De buena fe: TESTAMENTO
“…Encontré en las cosas que dejaste un tesoro que guardabas en tu sienes, ahora están plasmados en mi alma como único recuerdo del ausente…Padre amado, ese fue tu legado, ahora entiendo tus reproches, me dejaste la sabia de tus años, ese es el amor que ahora extraño...” poema autoría de alguien que firma como “A_Madore”. Busqué su biografía y datos sin mucho éxito, poema del cual sólo copié dos párrafos, pero que con ellos puedo ilustrarme para poder redactar lo que me llama la atención del tema de las herencias, tema que anteriormente se ha tratado en esta columna, y sin embargo, es un tema tan extenso que no solo columnas se escriben, sino textos y textos, y cada día es una historia del tema diferente. En los años que tengo como notario he redactado los testamentos necesarios para darme cuenta que cada cabeza es un mundo, y que el común denominador de los mismos es que puedes estar inseguro a quien designar como tu heredero, pero si estar muy seguro de a quién no quieres dejar tus bienes; me llama la atención cómo la tía que nunca se casó o no procreó hijos, piensa en la sobrina que siempre estuvo pendiente de ella; pienso también en la madre que no quiere dejar desamparado al hijo vulnerable, en el abuelo que piensa en el nieto más cariñoso, o en el hombre sin familia que lega sus libros al extraño que platica con él en el café. Cualquiera que sea el caso siempre es mejor que dejar nuestros bienes a la deriva, siempre es más recomendable designar en vida, que a la hora de la muerte sea la familia, el albacea, el juez quien decida lo que será de los bienes que con tanto trabajo te hiciste de ellos. Hablando de “albacea” ese personaje que aparece en los testamentos y que la mayoría de la gente desconoce el rol que desempeña. En cuestión de herencias, déjeme darle, estimado lector, una breve explicación de la misma, para que medite sobre a quién designará sus bienes, o por si no ha otorgado testamento; debe estar seguro si es la persona indicada, ya que es indispensable elegirla adecuadamente, pues una mala decisión puede acarrear consecuencias , incluso que la herencia no se reparta como hubieras querido, por lo tanto hay que considerar que ésta sea una persona de integridad moral y ética incuestionables, que tenga la capacidad, energía y carácter para que hacer cumplir con la voluntad del testador, que realice los trámites lo más raído posible para evitar conflictos y evitar contaminar el proceso. El testador puede designar una o más albaceas, siempre tendrán que convocar a los herederos a la lectura del testamento previa visita con el notario, deberá prohibir sustraer los objetos de la casa en que se encuentren, y guardar los autos del difunto, no permitir que a las reuniones de los heredero acudan personas ajenas, y sobre todo, el albacea tiene que dar cabal cumplimiento a la forma indicada por el testador, sin negociaciones o exclusiones contrarias a lo que quieras que sea tu legado. El amor, la sabiduría y la honestidad son herencias de la que solo uno mismo puede ser albacea.
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