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Mitos, cuentos y leyendas de sudcalifornia: CASA COLORADA

Escrito por Abuelo Choyero en Miércoles, 11 Diciembre 2024. Publicado en Cultura y Tradiciones Sudcalifornias, Historia de BCS, Historia de los sudcalifornios, Mitos, Cuentos y Leyendas sudcalifornias. , Narración

Mitos, cuentos y leyendas de sudcalifornia: CASA COLORADA - Sudcalifornios

Esta historia involucra gambusinos, minas, feminicidio, asesinato y venganza... se ubica en el poblado de San Antonio, por aquellos años en que se abrieron las primeras minas de nuestro estado, en el siglo XIX.

 

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 Micaela era una muchacha de tierras tapatías, que traía en su piel todos los colores de su tierra, y en sus ojos el brillo de quien se sabe deseada. En pocas palabras, la belleza hecha persona, acompañado de un carácter juguetón y coqueto, pero a la vez fuerte y de ser necesario, agresivo. Micaela vivía junto con el joven Ramón, un muchacho humilde pero sumamente trabajador, que pasaba el día entero en el calor de las minas de San Antonio, mientras su amada lo esperaba en su pequeña choza, para compartir juntos los ratos más amables y felices de su día. Eran el ejemplo de una pareja joven que sabe desear lo que posee y sacarle lo mejor a cada instante, sin dejar que las carencias económicas limiten su alegría.

            Una tarde, después de una agotadora jornada laboral, Ramón volvió a su casa sumido en un estado melancólico y meditabundo, tan así, que ni siquiera le dirigió la palabra a Micaela, a pesar de siempre regresar cariñoso. De repente, mientras ella trataba de interrogarlo con la mirada y desentrañar qué es lo que le ocurría, Ramón arrojó con fuerza su marro, instrumento necesario para desempeñar sus labores, y se sentó junto a un pedazo de tronco, dándole la espalda a su mujer.

            —No tengo nada…—fue todo lo que acertó a responderle a la desconcertada joven, mientras ella seguía amasando la masa para las tortillas de la cena, entre preocupada y espantada por la ira contenida de su marido.

 

Pero Ramón sí que tenía algo. En su mente sólo rondaba una cosa: un chisme que sus compañeros de trabajo le habían metido en la cabeza. Se comentaba entre la población del pequeño poblado minero, que el administrador de la mina rondaba demasiado cerca de la choza donde Micaela pasaba las tardes sola, y tan sólo eso hizo surgir en la morbosa gente la insinuación de que ella engañaba a Ramón con su jefe. La realidad es que la choza estaba de paso entre la Hacienda y la mina, pero ante el fervor de los celos, Ramón planeó una cruel venganza sin hacer ninguna averiguación previa, se fue a esperar, escondido en el sendero y con daga en mano, el momento en que su jefe rondara por sus territorios.

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            En cuanto sintió la presencia del admnistrador, Ramón se lanzó encima de él y le ensartó la daga en el pecho. Antes de caer desmayado, el hombre, que era bastante alto y fuerte en comparación con Ramón, sometió a su enemigo y lo hirió con coraje. Ante los gritos de su marido, que Micaela reconoció al instante, la mujer corrió a ver de que se trataba y sin importar el tamaño del oponente, se le echó encima y comenzó a morderlo, arañarlo, golpearlo y atacarlo con lo que tenía en la mano, como una fiera, con tal de defender a Ramón. La intervención de la joven fue suficiente para que terminara el forcejeo entre los hombres, pero la rabia de Ramón se había intensificado, y cuando Micaela corrió a abrazarlo en lágrimas, el sólo atinó a gritarle:
—¡¡¿¿VIENES A DEFENDERLO A ÉL??!! ¡Pues defiéndelo!— y acto seguido, la apuñaló también.

            Después de este incidente, lo único que el pueblo supo es que Micaela había sido asesinada, pues su cuerpo fue arrojado en uno de los tiros de la mina, mientras que del cadáver del administrador no se supo nada, por lo que lo dieron por desaparecido, al igual que a Ramón. La casa de la Hacienda amaneció incendiada esa mañana,  y desde ese día, la mina quedó inactiva, a pesar de todas las riquezas que quedaron sin ser explotadas, y que siguen alimentando la imaginación y la ambición de los pobladores del histórico poblado de San Antonio…

 

Leyenda consultada en Mitos, leyendas y tradiciones sudcalifornianas de Leonardo Reyes Silva. 

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