Junio. El deseo
Lucia, tú me dices “ven” y yo te creo.
Y en esas tres letras a mi me cabe: un café en tu cama, una llamada nocturna, un atardecer, una luna, un secreto, una canción repetida, un libro en común.
Obedezco entonces guiada por tu voz y mi deseo. Me arreglo el pelo, me guardo las dudas, acelero mis horarios. Soy la elegida, a la que necesitas, a la que llamas desde tu soledad.
Pero no estás.
Y yo sigo buscándote casi por costumbre o por instinto.
Lucia, tú me dices “ven” y yo voy, a ciegas, sin rumbo, sin sendero.
Y aún así, sigo caminando, porque hoy se, Lucia, que los deseos transmutan en todas dimensiones; como tu cuando no me piensas, como yo cuando no te toco, como nuestras voces a través de la bocina. Tu-mi deseo transmuta como un acto adaptativo, como instinto de supervivencia.
Si, esta necesidad de encontrarte, este deseo que se encaja atrás de las corvas, en la orilla de mis dedos, el que me hace seguirte: no es mío, no me pertenece.
Pero tampoco a ti
JD