LA PELÍCULA DE LA DIDÁCTICA
La película de la didáctica[1]
Creo que el mundo ha perdido su forma sólida no precisamente porque se desvanezca en el aire, sino porque se plasmatiza continuamente. El agua asciende vertical a los centros del pensamiento y de nuevas creaciones. Me han mostrado, personas apreciables y despreciables; santos y pedantes, una vieja nueva forma de dar clases: las películas. El género, la época, los directores, son lo de menos, lo que importa es cubrir ese espacio de clases y de docencia.
Diría que la estrategia didáctica del uso de los medios tiene sus bondades; pero no creo que se deba hacer uso indebido del asunto. No pretendo ser reiterativo, pero el cine es un evento netamente comercial y, por tanto, la intencionalidad no es básicamente la de educación. No parte de ese esquema. Existen películas que mantienen un alto elogio hacia la transformaciones de las prácticas educativas: desde El profe, protagonizada por Cantinflas (o Mario Moreno); hasta To sir, with love, dirigida por James Clavell. También pero que se enseñe a un estudiante para profesor que esa es su realidad o que así debe actuar, representa otro paso que la actual sociedad ha dado.
Cierto que sólo recientemente, hará algunos años, que los productores pedagogos han puesto empeño en dinamizar la televisión educativa; todos se han puesto manos a la obra en ese sentido. Sin embargo, la enseñanza cuenta con su propia forma de expresión, amasada durante siglos. El otro extremo es el que se ha mencionado: se pone a los alumnos frente a una película que sea considerada por el maestro como representativa del momento, tema, ubicación, área, ciencia, de lo que se estudia en ese momento en la materia.
Para el nivel primaria, y digamos secundaria; tal vez, ya de últimas, la preparatoria. Pero a nivel universitario[2] me parece más que una locura, una flojera tanto del maestro como del alumno. - Pondré la película La sociedad de los poetas muertos para motivar a mis alumnos a leer poesía. Yo lloré cuando vi la película: altamente lacrimosa y motivacional, pero si un alumno que estudia universidad necesita motivación para el estudio, creería que el problema menor de ese alumno es la estimulación. Su problema es más grave que eso. Una falta de interés por la materia, una obligación por estudiar, la carrera como un pasatiempo, varios y diversos pueden ser las razones, pero no necesitaría ver una película.
Pero me parece más delicado el asunto del profesor que elige una película para llevar a cabo su clase. En primer lugar, porque el profesor nunca deja en claro, nunca de los nunca jamás, que las películas en realidad son puestas en escena que conllevan un texto detrás: un guión. Este guión se debe a la interpretación, experiencia de un autor. Además, para clarificar el asunto aún más, debería el profesor establecer que el autor del guión, rara vez, extremadamente rara vez, dirige la película. La dirección de la película es una segunda interpretación, un segundo tamiz.
Si el texto original se basa en una obra literaria Muerte en Venecia de Tomas Mann, por ejemplo. La interpretación es triple, se habla propiamente de adaptación[3], en términos del cine. Pero ambos textos son diferentes en la apreciación de los detalles; mientras en la breve novela, los detalles realistas se sugieren; en el texto fílmico, la cámara se detiene en los detalles ornamentales del hotel, y del vestuario. Dos sensaciones distintas, no quisiera decir opuestas, porque en realidad son construcciones sensoriales.
Esa es una gran pequeña divergencia. Otra, desde mi punto de vista fundamental, radica en la novela se basa en Gustav Von Aschenbach, escritor. La película se dice que en el músico Gustav Mahler. Y aunque ambos personajes comparten personajes una efebofilia; ambos crean discursos diferentes sobre el concepto de belleza. En el libro, el impulso lo recibe la discusión platónica sobre la belleza; en el cine, el planteamiento de la belleza absoluta. Mientras en la novela el refuerzo de la belleza y de las descripciones no ocupa de otro elemento, en la película, la música, en especial la Quinta Sinfonía –el Adagietto- de Mahler, reúne imagen y sonido para establecer un puente entre la reflexión, la imagen y el sonido.
En segundo lugar, porque corresponden a interpretaciones del guionista, del director; la máquina del celuloide, también responde a políticas. Me sorprende que los profesores recomienden ver la película Troya para que el alumno ambiente la obra de Homero. Las visiones fílmicas sobre la obra de Homero son muchas y diversas; pero elegir esa en particular le llamaría la atención, inclusive, al paciente lector. El punto nodal para esta sorpresa es que la película no sólo utiliza un gancho común de Hollywood: el mega astro del cine Brat Pitt. Este ícono del cine no sólo es un buen atractivo para la taquilla, sino también es la representación de algo que va más allá del suspiro de las chicas malas. Si bien Aquiles es descrito como un hombre con un físico impresionante; lo cierto es que, Brat Pitt, desde mi punto de vista, está lejos de representar el lado de belleza griega; además, con la presencia de este actor, Hollywood, de manera sutil, impone su propia visión estadounidense no sólo de lo que es belleza masculina (sólo los estadounidenses), sino también otro mensaje: somos indestructibles. Lo que no es poco, si lo pensamos como presentaciones fílmicas en universidad.
Si seguimos por ese camino (tan sólo lo sugiero), veamos Rambo como una manifestación artística-cultural estadounidense. O como lo dijo algún maestro: Calígula (1979) de Tinto Brass, representa la decadencia del imperio romano; a mí, en ese momento se me olvido comentar que era producida por la revista Penthouse, y yo prefiero, de ese año, el mes de abril.