EL PROFETA Y EL DEPORTE
En aquel tiempo fieles seguidores del profeta le pidieron que hablara acerca del deporte. Juntando sus manos frente a su pecho vio a la multitud ahí reunida y así les dijo: “Hermanos el deporte es una derivación de la actividad humana por la sobrevivencia, quien lanza la jabalina es la versión moderna de quien cazaba con una lanza o de quien en una batalla atravesaba a sus rivales desde grandes distancias con filosas garrochas. Las habilidades de quienes ejercían estas actividades llamaron la atención y se convirtieron en motivo de admiración y competencia. Así han llegado a nuestros tiempos a reunir miles de atentos ciudadanos a vitorear a los más aptos ya sea compitiendo en equipo o individualmente en justas que atraen la atención de regiones muy grandes. La emoción colectiva que despierta el deporte de competencia es inigualable. Hipnotiza la destreza alcanzada después de años de entrenamiento y como todo intento de perfección, implica constancia, disciplina y sacrificios de los deportistas. Pero debo advertir que como en todo acto humano hay debilidades perniciosas. En el deporte un pecado de graves consecuencias es la soberbia. Equipos e individuos altamente competitivos y diestros se vuelven arrogantes. Creen que con sólo presentarse en el campo de juego o en el estadio los rivales caerán vencidos. Ese pecado ha llevado al fracaso desde naciones completas hasta individuos que se jactaron de ser superiores a cualquiera. Así ha sido desde los pueblos más antiguos y así será hasta el fin de los tiempos.