¡Manos arriba!
No, no le fastidiaré su cena de fin de año, contándole más desdichas de este atribulado y depauperado país nuestro apabullado por la corrupción, la impunidad, el cinismo y la delincuencia, aunque el título de manos arriba se prestaría más que nada porque padecemos un escandaloso asalto en despoblado, endógeno y exógeno.
No, bienaventurada señora, ventrudo señor, dulce señorita y talentoso joven. No, tres veces no, como le dijo el Rey Leopoldo a la "Emperatriz" Carlota, su hija, cuando le pidiera ayuda para Maximiliano según narra el apasionante libro "La Emperatriz de los Adioses. La historia de Carlota, Emperatriz de México" The Empress of Farewells, Story of Charlotte, Empress of Mexico, escrita por el Príncipe Michael de Grecia. Éste, como muchos otros, debería ser de lectura obligatoria en nuestras escuelas y ya no se diga el libro extraordinario "Lo fugitivo permanece" con los 21 cuentos mexicanos que editó la SEP dentro de su Biblioteca para la actualización del maestro y que, en el Gobierno de Fox lo reeditaron recortándole uno de los cuentos que fue censurado.
Esa actitud fascista, chata y cutre del gobierno de Fox se debió a que el cuento de Juan Rulfo el del Padre Anacleto Morones les causaba erisipela porque hablaba mal tanto del cura como de sus feligreses. La crítica de Rulfo no era más que una descripción de cómo se las gastan en Jalisco y otras regiones donde se fanatizan con facilidad desvirtuando los valores cristianos originales y a Foxote y su gobiernito se les hizo fácil hacerle al Torquemada y a la Inquisición y lo censuraron, por lo que digo que hay que leer tanto el cuento como el libro, sin lugar a dudas, sobre todo en estos días en que aún os quedan unas horas de ocio creativo en lugar de desperdiciarlas frente a las pantallas alienantes. Si quiere, si no, hágase su voluntad porque quien se va a atontar es usted y luego se queja de que le va mal y le echa la culpa a la suerte.
Como le decía, el título de este artículo rascuache se debe a que siempre me viene a la mente esa expresión delincuencial que tanto se acostumbraba en los asaltos peliculescos de los últimos años del siglo pasado, me refiero a los atracos de aparición cinematográfica, pues ese vocablo de peliculescos, puede despertar, en los procaces que abundan en oficinas de gobierno, alguna remembranza bajuna.
Me viene a la mente, digo, porque en las sorprendentes pinturas rupestres, de la Baja California Sur que hoy por hoy padece una racha de homicidios y de balaceras sobre todo en La Paz, las figuras humanas, en todas esas pinturas rupestres originales y auténticas, sin excepción, mujeres y hombres tanto los de color ocre como los y las de ocre y negro, todos, todos, aparecen con los brazos en alto y las manos hacia arriba. Como si durante los miles y miles de años que tardaron en ir decorando esas cavernas y paredes rocosas exteriores hubieran estado sometidos a un asalto. La verdad es que así fue, pero no un asalto a mano armada como los que proliferan en el desdichado Edomex, sino un asalto permanente de asombro, o de admiración hacia las alturas o las deidades siderales en que creyeran o de gratitud hacia lo que de maravilloso percibieran en la bóveda celeste.
Tal vez no era de agradecimiento, sino de imploración, de pedimento de lluvia o de buena caza, o de bienes especiales. No lo sabemos aún, incluso los más experimentados científicos arqueológicos como María de la Luz Gutiérrez del INAH o Harumi Fujita o los estudiosos analíticos como el maestro Primitivo Hernández Cabriales y Carlos Arámburo Fisher y el gran fotógrafo Enrique Hambleton o Aníbal López Espinoza en su libro de Evocaciones del Olvido editado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura, no plantean explicación definitiva por ahora, por lo que, lo que usted y yo digamos, como simples aficionados al sexo rupestre, se vale. ¡Feliz año 2015! Urge.
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