LECTURA DEL MUNDO ¿EN QUÉ SACADA NOS HUNDIMOS?
(Texto presentado en el IV Coloquio de Filosofía, Universidad Autónoma de Baja California Sur)
Este breve discurso está dedicado para los que fueron, los que estamos siendo y los que serán, todos con los cuales me he comprometido.
¿Cómo leemos?
Anatómica y poéticamente hablando:
Cuando leemos no deslizamos de manera continua la mirada sobre las palabras, sino que realizamos un proceso intermitente: cada palabra absorbe la fijación ocular, durante unos 200-250 milisegundos y es en apenas 30 milisegundos, que se salta a la siguiente, esto es lo que se conoce como movimiento sacádico.
(El ser humano percibe su ambiente por visión con fijaciones y sacadas. Al fijar clava los ojos en un punto inmóvil y con sacadas redirige la mirada (rápidamente) de un punto de fijación a otro. Es solamente durante las fijaciones, que los nervios en la retina transmiten la información que perciben por la luz. Durante una sacada esta transmisión está discontinuada; se cree que eso sirve para no procesar las imágenes nebulosas que se producen por los movimientos rápidos del ojo.)
Entonces hago una advertencia: será en los movimientos sacádicos donde ustedes podrán encontrar, lo que sobre la “lectura de mundo” les vengo a compartir.
Nos encontramos inmersos en una cultura escrita, y la participación en ésta supone apropiarse de toda una tradición de lectura y escritura, presume también, asumir una herencia cultural que implique el ejercicio de diversos procedimientos con los textos - y nos referimos a textos desde una perspectiva hermenéutica, textos actuados, escritos, acontecimientos, objetos- y la puesta en acción de conocimientos sobre las relaciones entre los textos; el lector, el texto y sus autores; entre los autores mismos; entre los autores, los textos y sus contextos.
Entonces, sabemos que hasta hoy, la lectura se presenta como un valor instrumental, vinculado con la posesión de información y con esto la posibilidad de desarrollar habilidades prácticas discursivas; posturas reflexivas, críticas, propositivas necesarias para la vida. Necesarias para encontrar el sentido de la vida.
Situamos a la lectura como un factor determinante para facilitar u obstaculizar el desenvolvimiento del individuo en los más diversos contextos culturales; podemos decir además, que la lectura es el proceso por el cual percibimos el mundo, lo hacemos presente, lo dotamos de significado y además, a partir del cual nos otorgamos una identidad y una dimensión ética dentro de él.
Identifiquemos, pues hasta aquí la conceptualización de la lectura desde esta configuración, desde nuestro presente ¿La lectura como “instrumento”, como “posibilidad”? ¿Ha sido así siempre? ¿A qué realidad se apegan estos conceptos?
Echemos una mirada atrás.
En cuanto al papel de la lectura a lo largo de la historia, las opiniones divergen:
Por ejemplo, Freire nos dice que como precedente de la lectura de las palabras. Muchos siglos antes de saber leer y escribir los hombres y las mujeres han estado inteligiendo el mundo, captándolo, comprendiéndolo, “leyéndolo”.
Y que cuando los primeros humanos dibujaron en las rocas, ya actuaban estéticamente sobre el mundo, y como seguramente ya tomaban decisiones “morales” también intervenían de manera ética. Desde allí podemos observar como la lectura, este ¿cómo percibir el mundo? Y ésta manera de comunicarlo permitía ya incidir. Podemos vislumbrar la lectura dimensionando estética y éticamente al hombre.
Por otro, la aparición de la escritura marca la pauta, su importancia radica en que hizo posible una nueva manera de comunicación entre los humanos, la cual permitió sobrevivir al tiempo presente.
Hay quienes nos dicen que la escritura desde su nacimiento, ya fuera por funciones comerciales o religiosas, incluso sólo una demostración de poder, no se escribía necesariamente para ser leída. Que la lectura como práctica social es comparativamente reciente en la historia de la escritura, y mucho más reciente como práctica privada.
