De las trivialidades
Estoy leyendo un libro que habla de un hombre, de un pozo seco, de una guerra, de una adolescente que no quiere ir a la escuela, de llamadas eróticas y anónimas, de un gato perdido, de una infidelidad, de un viejo que regala cajas vacías… en todo me encuentro, en todo me busco.
Soy un poco de todo eso, revuelto y expuesto, en cada línea subrayada va un poco de mi reflejo. En definitiva el libro no es el libro, sino lo que encuentras en él. Estoy siguiendo con mis ojos las grandes trivialidades diarias de este hombre, hacer té, contestar una llamada, decir “buenos días”, esas que le construyen un día, una vida, un destino.
Me pregunto que encontraría alguien si siguiera mis días, mi andar por la cocina sin zapatos, mi subir y bajar por los elevadores, mi cantar en el auto a todo volumen atascada en el tráfico, mis noches de vino, incienso y lectura. Pero más que eso, ¿que encontraría alguien si me leyera desde adentro?, si alguien pudiera seguir las ideas que desfilan por mi cabeza, conocer el origen de mis respuestas sensoriales, entender el trasfondo de mis palabras, atestiguar mis pasiones. ¿Sería interesante o sumamente aburrido? ¿Se vería ese alguien reflejado un poco en mí?
Puede ser que Samir, mi perro, tenga una visión canina de eso y quizá por eso, me abraza.
JD