La nueva novia de Trump
Los tres más grandes artistas y creadores de música que hemos tenido en el rubro de la autoría son, sin duda, Agustín Lara, José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel. Sin embargo Consuelito Velázquez es la que ha generado la obra más reproducida por los más variados intérpretes y más grabada en toda la historia de México en todo el mundo: «Bésame Mucho»; ahora que como clásicos, se la disputan Moncayo, Carrillo, Revueltas y hasta Juventino Rosas. El hecho concreto es que nuestro preferido es Agustín Lara, quien escribió: Mi novia es la tristeza…
Hemos recordado esta frase ahora que la novia de México es la pobreza. Nunca, en toda nuestra historia, desde Acamampichtli hasta la fecha, habíamos tenido tantos pobres en nuestro país y esa muchedumbre depauperada que rebasa ya los cien millones, nunca había estado tan fregada. Hoy México es más pobre que nunca aunque algunos naden en la abundancia, y la pobreza es tan profunda que pareciera irremontable para quienes han caído por culpa nuestra en las anchas franjas de la miseria. Digo nuestra, porque aunque la responsabilidad es de los pésimos Gobiernos que hemos tenido, la culpa de que hayamos tenido esa voraz e ineficiente plaga gubernamental es de nosotros por no haberles impedido su estropicio o por no haberlos echado a patadas.
Los más pobres son el Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz, lo que nos debería de dar vergüenza y coraje, pues son entidades ricas en recursos naturales y en potencialidad económica pero muy mal gobernadas, aunque miserables en todo el territorio nacional, incluyendo los más glamorosos relictos como Cancún o Cabo San Lucas. El común denominador nacional es la depauperación creciente. La pobreza hace que crezca el desempleo y viceversa, la pobreza hace que crezca la delincuencia, el empobrecimiento genera alcoholismo y al revés, la pobreza genera una grave desintegración familiar, incrementa la prostitución, la drogadicción, la violencia social e intrafamiliar, la pobreza genera pérdida de autoestima, enfermedad y viceversa, nos hace perder dignidad, señorío y un montón de cosas más como diría Atahualpa Yupanqui.
Aquí es donde entra Trump, ese gran judío alemán norteamericano que será el próximo presidente de los USA si nuestros deseos se cumplen. Donald Trumpf, como es su verdadero apellido, nos ha prometido que hará un muro a lo largo de la frontera y que además lo vamos a pagar, nosotros, el pueblo de México, lo vamos a costear. De acuerdo, no hay problema. Ha de costar como diez Estelas de Luz hecha por contratistas mexicanos, así que lo haremos. A cambio de ello, nos hará el favor de impedirnos pasar a esa hermosa nación a la que «donamos» la mitad de nuestro territorio en 1847.
Nos conviene porque los mexicanos de allá le mandamos a los de acá más de veinte mil millones de dólares al año, quiere decir que en los primeros cinco años les enviaremos a los de acá unos cien mil millones de dólares, pues la mano de obra que lava excusados y pizca jitomates será más cotizada y además dejarán de irse nuestros mejores trabajadores y la economía de nuestro país empezará a recuperarse. Los partidos políticos recibirán más dinero pues habrá más votantes.
Trump es el ídolo de los nacionalistas, pues evitará que nos agringuemos todos. Tal vez usted no esté de acuerdo en que nos favorecerá, pues «sorry», mucho se lamentará Trump también, así sucederá pues Donald ya ganó. Su filosofía ya permeó en lo que nosotros los exquisitos llamamos el imaginario colectivo de Manhattan. Mi novia es la tristeza…
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