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Crisol Internacional:”Una huella ancestral, Kapingamarangi, Micronesia”

Escrito por Andrea König Fleischer en Viernes, 01 Junio 2018. Publicado en Crisol Internacional, Cultura, Sociedad

Incluso en los tiempos modernos aún nos podemos llevar sorpresas en cuanto a la existencia de lugares muy remotos, casi inaccesibles para el hombre, que guardan la dicotomía de la una rareza y belleza únicas. Oceanía, sin lugar a dudas es el continente que ilustra esto claramente ya que todavía encierra muchos secretos y grandes misterios no resueltos. Esta región del mundo cuenta con una extensión de más de 9 millones de km² abarcando no solamente la plataforma continental de Australia, sino también las islas de Nueva Guinea, Nueva Zelanda y bellísimos archipiélagos coralinos y de origen volcánico de la Melanesia, Micronesia y Polinesia. En conjunto, Oceanía alberga miles de islas y el nombre del continente que  fue acuñado por el  geógrafo  danés- francés Conrad  Malte- Brun a principios del siglo XIX,  se refiere al hecho de que su territorio está integrado por miles de islas esparcidas en el océano más grande del mundo, el Pacífico y muchas de ellas son todavía poco conocidas y exploradas, siendo por ello verdaderos tesoros para el viajero trotamundos. Así, el remoto atolón de Kapingamarangi  o Kapinga Moland   con una superficie de apenas  1 km²  perteneciente  a la Federación de los Estados de Micronesia es y refleja una clara muestra de esta belleza y a la vez de rareza ancestral que en los tiempos modernos a muchos nos atrae al tratar de re-encontrar la paz y el silencio, ya que por lo general en muchas partes del mundo se vive  acelerado y a pesar de la ultra-tecnificación con vidas muy  atareadas y muchas veces agobiantes, que organizadas o no generan  situaciones  estresantes. Siendo por eso que cada vez  se vuelve más común que recurramos a la naturaleza para encontrar refugios y reconfortarnos o como lo expresó el poeta  y naturalista  norteamericano John Burroughs: “Voy a la naturaleza para ser aliviado y sanado y para poner mis sentidos en orden”…

Así en la siempre atrayente y enigmática Micronesia se halla con el muy exótico y casi impronunciable nombre polinesio de Kapingamarangi“la Isla de los  Pescadores”. Este pequeño atolón se ubica a una distancia de 304 km de Nokuoro y a 770 km al Sur de Pohnpei, dentro de la vasta región de la Federación de los Estados de Micronesia que comprende una superficie terrestre de alrededor de 700 km², pero que en ventajoso contraste cuenta con una muy extensa Zona Económica Exclusiva de 2 600 000 km², hecho vital para el desarrollo y progreso futuro de estos estados isleños.  Curiosamente este atolón tiene la forma natural de una pera y su laguna interior tiene un  solo paso con salida al mar. También consta de más de 30 islotes aledaños, el más grandedenominado Hare con una extensión de 2 km de largo y no nos debe sorprender que en medio de esta lejanía y soledad habiten y sobrevivan  alrededor de 350 personas que viven primariamente de la pesca y de una muy escasa agricultura de subsistencia, alimentándose cotidianamente del mar y  de la raíz del taro, de los árboles del pan, de plátanos y cocos. Una vez más la contrastante realidad isleña  con la vida moderna y sobre todo la citadina  nos puede recordar  un al estilo vida como el del legendario personaje de Robinson Crusoe, unauténtico sobreviviente, aventurero, semi- dulce épico de la soledad, hoy una realidad casi inimaginable.

Ahora bien, reconsiderando a la historia de los grandes descubrimientos geográficos fue el explorador español Fernando de Magallanes quien descubrió las Islas Marianas en 1521 y también varias islas del Pacífico, así algunas otras investigaciones históricas sugieren que el navegante español Fernando de Grijalva pudo haber sido quién haya descubierto el atolón de Kapingamarangi  en 1537. En este contexto  existen documentos que pueden comprobar que la Isla de los Pescadores es la más alejada, pero también era en los finales del siglo XIX la más poblada y que había sido incluida en la venta a  Alemania de posesiones españolas en ultramar ya que quedaba tan remotas que  era  imposible controlar a las pequeñas y muy dispersas islas en Oceanía y que posteriormente al final  de la Primera Guerra Mundial, Japón se hizo cargo de muchas de ellas, aprovechando su ubicación como punto estratégico. Así y posteriormente, para el término de la Segunda Guerra Mundial bajo los auspicios de las Naciones Unidas, el territorio fue transferido en 1947a los Estado Unidos, formando parte del llamado territorio Fiduciario de las Islas del Pacífico, que 32 años más tarde evolucionó como Estados Federados de Micronesia bajo el estatus legal de Tratado de Libre Asociación con los  Estados Unidos que entró en vigor en 1986 y finalmente en 1990 se convirtió en un estado independiente.

 Culturalmente las islas conservan sus raíces étnicas y tradiciones que se ven reflejadas sobre todo en el cotidiano modo de vida y las antiguas lenguas de la antigua Polinesia, como el UlithianoWoleaianoYapésPohnpeianoKosraeano,y Chuuké  que hoy  tratan de conectar con el inglés de los emigrantes y de los comerciantes en la región. Los lazos familiares de sus habitantes siguen muy unidos a través de los clanes, algunos están encabezados por mujeres y entrelazados con habitantes en otras islas, cuyo contacto se ha mantenido  a pesar del paso de los siglos y la modernidad, así como también los típicos rituales, bailes y algunas ceremonias religiosas. Las casas, construidas con mucho ingenio por la misma comunidad resisten los efectos y las tempestades y  en algunos patios se pueden apreciar cementerios de sus difuntos. La información sobre la comunidad de los kapinga sigue siendo a la fecha muy escasa como lo es su población, pero se conoce gracias a las narraciones,  diarios, bitácoras y documentales  de los viajeros y navegantes actuales que intrépidamente navegan por esas zonas. Es un hecho  que a pesar del aislamiento geográfico,  las distancias para su acceso  y todas las dificultades que enfrentan en su entorno isleño  siguen siendo una comunidad muy unida, procurando orgullosamente el preservar sus vínculos ancestrales y culturales. Quizás ellos representan uno de las últimos baluartes de un paraíso perdido, donde la tierra armoniza con el cielo como si fuera una obra de arte, dejando en Kapingamarangi una “Huella  ancestral”…en un lugar tan remoto, como solitario que siempre vierte la hospitalidad al cien por ciento sobre sus visitantes y que con su milenaria presencia nos recuerda de un mundo que está todavía intacto…

 

P.S.:  https://elpais.com/elpais/2016/08/14/paco_nadal/1471192540_611157.html

https://www.youtube.com/watch?v=-b8pOU8ZifA

The World Factbook - Federal States of Micronesia, Languages

http://cadenaser.com/programa/2014/05/26/audios/1401061881_660215.html

http://lasislasdelmundo.blogspot.com/2015/07/kapingamarangi.html

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