Las divisas que no divisas
Cada vez que un turista del extranjero llega a México, se ponen en funcionamiento decenas de empleos ocupados. Desde pilotos y azafatas de la aerolínea mexicana, quizá antes la telefonista o el encargado de Internet, luego, a la llegada, el agente de Migración o del espantoso fisco, el maletero, el de seguridad, el taxista, todos los del Hotel, los del restaurante, los guías de turistas, los del sitio visitado, como el Museo Nacional de Antropología e Historia que depende del menospreciado INAH, o los guardias de las pirámides, o los de las trajineras de Xochimilco, o el del Marino que cuida la seguridad de la playa y hasta el que "le mueve el ombligo" o vende la artesanía si es que va a la costa sin ley.
¿Qué? ¿Qué dice este grafococo no tierno? Como definía Salvador Novo a Luis Spota. En aquel memorable cruzamiento de dagas entrambos, Spota criticó los afeminamientos de Novo y éste le zampó un epigrama bastante rudo: "Este grafococo tierno, lleva por signo fatal, en su apellido paterno, la profesión maternal" ¡Seco! Sí, decíamos, en México no tenemos Ley de Costas a pesar de que se han hecho varias iniciativas que están en la congeladora por desidia de los legisladores y falta de apoyo político de la Semarnat y de la Sagarpa. Bueno, si el gobierno federal no se ha ocupado eficientemente para que tengamos un censo o inventario del patrimonio insular de México y no sabemos cuántas islas tenemos y su condición jurídica, ¿Qué se puede esperar de caballo corriente?
Volviendo a asunto, las divisas por concepto de turismo son más seguras que las que recibimos de nuestros pobres paisanos acogotados que desde USA, Canadá o Europa envían a sus familias los centavos que pueden y aún en su pobreza y sacrificio, le meten a este país más de veinte mil millones de dólares al año cuando las cosas marchan. Del petróleo recibimos una magnífica cantidad, pero eso lo perderemos ya muy pronto en cuanto queden privatizados y extranjerizados los negocios hidrocarbúricos pues pasará lo que con los bancos, el negocio está aquí pero la utilidad o rentabilidad se va para Bilbao o HK o para NY o para Santander. Somos tan tontitos, ni modo, la falta de alimentación y de educación, el alcohol, las enfermedades y el aturdimiento televisivo, han hecho que la mayoría no tengamos ni talento ni ánimo de corregir.
De los créditos y endeudamientos también recibimos divisas mortales y sanguijuelescas que nos mantienen pagando créditos ad perpetuam, mientras dizque tenemos reservas en el colchón por más de 50 mil millones de dólares. Otra fuente de divisas es la del comercio exterior. Puros aguacates y ese tipo de productos que hacen que se encarezcan en el mercado interno el vegetal o el pescado, mariscos crustáceos o cárnicos y que se exportan trayendo efectivamente divisas pero que no compensan lo que le encarecen la vida a este pueblo que suma ya 70 millones de personas en pobreza asfixiante.
Por eso la del turismo es la menos mala de las divisas y aunque tengamos que sacrificar algo de nuestro patrimonio ambiental o ecológico, vale la pena pues es una renta segura cuando usted pone un hotel o un negocio turístico y genera empleos urgentes y divisas que se reparten más o menos, pues no ignoramos que las sinvergüenzadas del all inclusive o todo incluido lo que hacen es llevarse también las utilidades en un 83 por ciento. Hay que apoyar las inversiones turísticas de muelles, cruceros, marinas, hoteles, yates, deportes extremos, ecoturismo, alternativo o los que sean y vengan de donde vengan pues derraman a empleados y mujeres trabajadoras una cantidad nada despreciable de 50 mil millones de dólares al año y puede crecer más si las dependencias y grupos sociales no estorbamos el crecimiento de la generación de empleos en la el sector turismo.