Me negarás treinta veces
Tras las fuertes lluvias que “Ingrid” y “Manuel” ocasionaron en al menos veintiséis entidades de la República Mexicana, el estado de Guerrero vive una catástrofe humanitaria, según indica el último reporte de Protección Civil de Guerrero al informar de 95 personas muertas, 102 desaparecidas y 18 lesionadas.
La tragedia fue pronosticada, no sólo debido al desordenado desarrollo urbano causado por los asentamientos irregulares, así como por los efectos del cambio climático, sino, de manera oficial, por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), que en su primer boletín sobre el particular, emitido a las 16:00 del 13 de septiembre, advertía, con dos días de anticipación, que ambos fenómenos meteorológicos tocarían tierra de manera simultánea, y así sucedió.
Treinta reportes más emitiría CONAGUA la noche del 13 de septiembre, a través de Twitter, para dar a conocer que Manuel tenía el 60% de posibilidades de convertirse en huracán, sin embargo, ni el Sistema Nacional de Protección Civil ni el Sistema Estatal de Protección Civil de Guerrero, alertaron a las comunidades que se encontraban dentro del radio de acción de los meteoros sobre los riesgos.
Sabríamos después, gracias a diversos medios de comunicación, que el encargado del Sistema Estatal de Protección Civil en el estado de Guerrero, el gobernador Ángel Aguirre Rivero, era el anfitrión, la misma noche del 13 de septiembre, de una cena con motivo del bicentenario del Primer Congreso de Anáhuac y los Sentimientos de la Nación, a la que asistieron exmandatarios y políticos estatales, quienes disfrutaron hasta las seis de la mañana del 14 de septiembre con música de mariachis.
No fue sino hasta el 15 de septiembre, a las 16:00, cuando se determinó instalar el Comité Nacional de Emergencias, para posteriormente emitir una declaratoria de emergencia extraordinaria para Guerrero; la noche de ese domingo, tras arengar lo correspondiente al festejo por el Grito de Independencia, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, decidió ausentarse de las celebraciones que se efectuarían en Palacio Nacional, para atender la emergencia por las inundaciones y deslaves que ocasionaban ya una tormenta y un huracán.
Con el paso de los días conoceríamos la catástrofe humanitaria, incluso la del lucro de las cadenas nacionales de televisión con la misma, y como botón de muestra se encuentra el testimonio de un joven de diecisiete años que increpó al presidente Enrique Peña Nieto al salir del albergue Cici, para expresarle: “¡Señor presidente, acabo de perder a mi padre!, se llama Margarito Hernández, yo también soy Margarito Hernández. Yo era de La Pintada. Era, porque allá ya no hay nada, señor presidente. Y perdí a mi hermano, señor presidente. Y a mi cuñada. Y también busco a mi hermanita y a mi mamá”.
¿Quiénes son los responsables?, las calamidades, que de acuerdo al filósofo del derecho Ernesto Garzón Valdés tienen autor: son resultado de lo que hacemos, de lo que dejamos de hacer.
En México nuestra calamidad pública sempiterna tiene nombre: corrupción, y en el caso de la tragedia que azota a Guerrero, pues aún quedan 37 comunidades incomunicadas, a las que sólo se les puede brindar ayuda por vía aérea, ésta fue puesta en práctica por funcionarios públicos de los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, quienes por omisión negaron treinta veces a 95 personas muertas, 102 desaparecidas y 18 lesionadas.
Comentarios (2)
Demián Arcadia
Verónica Zendrero
y tembien felicidades por tu Doctorado......