El Profeta y la verdad
En aquel tiempo el Profeta exhortó al pueblo a escuchar su mensaje sobre la verdad. La plaza pública se vio colmada de ciudadanos para escucharlo. Sobre un viejo tablado miró el gentío, y así habló: Hermanos, ninguna virtud parece ser tan ampliamente repartida como poseer la verdad, todos dicen tenerla y, además, nada de pichicaterías, dicen tenerla en generosa cantidad. Nada más equivocado. Pero no es éste un mal de nuestro tiempo, así ha sido desde el origen de la humanidad y seguirá siendo hasta el fin de los tiempos. Miles de líderes religiosos y laicos han aparecido asegurando a sus seguidores ser poseedores de la única verdad, de la verdad verdadera. Y seguirán apareciendo en los siguientes siglos. ¿Cómo identificar a los falsos emisores de verdades manifiestas? Empecemos por lo básico, el falso líder no reconoce las verdades sobre su propia persona. Nunca admite haber cometido error alguno, se dice portador de la perfección en el pensar y actuar. Quien osa cuestionar sus verdades es marginado, acusado de conspirar contra las verdades del líder quien ipso facto convocará a las hordas fanatizadas a su linchamiento, incluso la vida de quien se atreva a discrepar puede estar en peligro, tachado de infiel.
El falso líder es siempre amenazante, sólo por instinto propio de un reptil o insecto puede aparentar inmovilidad o distracción. Pero está al acecho, y volverá a la carga al menor descuido de los rivales o de aquellos que considere sus enemigos. Esos falsos líderes sólo simularán confianza hacia aquellos que los alaben y ejerciten la lisonja sin pudor alguno, hacia aquellos que incluso lo imiten hasta en la forma de vestir, de hablar y de pensar. Pero en realidad no confía en nadie, ni en su sombra.
Los falsos líderes son soberbios, arrogantes, no desean generar respeto sino terror. El falso líder aparentará conducirse con la voluntad del pueblo, pero en realidad simulará atender esa voluntad manipulándola. Impondrá a sus incondicionales en los lugares claves para controlar multitudes, y si no puede dirigir de forma vitalicia a su comunidad, buscará hacerlo a través de títeres.
La verdad es compleja, pende de muchos y delicados hilos, implica sacrificios y riesgos esgrimirla sin afectar muchas veces a personas que queremos. La verdad no se da a granel, hay que buscarla con lupa. Enarbolar la verdad no es para aquellos que gustan de la popularidad y el aplauso fácil e interesado. Los amantes de la verdad viven en constantes dilemas porque la duda y la corrobación de sus ideas es el verdadero motor de sus vidas. Por eso el ancestral concepto de que “la verdad no peca pero incomoda”. La antípoda de la verdad es la mentira. Quien se conduce con la verdad se aparta de la práctica de la mentira.
Al final de su mandato, o quizás años después, el falso líder pasará a la historia como un mentiroso. Y se pondrán a la luz sus múltiples falsedades.
Dicho esto, el Profeta dio media vuelta dejando ver su blanca túnica rasgada por el tiempo. Se perdió entre el arenal y los espinosos arbustos que rodeaban la plaza. La multitud lo siguió con la mirada, en silencio, hasta que se perdió de vista.