De tempestades
¿Qué ha sido de ti, mi San José?
¿Dónde ha quedado tu orgullo de varón?
¿Cómo has de alimentar de vida tus arterias,
si al crecerte la sombra
te falta corazón?
Como Jesús en la cruz,
crucificado,
escondes tu dolor mirando al cielo,
buscas la respuesta de tu padre,
y el padre se ha callado…
Bajas la mirada,
contemplas angustiado tu presente,
gritas y la voz de tu garganta
es tempestad reventando al arrecife,
llamas al viento, el viento responde
con encontrados remolinos de coraje.
¿Desde cuando el miedo
dejó de ser sustantivo
para convertirse en verbo?
Hincados hombres y palmeras
en oración tardía,
imploraron una tregua,
y vino la tregua,
solo un instante,
tus hijos de avaricia poseídos,
sin agua, sin luz y sin conciencia,
fueron marionetas,
manipuladas fácilmente
por el hambre
¡No todo está perdido!
¡Seguimos de pie!
Verdad a medias…
porque Odile fue un demonio
que llegó para quedarse!
¿Quién te invocó fuerza del mal?
¿Quién se esconde detrás de tu cortina,
para sembrar impune por las calles
otra guerra con ráfagas de sangre?
¡Ah, mi San José, sé que añoras lo que fuiste!
Y también sé,
que lo que brilla en la arena de tus playas no es el sol,
es la sal de tu llanto por La Paz,
¡Una paz que ya no existe!...