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Crónicas sudcalifornias: CATEDRAL DE LA PAZ: TESTIMONIO VIVO

Escrito por Eligio Moisés Coronado en Martes, 14 Junio 2016. Publicado en Crónicas Sudcalifornias, Historia

En 1855 fue creado el vicariato apostólico de la Baja California y llegó a ésta el primer obispo, Juan Francisco Escalante.

A este prelado sonorense correspondió colocar en 1861 la primera piedra del templo dedicado a Nuestra Señora de La Paz (cuando la población local era de 2276 habitantes) y trabajar en su edificación hasta verla terminada cuatro años después.

Como parte de las celebraciones del centenario de la Independencia Nacional fue inaugurada en 1910 la primera de sus dos torres, la del lado sur, que se levantó con donativos particulares. 
 
La catedral de Nuestra Señora de La Paz es testimonio vivo. No únicamente espacio de meditación y culto sino punto de convergencia, lugar de reunión, sitio de encuentro, vértice de coincidencias, ámbito en que la sociedad paceña se descubre cotidianamente.
 
Innumerables sudcalifornianos tienen estrecha vinculación con este añejo edificio desde su infancia: por él transitan los recuerdos como en su casa; en él se hallan, por todas partes, las voces inolvidables y la memoria grata de los que ahí estuvieron, de los que están, de quienes no se irán nunca del todo.
 
Luego vinieron las determinaciones conciliares que en procuración de apertura a la modernidad modificaron el entorno de algunos espacios importantes como era un pequeño y amable sitio dedicado a la advocación mariana de Guadalupe, situado hacia la esquina de 5 de Mayo y Revolución (antes Parroquia).
 
Sin embargo, la estructura principal continuó sin cambio, hasta que, a finales de los ochentas, el deterioro físico del templo por el uso y el paso del tiempo decidió al obispo Gilberto Valbuena Sánchez a promover y efectuar la sustitución de sus pisos. Poco tiempo después, el obispo Rafael León Villegas asumió la presidencia honoraria del patronato Restauración de Catedral (Res-cate), A. C., con un grupo de colaboradores convencidos de la importancia de preservar este edificio de tan elevada significación religiosa, histórica y arquitectónica para el pueblo de La Paz en especial, y de Baja California Sur en términos más amplios.
 
Así se realizaron obras en ambas torres, cuyas escalinatas de madera presentaban alta peligrosidad para el acceso a los campañarios, y fueron reemplazadas por metálicas.
 
El coro fue reforzado con vigas de acero capaces de soportar toda la armadura y el piso.
 
En base en un cuidadoso proyecto técnico se atacó la reparación de la techumbre y el plafón; fue colocada una cadena perimetral anclada a los muros para soportar la estructura de acero, y sobre ésta la cubierta de concreto de manera que la antigua se halle libre de carga alguna.
 
También fueron cambiados los travesaños y piezas del techo, por nuevos de madera tratada.
 
Hacia 1993, la estructura para resistir el techo armado estaba instalada; una vez terminada la cubierta se le dio acabado original de tejamanil.
 
La restauración fue obra de varios pero enaltece a todos; es fruto que eleva el espíritu, empeño que dignifica y legitima, que se aprecia por sí misma y por su ilimitada trascendencia.
 
De esta manera, la comunidad sudcaliforniana, con el apoyo de los gobiernos del presidente Carlos Salinas de Gortari (por conducto de la secretaría de Desarrollo Social que jefaturaba Luis Donaldo Colosio) y el gobernador Guillermo Mercado Romero, más el proveniente de otros lugares del país, pudo conservar y mejorar el citado centro religioso que en este 2016 cumple 151 años.
 
Constituye, pues, monumento a la conciencia histórica, a la responsabilidad y a la perseverancia cívicas que en valores como éste sustentan la riqueza de su cultura, identidad, cohesión humana y fuerza social con que los pueblos progresan y se desarrollan sólida y auténticamente.

 

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