Familias sudcalifornias: EL VALOR DE LA PACIENCIA
En estos tiempos, todos vivimos a un ritmo acelerado, a tal grado de desesperarnos rápidamente frente a cualquier cuestión que implique perseverar o esperar por algo, ya sea en lo laboral, familiar o personal. Lo malo de esta aceleración, es que no siempre tenemos tiempo de apostar por lo que verdaderamente vale, como el aspecto espiritual, la convivencia o la salud emocional.
Lo que ocurre también, es que todo lo que deseamos tiene que ser “¡para ayer!”, ansiamos obtenerlo al instante, ocasionando que nuestra vida cotidiana no tenga cierta cordura o constancia, teniendo como resultado que uno pueda tener roces o problemas con las personas que le rodean. Tal es así, que todos estamos inmersos en una época denominada “prisa” o “líquida”.
Frente a todo esto, debemos detenernos a pensar sobre lo valioso de la paciencia, ya que, de lo contrario, nos sentiremos cada vez más frustrados o molestos con esa carrera que llevamos, que es nuestra propia vida, y que es única.
La paciencia es el valor que nos forja como personas sensibles y empáticas: tolerar y comprender los contratiempos, así como las advertencias con fortaleza y por ende sin lamentos; esto es posible porque uno aprende a actuar acorde a cada circunstancia, moderando las palabras y la conducta en esos momentos.
Es importante cultivar la paciencia, ya que es una virtud que consiste en soportar con fortaleza los contratiempos o las dificultades que se nos presentan sin lamentarse o quejarse.
La paciencia es un rasgo de carácter que nos permite pasar por situaciones caóticas sin derrumbarnos, nos permite educar a nuestros hijos sin gritos y aceptar a los compañeros de trabajo sin deprimirnos, incluso a la familia misma, entre muchas otras cosas.
Uno de los grandes obstáculos que impiden el desarrollo de la paciencia es la desesperación, el deseo de lo inmediato, el no poder lidiar con obtener resultados negativos o que no son los esperados, sin detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, el tiempo y esfuerzo requeridos para alcanzar el fin.
La paciencia no es sólo sinónimo de lentitud o tardanza en la ejecución de algo, sino que también significa esperar detenidamente a que aquello que estas deseando que se materialice. En consecuencia, el acto de ser paciente significa ser perseverante en relación a algo que no tiene una fecha para concretarse.
Se necesita valor y confianza para ser paciente, así como un espíritu pleno, fuerte. En tiempos como este, cada vez se tiene menos paciencia frente a cosas positivas o negativas, sin embargo, no es imposible cultivar y conseguir ser paciente, existen muchas formas de lograr tener un carácter templado, una vida llena de entereza. El punto es reconocer el valor que esta actitud tiene en tiempos como estos, y buscar la forma de lograr esta actitud frente a las circunstancias.
Por ejemplo, el ahorrar puede ser una forma de medir nuestra paciencia, pero si quitamos de vista nuestro objetivo, nuestra meta será cada vez más inalcanzable y lejana. O bien la paciencia para educar a nuestros hijos, ya que son más traviesos de lo que muchas veces se espera, pero el verdadero reto es tener la habilidad para educarlos tolerantemente y de la mejor manera posible.
También podemos hablar de sobrellevar las inclemencias del tiempo, ser comprensivos en la realización de tareas junto a otras personas, ante la falta de sus experiencias, conocimientos para realizarlas efectivamente, entre otras. Si en cualquiera de ellos nos obsesionamos, el resultado puede ser totalmente el opuesto al deseado, por lo que se recomienda ser pacientes, ya que ella nos enseña la manera por la cual debemos hacer las cosas.
Entonces, ¿cómo lograr ser paciente? Aquí algunos consejos prácticos:
- Detecta qué es lo que te hace perder la paciencia. ...
- Reconoce que no tienes control sobre todo. ...
- Disfruta del momento. ...
- Ve el lado bueno de la impaciencia. ...
- Busca formas alternativas de descargar tu ansiedad. ...
- Evade la lógica de la inmediatez.