Cuando la escritura pasa de ser memoria de actividades comerciales, leyes o código religiosos, a ser receptora del pensamiento de alguien para ser conocido por otros, podemos entrever la aparición de la lectura, aunque aún lejos de obtener el sentido que hoy muestra y las muchas finalidades por las que ahora se lee.
Las razones de la lectura han sido muy diversas:
María Clemente Linuesa, nos dice en su obra “Lectura y cultura escrita” ,que hasta el siglo IV a. C. no se conocía la práctica de la lectura privada. De hecho, que leer no era un ejercicio tan apreciado, ni siquiera por los filósofos griegos.
La autora también nos cuenta que “Sócrates, consideraba que los libros eran ayuda para recordar, pero nunca pensó que fueran más importantes que la palabra para transmitir conocimientos... Solía decir que la escritura es algo semejante a la pintura, que parece viva, pero que, sin embargo, no podemos hacerle preguntas porque permanecerá muda.”
La exégesis, la interpretación, los comentarios, las refutaciones, las alegorías, y el sentido simbólico no nacían del texto escrito, sino del lector.
¿La lectura entonces era de la elocuencia de la palabra en el aire, del cuerpo?
Linuesa, nos dice que los romanos, así como sus antecesores griegos, fueron un pueblo más proclive a la oralidad que a la escritura. El discurso elocuente era considerado una forma de expresión superior y esta idea se extendió por las regiones conquistadas. No obstante la escritura fue ganando terreno y podemos ligarla quizás más a aspectos literarios, mientras la palabra oral y la retórica, seguían siendo fundamentales en el ejercicio del poder y del derecho.
Otro punto a destacar, sería la edad media, donde la escritura y la lectura estaban muy ligadas a la iglesia. La transmisión del saber se empezó a realizar a través de textos, para la mayor parte de la población el acceso a los libros era más bien indirecto; se realizaban a través de lecturas interpretadas por otros, especialmente por clérigos.
Aquí, a pesar de la expansión del libro, los tipos de lectura fueron diversos, convergían las lecturas oralizadas de predicadores y clérigos, con lecturas silenciosas, privadas. Es el caso de los catecismos que iban destinados a todas las edades, también a los niños quienes más que aprenderlos de forma autónoma, los oían de la lectura de su padre o del catequistas, lo cual nos indica que el libro, los escritos, era un soporte para la memoria y que en el fondo también servía al público poco alfabetizado. ¿Lectura como “dogma”?
Si el lenguaje escrito, como el oral es una invención social; cuando una sociedad alcanza cierto nivel de complejidad y tamaño, cuando necesita comunicar a través del tiempo y el espacio y cuando necesita recordar su herencia de ideas y conocimiento crea un lenguaje escrito(Qué es lo que queremos olvidar, al dejar de leer, al no poner el ojo en la resignificación del concepto de lectura, para salvar la práctica.) el proceso de lectura debe terminar con la construcción de significado. Sin significado no hay lectura, y los lectores no pueden lograr significado sin utilizar el proceso.
Curiosamente, tiempo después la lectura sería también catalogada como algo, digamos “egoísta”, en el sentido de que nos cambia a nosotros y no a los demás, como una manera de fortalecer la personalidad y averiguar nuestros intereses. La lectura como búsqueda de la alteridad. Como posibilidad de acercarse a otros, de viajar.
Y una de mis favoritas, y de las más populares actualmente para la promoción de la misma, es la lectura como aquello donde se mezcla lo real y lo imaginario. La lectura creadora de mundos.
Recordemos a Don Quijote, para quien la lectura le ayudó a imaginar, inventar mundos; ésta es sin duda una de las metáforas más fuertes y bellas del poder de los libros y la lectura.
Después de haber bosquejado algunas metáforas de la lectura a través de la historia, y concretando un poco la idea, el dominio de la lectura y la escritura ha sido un rasgo fundamental para comprender el desarrollo de las civilizaciones, así como la posición de los individuos en el entramado de las relaciones sociales.
Afiancémonos en este punto:
Al difundirse la capacidad de leer y escribir entre la población, se democratizó un instrumento que es determinante para la educación.
