martes, 30 Diciembre 2014. Publicado en Cultura, Sociedad

Entre el clásico frenesí prenavideño y lo que algunos ya denominan el estrés decembrino, son necesarios  unos instantes y dedicarlos  a pensamientos hacia tierras lejanas y frías como Noruega,  que ya en estas fechas está cubierta de nieve y en  dónde los niños  salen a jugar en trineos y esquís para iniciar sus vacaciones; esperando además con ansias y como en muchas otras partes del  mundo a Santa Claus y por supuesto unos que  otros regalitos pedidos  en la tradicional  cartita. Nosotros, los adultos, también tenemos muchos deseos y peticiones al final del año que indudablemente varían según las  diferentes culturas, regiones geográficas, las facilidades económicas y también el acceso a la información y desde luego, las necesidades y gustos personales de cada uno. Pero puede haber un deseo universal en esta Navidad del 2014, el de la paz mundial.

Interesantemente la palabra “paz” se deriva del latín “pax”, que significa y describe un sentido positivo de equilibrio y unión, siendo sus antónimos, la violencia y la guerra. En algunas culturas los saludos como: Shalom en hebreo y Salam en árabe significan paz… También recordamos o mencionamos ese vocablo en diferentes ceremonias religiosas, como “la paz esté contigo…” o bien en frases célebres de los grandes pacificadores: “No hay camino para la paz, la paz es el camino” de Mahatma Gandhi y  “La paz comienza con una sonrisa”, de la Madre Teresa de Calcuta, así como también en  tratados internacionales que buscan ponerle fin a la guerra  y a los conflictos existentes tratando de  re- establecer la anhelada paz. Indudablemente, no hay nada más deseado en el mundo y a la vez efímero y volátil que la paz, buscada siempre desde los primeros conflictos existentes, siendo sin duda uno de los anhelos generales de la humanidad. Ahora bien, cuando de la paz mundial se trata, vale mucho la pena revisar cuándo, dónde y porqué se estableció una condecoración internacional en torno a las aportaciones, esfuerzos y la labor distinguida de una o varias personas para este tema.

La mayoría de nosotros asocia el país de Noruega con frió, glaciales, bellos fiordos, renos, el Polo Norte con sus osos respectivos y también con una sólida economía y un alto bienestar social. No obstante, también es la tierra de los premios Nobel de la Paz, llamados a sí por su fundador Alfred Nobel, quien dejó en 1901 como última voluntad expresa que “sus bienes y capitales fueran distribuidas anualmente a través de un premio a los  científicos más sobresalientes en diversas disciplinas, así como también a la persona más  desinteresada en beneficio de la humanidad, dividiendo el recurso disponible en cinco partes iguales, destinándolos al descubrimiento o innovación más relevante en el campo de la física, la química y  medicina y de igual forma a la aportación  y trayectoria más significativa en la literatura  y la labor más sobresaliente para fortalecer la fraternidad y paz entre las naciones respectivamente.” Asimismo, se estableció que los primeros cuatro premios fueran entregados en Estocolmo, Suecia, mientras que el Premio Nobel de la Paz se otorgara en Oslo, capital de Noruega. Ahora bien, el gran regalo de Navidad  para el mundo en  este 2014  lo dio  sorprendentemente la persona más joven en la historia de los Premios Nobel*, Malala Yousafzai , una muy joven mujer pakistaní de apenas 17 años, herida cuando niña con una bala en la cabeza cuando ella observaba la destrucción de su escuela por los Talibanes en el Norte de Pakistán, zona en donde la educación se convertía en un crimen en lugar de un derecho.  Aquella trágica experiencia que marcó su vida y que radicalmente forjó su  historia  y que debe ser contada al mundo, por ser una  luchadora y defensora de los derechos fundamentales de la humanidad.  Conocida además por su sobresaliente labor altruista entorno a la educación para los menos favorecidos y especialmente los niños y jóvenes para los que ha creado un fondo especial. Durante su muy emotivo y reciente discurso declaró, que “deseaba la paz en todas partes del mundo…y para que hubiera paz se requiere de educación.”, ya que tristemente ahora se repiten los actos de violencia en Siria, Afganistán, Pakistán, Nigeria….y tristemente también en México y en nuestra querida La Paz. El mensaje de Malala al respecto ha sido muy claro: “Un niño, un maestro, una pluma y un libro pueden cambiar el mundo.”  Sin embargo, en nuestra  sociedad contemporánea caracterizada por un  progreso acelerado, rápida modernización y desarrollo, siguen persistiendo problemas muy añejos de hambre, de pobreza, injusticia y conflictos que el hombre a través de su historia no ha podido resolver y  al parecer las grandes guerras y la pérdida de miles de vidas  no han  sido lecciones suficientes para que la humanidad quiera mejorar las cosas y condiciones. Lamentablemente la situación de los niños sigue siendo precaria en muchas partes del mundo, especialmente en África, Asia y Latinoamérica, donde  el acceso a las escuelas es limitado debido a la falta de recursos, los conflictos políticos o tabúes sociales  y más crítico para las niñas quienes han sido y siguen siendo víctimas de contratos prenupciales, discriminación y prohibiciones culturales. Ante estos escenarios resulta extraordinariamente admirable que una jovencita de apenas 17 años marcada por duras experiencias e inspirada por dulces ideales levante su voz  ante las injusticias y desigualdades, invoque a los grandes defensores de los derechos humanos como  Mahatma Gandhi y Martín Luther King, recite los Objetivos del Milenio establecidos por las Naciones Unidas y recuerde a los gobernantes del mundo de sus obligaciones y dentro de ellas destaque que deben de garantizar una educación de calidad para cada niño. ¡Vaya qué lección  tan ejemplar en vísperas de la Navidad al recordarnos a los adultos los sueños e ideales de los niños y jóvenes que actualmente conforman más de la quinta parte del mundo (UNICEF) y que no entienden porque las naciones llamadas “fuertes, desarrolladas y civilizadas” se han vuelto tan débiles para hacer la paz!  ¿O  a caso no resultaría el mejor regalo de Navidad una escuela y no una bomba o un  tanque…? Si Malala fue capaz de darnos un memorable regalo de Navidad con su ejemplo de lucha y perseverancia, quizá nosotros podamos alejarnos por lo menos por unos instantes de todo lo material, superficial y egoísta para revalorar el origen y  el significado de la Navidad, aprovechando el regalo que representa la vida misma y mejorar por ello su  sentido y su  porvenir, y porqué no del mundo, para que sea con la paz,  más solidario, más tolerante y libre…

 

P.S. * Malala compartió el Premio Nobel de la Paz 2014 con  el activista indio Kailash Satyarthi 

Toda la reseña histórica, noticias e informes sobre los Premios Nobel: http://www.nobelprize.org/

Sobre la condecoración  del Premio Nobel  2014: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/10/actualidad/1412931102_118892.html

 

 

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