Desperté de buenas
REFLEXIONES MATUTINAS ANTES DEL PRIMER CAFÉ
Desperté de buenas… Lo primero que se me ocurre al abrir los ojos es ponerme a la orden con el patrón de arriba y enviar la solicitud de que hoy no me deje solita… La segunda cosa que hago es preguntarme qué tengo en la agenda del día… Es un ejercicio que me sirve para “desmodorrarme”, porque regularmente despierto sin saber si “voy o vengo”…
A mi más de medio siglo, la verdad es que empiezan a olvidárseme las cosas y requiero de un escaneo rápido para ordenar mis acumulados en la memoria, sobre todo del día anterior… Ayer, cafeceando con los amigos decidí tomar una acción de tantas que enlisto y jamás llevo a cabo, tomada de la misma lista donde tengo: hacer ejercicio, comer más saludable, terminar de leer la pila de libros que descansan en mi mesa de noche, dejar la coca cola, olvidarme de los casinos y muchas otras pequeñeces que forman parte de mi lado oscuro y no tan oscuro, pero al fin propósitos emanados casi todos de los mágicos días “post-new year”…
Decidí escribir mis vivencias cotidianas… Tú dirás: “¿Pero a quién carajos le importa tu día? Ja,ja,ja,ja… Es cierto, pero recordé que a muchísimas y muchísimos como yo nos encanta platicarnos las mismas nimiedades, exactamente esas que a nadie le importan pero que inexplicablemente se hacen tan relevantes que hasta hacemos citas para encontrarnos en un café y hablar justamente de eso que a nadie le importa… salvo que sea un chisme que involucre a otras personas conocidas (ahí cambia la cosa.)
Sigo… Mis primeros pasos me llevan irremediablemente al baño… Tengo un caminito obligado por un espejo de “puerco entero” y siempre paso y volteo de reojo… Ya no confío en mi imagen… Ya no soy lozana, joven, guapa y mucho menos delgada… Por supuesto que hay otras peor que yo… Me encuentro con amigos que me dicen “¡que me veo muy bien!” (no sé qué esperaban ver.) En realidad podría estar peor. Me sigo queriendo mucho, eso sí, y en medio de mis limitaciones me gusta dar mantenimiento a mis piezas, ya que no hay muchas refacciones para nosotros, “los clásicos”.
Veo a mis contemporáneas convertidas algunas en “doñitas” (no todas, por supuesto) algunas me dan envidia, arrugaditas pero aún bellas y con estilo. Evoco los días en que con esas mismas doñitas platicaba con singular alegría de los novios y las modas. Hoy me da risa que lo primero que sale en la mesa del café son… ¡los lentes! Ya todas estamos cegatonas… Ja,ja,ja…. Después, la plática se pierde en las aventuras de los nietos y los males que nos aquejan… Todas sufrimos por el colesterol alto, la menopausia, algunas padecen diabetes, ácido úrico, artritis y tengo dos cercanas con secuelas de parálisis facial… ¿ah, verdad? Cuando las cincuentonas nos reunimos a charlar somos un verdadero muestrario vivo de enfermedades.
Seguimos teniendo cosas en común… La generación ha evolucionado parejita...ahora decimos que es fácil la celebración de nuestros cumpleaños porque podemos instalar la mesa de regalos en la farmacia de similares… ¡Los años no pasan de oquis! Yo quiero seguir viviendo en el franco optimismo pero me choca tener celulitis, odio mis lonjas y la piel flácida. Hoy, al bañarme, me revisé con lupa y como que ya le sobra pellejo o le falta músculo a mis brazos. En pocos años aplaudiré con los antebrazos… Eso es feo… Este verano no podré usar blusas de tirantitos. Había considerado comprar un traje de baño… ¡descartado! Sería un atentado contra la estética, cambiaré por un pantaloncito corto y una camiseta de manga larga, lentes, sombrerito de ala ancha y una silla en la sombrita… Si quiero ir a la playa, como buena paceña… Pero eso sí, juro que jamás entraré al mar vestida con levis y camiseta de esas que cuando se mojan y se te pegan al cuerpo dejan ver lo mal hechas que estamos y hasta se ve el brassiere todo gacho, porque estoy segura que eso de los concursos de “camisetas mojadas” ya no son para mí… Ya me imagino, así como estoy y con las bubis pegadas a la camiseta de propaganda política y con un letrero de “Ricardo Barroso” entre las chichis… Es francamente horroroso. Pensándolo bien, mejor no voy.
Bueno, ya me desvié. El tema era que me levanté de buenas con el café volví a ser YO. Ya con la batería cargada el panorama es diferente. Veo mi futuro inmediato y me topo de cara con él: la escoba y el trapeador. No hace mucho, sólo le pedía a mi recordada Vero, mi ayudante en casa de años, que hiciera café y arrastrando pantuflas, envuelta en la bata vieja y fea que todas las mujeres tenemos en casa (quién sabe por qué) me sentaba cómodamente a leer el periódico… Desde ahí regenteaba las actividades del día y trataba de hacer de la ida al super algo así como una odisea en el espacio… ¿Cómo cambian las cosas, no? Ahora me levanto, hago el café y limpio mi casa yo solita, sin mano santa que venga en mi auxilio… ¿Pero qué creen? Me encanta esta vida… hasta he llegado firmemente a pensar que… ¡soy muy feliz!
Paso mi jornada con preocupaciones menores porque las mayores no me gusta recordarlas… (¿pa’qué?) No escucho la radio porque me choca oír a los comentaristas chayoteros, si quiero escuchar música tengo una enorme colección de mis favoritas… Si prendo la tele le saco la vuelta a los noticieros matutinos, si algo debo saber como buena ciudadana, ALGUIEN en la calle me lo va a decir, si le sigo ahí en las mañanas tendría que soportar las sandeces del programa que hicieron especialmente para idiotas: “Venga la alegría” o al sangrón de “Matutino Express”. Si permanezco un rato más me acribillan las telenovelas y si no me quito a tiempo tendría que envenenar mi probada inteligencia recetándome a la “Señorita Laura” o al “Deje de sufrir”… ¡Por Dios! Mejor busco alternativas menos agresivas… Vivo en una hermosa tierra llena de maravillas y me falta tanto por saber y conocer que más vale que no pierda más tiempo… Qué mala onda que llegamos a esa conclusión cuando ya perdimos tanto de eso que es el único valor no recuperable… EL TIEMPO… Hoy trataré de ser más feliz que ayer.
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