La lectura como práctica social y cultural.
Se dice que la lectura es un antídoto contra el dogmatismo, porque lo que nos sugiere es variado, dinámico, contrario al pensamiento único. Los libros nos hacen más libres porque encontramos diversas visiones del mundo, infinitas, que amplían nuestros horizontes, nos sitúan frente a valores nuevos.
Pero no olvidemos que ésta no es la única postura, revisemos las diversas “realidades”
Por un lado, la lectura, la lectura del mundo, como “libertad” como “luz” “conocimiento” como “viaje” “placer” “goce” “significación” y por otro preguntémonos si ¿es esa la sociedad en la que vivimos?
¿Dónde está pues entre nuestra “lectura del mundo” la sacada en la que nos hundimos?
Vivimos en la era de la información, hablemos de ella. Si consideramos la cantidad de “información” que recibimos a diario, hablando de cualquier persona que viva básicamente en sociedades desarrolladas, donde cualquier práctica incluso la más cotidiana, suele tener alguna relación con la escritura y si lo único que medio se nos enseña a leer es la “escritura”, y ahora con la red, sin salir de casa; muchos sólo leen lo que pocos quieren que leamos.
Y entonces nuestra lectura del mundo se reduce a estar sentados, esperando el bombardeo mediático. Y esta es, creo (desde un corto análisis) la zanja en la que cae la lectura, el mensaje que invita a esta. Imaginemos eso, un hombre o un mujer sentados en un sillón, cansados de una jornada laboral de más de ocho horas, la cual se “retribuye” con un mísero salario mínimo, está cansado, apático, por supuesto que quiere “gozar” “ser libre” “feliz” “viajar”; pero ¿por qué si esto se lo ofrece una “buena lectura” (limitándonos un poco a un texto escrito) no lo seduce?
¿Qué debemos cambiar?
¿El individuo que está sentado, inmóvil? ¿La zanja en la que queda el mensaje? ¿Las figuras o metáforas que de la lectura se ofrecen?
Pues, la invitación aquí es esa, clavar el ojo en un punto “móvil” aprovechar la sacada para redirigir la mirada, habrá que trascender de una vez por todas el enfoque meramente alfabetizador de la lectura, reconceptualicemos la lectura, sí. Hablemos de fomentar lecturas críticas, reflexivas, sugerentes, sí. Pero también hablemos de “lectura del mundo”, de sacudir a ese individuo, de que salgamos a buscar, a aprender y a enseñar. Hablemos de movilidad intelectual.
Recuerden que no sólo hay que leer para formar buenos lectores y escritores, hay que releer, conversar, analizar, discutir, ensayar, jugar … y volver a hacerlo las veces que sea necesario.
Por allí en un texto titulado “Nuevas perspectivas sobre procesos de lectura y escritura” encontré “La lectura como cualquier actividad humana es conducta inteligente. Las personas no responden simplemente a estímulos del medio. Encuentran orden y estructura en el mundo de tal manera que pueden aprender a partir de sus experiencias, anticiparlas y comprenderlas. Los lectores desarrollan estrategias para tratar con el texto de tal manera de poder construir significado, o comprenderlo. Se usan estrategias en la lectura, pero también las estrategias se desarrollan y se modifican durante la lectura. De hecho no hay manera de desarrollar estrategias de lectura, sino a través de la lectura.”
Pues hagámonos conscientes por fin de este orden y estructura del mundo, comencemos a asumirnos como seres históricos que se hacen y se rehacen socialmente. Finalmente es la experiencia social la que en última instancia nos hace, la que nos constituye como estamos siendo.
Aquí cito de nuevo a Freire, “Hicimos esa cosa maravillosa que fue la invención de la sociedad y la producción del lenguaje. Y fue ahí en ese preciso momento, en medio de ese y otros “saltos” que dimos, que mujeres y hombres alcanzamos ese momento formidable que fue comprender que somos interminados. Los seres humanos ganamos en esto: sabemos que somos inacabados. Y es precisamente ahí, en esta radicalidad de la experiencia humana, que reside la posibilidad de la educación.”
