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LA NUEVA BATALLA CONTRA EL NARCO Y LAS LEGALIZACIONES TABÚ

Escrito por Alejandro Daniel Álvarez Arellano en Lunes, 27 Enero 2014. Publicado en Opinión

Las últimas semanas han sido exhaustivas en información respecto a diversos enfrentamientos armados en el estado de Michoacán en donde es difícil distinguir los límites y perfiles entre los grupos criminales, los aparentes grupos armados de ciudadanos y las autoridades formales.  En agosto del año pasado publiqué en este espacio el artículo “Legalizar el consumo de la mariguana”, en él expresaba: “Despenalizar el uso de estupefacientes no es la llave mágica pero significa romper la secuencia de enriquecimiento de las bandas criminales y con ello la magnificación de su poder que todo lo corrompe ya lo mencionamos,  policías, jueces, representantes populares, gobiernos, todo.  No es necesario ser un analista profundo para ver cómo se pierden enormidades de recursos humanos y financieros de origen público en una guerra que parece no tener fin”.

Al inicio de su sexenio el presidente Peña Nieto aplicó la famosa técnica de tapar el sol con un dedo al omitir de su discurso al narcotráfico y todas sus secuelas, hoy  ha tenido que reconocer la gravedad del problema que representa el poder amasado por los cárteles y, en particular,  la ausencia de autoridad de las instituciones en amplios territorios del país, pero muy notablemente en todo el territorio michoacano. Ninguna de las reformas estructurales tan cacaraqueadas como el gran éxito de Enrique Peña Nieto tendrá viabilidad en un país sin seguridad, con decenas de municipios sin autoridad constitucional. Del desenlace de este conflicto puede depender el futuro del sexenio. Y no parece ir por buen camino. Ya el presidente Calderón en el sexenio pasado recorrió el camino de la invasión de Michoacán por parte del ejército y la policía federal, remitió a varios presidentes municipales y delincuentes a la cárcel acusados de ligas con el narco. ¿Resultado? Todos libres ante las resoluciones de los jueces de su inocencia o la inconsistencia de las pruebas acusatorias por parte de los ministerios públicos. Por una puerta el Ejército y la Marina entregando delincuentes a las autoridades judiciales y éstas dejándolos en libertad por la  puerta trasera. ¿Con esos mismos ministerios públicos y jueces se castigará a las personas que ahora se atrapen? Sí, como no.

La naturaleza y propósitos de los llamados grupos de “autodefensa” son por lo menos confusos. Su discurso tampoco es nuevo, años antes el cártel de La Familia michoacana apareció enarbolando la lucha contra los Zetas. Después el cártel de Los caballeros templarios empezó a ejecutar miembros de La Familia michoacana por “secuestradores y ladrones”. Ahora las autodefensas dicen combatir a Los templarios y ya hay brotes de violencia contra las “autodefensas” por otros grupos de civiles armados.

El rescate de territorios por parte de las fuerzas armadas no tendrá éxito si todo el edificio de corrupción y negocio del narco permanece intacto. Se sabe que empezando por las policías municipales y terminando por los poderes judicial, ejecutivo y legislativo del estado michoacano y de otras entidades están penetrados por el narco en cualquiera de sus modalidades de organización, incluyendo el eufemismo inventado por el jefe de gobierno del DF que los llamó simplemente “pandillas”.

Los líderes visibles de las “autodefensas” declaran tener 20 mil hombres armados. Eso cuesta mucho dinero. En el mercado negro las armas largas que lucen estos comandos cuestan hasta 18 mil pesos por metralleta. Ya no digamos el pago de sueldos, vehículos y combustibles de todo ese ejército informal movilizándose por los municipios que controlan. José Manuel Mireles Valverde, uno de los líderes de las “autodefensas” que más publicidad han recibido fue arrestado el 8 de noviembre de 1988 en su domicilio en el municipio de Tepalcatepec en posesión de 86 kilos de mariguana. El proceso penal que se le siguió a Mireles Valverde fue por el delito contra la salud en su modalidad de siembra, cultivo, cosecha, posesión y venta de mariguana. Por estos hechos, Mireles recibió una sentencia de siete años y tres meses, aunque estuvo en prisión sólo tres años y ocho meses (Excélsior, 17 de enero-2014). No es necesaria mucha investigación para inferir el origen de los fondos de las “autodefensas”.

El trato privilegiado que el gobierno federal ha proporcionado para atender la salud (que ya quisieran las indígenas embarazadas) de al menos los dos cabecillas de las “autodefensas” -uno de ellos Mireles- supone que una de las estrategias del gobierno federal será apoyarse en las “autodefensas” para combatir a los Templarios y lo que queda de los otros cárteles. Si así lo hiciera estaría jugando con fuego. Ya hay señales alarmantes de ello. Una de ellas es tolerar o aceptar la existencia y operación de grupos armadas ilegales en funciones de autoridad. La prensa informa que “grupos de autodefensa asentados en el municipio de Parácuaro, Michoacán, aseguraron la casa del líder de los Caballeros Templarios en la zona apodado ‘El Botas’" (El Universal 18 de enero-2014). Sólo falta que esos mismos grupos atrapen, hagan el juicio y sentencien a “El Botas”.

Insistiremos en la idea expuesta en el artículo referido al principio. La enormes rentas que le deja a la delincuencia organizada el mercado ilegal de las drogas le permitirá seguir corrompiendo a tiros y troyanos, controlando territorios y seguirá poniendo contra la pared a las autoridades. Hoy hizo crisis en Michoacán, ayer fue en Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León, mañana será en Guerrero o Oaxaca o Chiapas, y luego volverá a donde empezó. La base del poder de los cárteles está en las fortunas que le deja ese negocio. El esquema de perseguir a los consumidores de droga ha fracasado una y otra vez. Seguirá fracasando. En contraposición en varios estados de Norteamérica se ha legalizado por lo menos el consumo de mariguana y en Uruguay se despenalizó ese consumo en todo el país. Eso permite un control de ese mercado pero también,  y es lo más importante, permitiría una política de rehabilitación y prevención de las adicciones de manera más efectiva. Mientras eso no suceda el país seguirá dilapidando recursos en esa guerra absurda.

 

Comentarios (1)

  • Jose antonio

    Jose antonio

    22 Enero 2014 a las 17:46 |
    Excelente su artículo, describe la mafia de las drogas, el secuestro, el cobro de seguridad o piso, etcétera. Antes se llamaban mafias, después negocios, ahora mercados. Y que decir de las otras mafias o mercados, como la mafia del transporte para el logro de permisos o placas, o la otra mafia, la de los ambientalistas que cobran por supuestas defensas ecológicas adquiriendo grandes riquesas y deteniendo desarrollo, o las otras mafias o mercados de los juicios laborales en procuradurías o juntas locales de arbitraje, en donde los empresarios están a merced de autoridades y abogados coludidos para cobrar un alto porcentaje de las jugosas sumas que se negocian, o las otras mafias o mercados que negocian las construcciones o carreteras en cada estado del país favoreciendo a los amigos de quienes están en el poder. O las mafias y el mercado político.

    Felicidades por su artículo

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