Si hemos olvidado esto, pues salgamos a recordarlo, eduquémonos de ese modo. Gritémonos que somos inacabados, inconclusos, para ser buscadores eternos. Estamos en un mundo interminado y en movimiento.
Este inacabamiento consciente de sí, es el que nos va a permitir percibir el no yo. Y siguiendo a Freire “el mundo es el primer no yo”. Esta presencia del mundo natural como no yo, será el estimulante para desarrollar el yo.
Será la conciencia del mundo la que creará conciencia en el hombre y la mujer. Será en la lectura que hagamos del mundo, en cómo nos enseñemos a leerlo, como aprendamos a leerlo, donde conoceremos lo diferente a nosotros y en ese mismo acto nos reconoceremos.
Hay que cuestionar esas relaciones entre nosotros y la realidad, y esas interrogantes nos llevarán a la búsqueda, a intentos de comprender el mundo y comprender nuestra posición en él. Esa es la LECTURA DEL MUNDO, que debemos rescatar.
Y aquí podemos voltear a donde empezamos:
“Antes de la lectura de las palabras, hombres y mujeres han estado inteligiendo el mundo, captándolo, comprendiéndolo, “leyéndolo”.
Busquemos que nuestra presencia en el mundo, sea una presencia de los que andan y no simplemente de los que están.
¿Y estos que andamos, que somos, cómo les comunicamos a las mayorías que ahora se encuentran divididas en minorías y que así mismo se perciben?
Habrá que reinventar los caminos. Como dijo Habermas, la cuestión de la comunicación es esencial en este fin de siglo; pues la lectura del mundo, respondería Freire es justamente la posibilidad de inteligir el mundo y esto lo que permite comunicarlo.
Atrevámonos a desarrollar diversas “artes de leer” o mejor “artes de hacer”, cambiemos la “libertad y las alas” que promueven nuestras políticas públicas, sobre la lectura, por libertad y manos, para hacer.
Propongamos nuevas metáforas, símbolos.
“Nos interesa no sólo la palabra, sino también el gesto, el gesto y la palabra como unidad indisociable. La palabra, no transforma por sí sola, no cambia, puede ayudar a reflexionar, pero la palabra separada del gesto, que muchas veces revela los movimientos interiores, suele resultar engañosa o incomprensible… Hacerla hablar con los códigos de la gente, llevarla a construir desde la práctica concreta, militante, subjetiva, es de espacios distintos que permitan recrear un ambiente crítico y propio, no sólo contestatario sino también propositivo.” [1]
“…pedagogía liberadora, (filosofía liberadora) reproductora de hombres, no del sistema,
Funcional a los hombres, no al mercado;
… liberación interior del hombre,
Liberación del hombre en relación,
Con los otros y con la naturaleza.”[2]
Comentarios (6)
Angélica Partida
Te deseo mucha suerte, Maribel Macías Guerrero.
Carmen Bañaga
Humberto
Javier
Excelente texto, amiga. Completo y fundamentado. Frustra ver que un niño de primaria domine perfectamente Facebook o pase nivel tras nivel en Candy Crush, y que en su aula no logre hilar tres palabras correctas o comprender un párrafo de un cuento de su libro de lecturas. No hay cultura de lectura; no se promueve, no se crea conciencia en la gente de su importancia y beneficios. Sin embargo, uno llega aquí y se encuentra textos como éste, y ya no me frustro tanto.
Te mando un afectuoso saludo desde estas áridas tierras que alguna vez pisaste.
susy
MARISABEL MACÍAS GUERRERO
Y claro que ojalá y este tipo de propuestas no quedaran nada más en coloquios o en portales, sino en todos lados, empezando desde nuestro hogar, hasta las escuelas y las calles. . .
Cada uno a su manera tendrá que promover esta Lectura del Mundo, Cada uno tendrá que encontrarle sentido a la vida y declararlo con sus actos para ser leído por el mundo.
Saludos grandes amigos y una vez más, muchas gracias por sus comentarios!